Capítulo 33

596 64 15
                                    

El poco Sol de Inglaterra iluminó por una de las ventanas de cristal el rostro de Draco, que molesto, se revolvió en la cama, empujando con las piernas a Harry.

Ninguno recordaba cómo ni cuándo habían llegado a la Mansión, solo tenían algunas imágenes borrosas en sus mentes de ellos bailando, con las luces rojas bañando sus cuerpos, la música ensordecedora romper contra sus oídos, e incluso; a ambos vomitando todo aquellos líquidos de procedencia dudosa que habían ingerido durante la fiesta.

Con el ciclo de sueño perturbado, Malfoy se levantó, gruñiendo y golpeando ligeramente a Harry para que hiciera lo mismo, ya que si a él le habían arruinado su sueño, a Harry también.

—Vamos, pequeño revoltoso. —zarandeó, tenía un rostro de los mil demonios. Un par de ojeras moradas se ceñían bajo sus grises ojos, que casualmente, hoy se encontraban más claros que nunca. Su cabello rubio desperdigado; caía en mechones blancos sobre su frente, dándole un aspecto masculino, pero que aún así, no quitaba el rostro decaído a causa de la resaca, y el probable dolor de cabeza que tendría que experimentar luego.

Harry bostezó, somnoliento. El castaño parecía estar un poco mejor que Malfoy, pero de la misma manera, tenía ceñidos bajo sus ojos verdes; un par de óvalos violáceos. Ambos observaron con una mirada horrorizada a la lechuza que reposaba en el marco de la ventana. Tenía un sobre verde en su pico, pero no era un sobre cualquiera.

Draco tragó saliva, sabiendo únicamente a quien pertenecía aquella insignia y color. —¿Eso es...

Las palabras aterradas de Draco se atragantaron en su garganta, como también lo había hecho Harry ayer, aunque no precisamente con palabras. Potter, entendiendo lo que intentaba decir el peliblanco, terminó por él.

—Un vociferador. —Potter tenía sus gestos contraídos en una mueca de pánico.—Hay que abrirlo.

El labio inferior de Draco tembló, observando la imagen frente a él, donde el vociferador parecía querer abrirse solo. —Creo que eso no va a ser necesario.

Recordaba el vociferador que había recibido Ron alguna vez estando en Hogwarts, y curiosamente sospechaba que él suyo diría más groserías que las que Molly Weasley podría haber dicho.

Draco tomó el sobre verde en sus manos, cuando sus largos dedos abrieron el sello, esté salió disparado al aire, flotando y expandiendo su cuerpo enpapelado, una gigantesca boca con dientes hechos de papel creció en él. Ambos chicos prepararon sus oídos para lo que vendría.

—¡Draco Lucius Malfoy Black! —la voz de su madre: Narcissa, cobró vida, haciendo que Draco temblara de pies a cabeza al escucharla llamarlo por su nombre completo. El sobre flotante se abalanzaba a Draco como si quisiera sacarle aquel par de ojos grises, pero sin llegar a tocarlo en lo absoluto. —¿¡Cómo pudiste hacernos eso a mí y a tu padre?! ¿¡Cómo osaste comprometerte sin nuestra bendición?! ¿¡Sabés acaso como me siento?! ¡Espero que al menos me invites a tu boda! —la voz de la mujer a la que Harry conocía por ser extremadamente cariñosa con su hijo, ahora sonaba realmente enojada. Estático y con los ojos grises abiertos como platos; Draco se mantenía de pie, pensando como demonios sus padres ya podrían saberlo cuando tan solo había pasado una noche. Gruñó, los rumores se extendían de manera rápida y efectiva en el mundo mágico.
Aún así, el vociferador no se calló, continuó hablando, o mejor dicho, "vociferando" todo un vocabulario completo.— ¡Espero que algún día si tienes la decencia, Draco Lucius Malfoy, me digas si tengo o no nietos! ¡Eres un completo mal educado! —nuevamente, aquel sobre verde que no paraba de moverse en el aire, tomó una postura relajada, girandose hacía Harry, quien no pudo evitar pensar como esta situación se parecía tanto a la que años atrás habían vivido Ron y Ginny.—¡Tú no, Harry! ¡Tú no tienes la culpa de que Draco sea todo un grosero con sus padres! ¡Irrespetuoso! —Malfoy parecía querer darle un colapso. Narcissa, o mejor dicho; su voz, paracía debatir consigo misma sobre aquel suceso, como si aún no pudiera ser capaz de creerselo.—¡Casarse sin decírselo a su madre! ¿¡Qué pretendes, eh?! ¿¡Quieres que me muera de tristeza!? ¡Ya verás cuando nos veamos!

¿¡Potter?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora