Capítulo 15

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—¡Harry! —los gritos roncos de Draco vinieron de alguna parte, el nombrado volteó la cabeza para ver a Malfoy saliendo de la cocina, sus ojos estaban rojos, venía a paso alzado, seguido de su padre, quien curiosamente estaba bastante calmado.—¡Nos vamos!

Narcissa se levantó rápidamente de su silla.—Draco ¿Qué sucedió?

Draco no medió palabra. Tomó la manga del traje a Harry, arrastrandoló fuera. Se acercó a su madre y depositó un beso sobre su frente.—Dile a tu esposo que te lo explique. Dile que te cuente la verdadera razón por la que nos invitó a cenar esta noche.

Un Harry confundido era arrastrado escaleras abajo, mientras que Narcissa le reprochaba en cara a Lucius que siempre arruinaba todo. Y claramente esto era cierto, Lucius no soportaba la felicidad, al menos no la ajena.

—¿Draco? —el rubio en cuestión volteo a ver a Harry, aún no se atrevía a contarle lo que su padre le había dicho, o más bien propuesto.—¿Piensas decirme que sucedió en la Mansión?

Draco titubeó, inventándose alguna historia para decir, pero Harry, quien lo conocía a la perfección, se le adelantó.—Sin mentiras, porfavor.

Draco temía que Harry pensase que él aceptaría lo que su padre le había propuesto, aunque en parte, Harry era lo suficientemente inteligente, él sabía que clase de personas tenía Draco por familia.

—Él... él quiere que tengamos un hijo. —Draco se revolvió el cabello rubio, despeinandose un poco, pero quedando más apuesto que cuando se encontraba bien peinado. Se sentó en la acera que daba a la calle por la que se encontraban vagando después de abandonar la Mansión. Draco escondió su cabeza entre las piernas, un poco apenado de lo que acababa de decir, pero que curiosamente había tenido el efecto contrario en Harry. El castaño oscuro se encontraba estatico, de pie y a centimetros de Draco. ¿Un hijo? Harry siempre había querido ser padre, amaba los niños, pero sobre todo, amaba a Draco, y la idea de verlo convertirse en padre junto a él, le revolvía el estomago de emoción.—Y que después te abandone.

Un segundo.

Eso fue lo que necesitó Harry para derrumbarse. La idea de tener un hijo con Draco era demasiada buena para ser real. Poco a poco todo se comenzó a derrumbar a su lado, conforme él también lo hacía. No podía ni siquiera imaginarse lo que tenía que ocurrir en la podrida mente de Lucius como para utilizar a su único hijo como trofeo, obligándolo a tener un hijo con alguien solo para que, el prestigioso apellido Potter estuviera dentro de su familia. Lucius odiaba a Harry, eso no era un secreto para absolutamente nadie en el mundo mágico, lo odiaba desde años atrás cuando frustró cada vez más los planes del Señor Tenebroso, y su alternativa para hacerlo sufrir era fundir sus apellidos, y a su vez, alejarlo de Draco y de su posible hijo.

—Entiendo que estés molesto conmigo. —habló Draco, aún sin mirarlo.

—¿Qué? No estoy molesto contigo. Me dijiste desde un principio que era una mala idea visitar la Mansión y yo no te hice caso, en todo caso tú eres él que debería estar molesto conmigo.

Draco levantó la cabeza de sus piernas. Se veía tan bonito con el cabello despeinado que Harry pensó que se le iba a parar el corazón. Algo en él no podía dejar de pensar en el futuro, cuando Draco ya no estuviera a su lado. Tenía muchísimo miedo de perderlo, o perderse a sí mismo en el intento. Lo peor no era el miedo que Harry sentía, tampoco el hecho de que Draco lo abandonara, lo peor era que, lamentablemente, Harry tenía razón al estar asustado.

—Draco ¿Estás cansado? —el rubio ladeó la cabeza a ambos lados, negando.

Harry se levantó, tendiéndole la mano y sonriendo con una amargura total.—Hay un club por aquí cerca, vamos a embriagarnos.

La voz del rubio sonaba tan masculina que le erizaba el alma a Harry de una manera tan fuerte que ardía. Draco sonrió con descaro, haciéndole una reverencia tonta a Harry, claramente burlándose de la terrible noche de hoy y de los ridículos ideales de su padre. —Después de usted, señor Malfoy.

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