Capítulo 53

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Tan rápido como la camioneta negra, gigantesca y costosa, aparcó frente al almacén, dos hombres vestidos de trajes negros y gafas a juego bajaron de ella. El tintineo instistente de la tenue luz de un bombillo hacía que sus sombras en las paredes se distorsionaran como monstruos listos para emergir y comerse a algún niño que no se fuera a dormir en la hora adecuada.

La puerta trasera se abrió, producto de las manos del guardaespalda jalando la misma, y de ella, con un tamaño poderoso y mueca de superioridad, salió Draco.

—Señor Malfoy. —saludaron los hombres a cada lado del auto apenas el cabello blanco y los ojos azules de Draco hicieron presencia. Mientras uno hablaba, el otro comenzaba a abrir la puerta del acompañante. Draco no estaba solo.—Es aquí.

Con un repaso sencillo, se podía saber que era un almacén abandonado a las afueras de la ciudad, de una familia rica que aparentemente había dejado una colección de automóviles clásicos a oxidar. 

Harry bajó del auto. Sus botas sonaban como música en el pavimento que se congelaba por el clima de Londres. El castaño también le echó un vistazo al lugar, para después mirar la mueca en los labios de Draco.

El almacén le pertenecía a su familia, Harry lo sabía. En un principio, lo que había comenzado como una colección de autos valiosos, había terminado como guarida y lugar de múltiples torturas a mano de Voldermort. Por lo que Draco, en aquel entonces adolescente de dieciséis años, conocía como la palma de su mano.

Tan solo entrar, Draco sacó el guante negro de cuero de su mano derecha con sus dientes, guardandolo en uno de los bolsillos. Lucía bien de pies a cabeza, vistiendo una camisa negra que llegaba hasta los codos y dejaba ver la pálida piel de sus brazos, repeleta de venas moradas y la horrorosa marca tenebrosa sobre ella.

Los guardias se mantuvieron al margen mientras la pareja de chicos se movía por el lugar en ruinas. Tras uno de los automóviles hecho pedazos por el paso del tiempo, se escuchó un murmullo que sonaba más a quejido de dolor. Draco se detuvo, habían dado con el punto.

Nicholas estaba en el suelo, trás el Volkswagen rojo del 43. Su pantalón blanco estaba sucio y sus piernas atadas, impidiendole que corriera. Parecía haber forcejado cuando los hombres de Malfoy intentaron agarrarlo, pues tenía un hilo de sangre rodandole cuesta abajo de la ceja y sus brazos mostraban moratones violetas por los huecos rasgados de la camisa.

Increíblemente Nicholas se observaba atractivo. Parecía estar filmando la última película de una saga de asesinos, donde él casualmente moría. Aún así, nada podía compararse con la imagen visual de Draco frente a él, vistiendo un par de botas negras tan bruscas y gigantes que le daban estilo de motorista rebelde. Su pantalón negro, de material semejante al cuero, brillaba bajo la luz opaca de los bombillos, pero que era suficiente para percatarse que el conjunto que vestía era de diseñador y que le había costado una fortuna.

—Observa que tenemos aquí, Harry. —musitó Draco burlón, haciendo que Nicholas parpadeara un poco, con la vista borrosa y los sentidos delirantes. Dió un parpadeo más hasta que la figura de Potter deslumbró bien ante él. Se veía poderoso desde allí arriba y el rubio ruloso no pudo negarlo. Harry tenía una chaqueta de cuero gastada, que caía hacía un hombro sin preocupación, su cabello parcialmente despeinado combinaba con el maquillaje y delineado negro en sus ojos verdosos. Parecía salido de una revista de chicos emos del 2000 que te hacían deprimirte constantemente de lo tan apuestos que se veían.

Nicholas se dejó llevar por la impresión, y se hubiese cubierto la boca de no ser porque estaba atado de manos.—Potter.

Y Draco, que buscaba motivos sin razones para golpearlo, estampó la suela de su bota contra su rostro, haciendo que girara su rostro hacía atrás. Se escuchó un crujido y luego una maldición. Nicholas levantó el rostro, con el cabello hecho rizos pegado a la frente y la nariz ahora sangrandole. Tenía un par de rasguños y suciedad en el rostro, pero sus ojos aún brillaban un poco.

¿¡Potter?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora