Capítulo 24

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—Y ahora... —la voz fuerte pero delicada de Narcissa llamó nuevamente la atención de los invitados.— ¡Todos escojan a su pareja! ¡Que comience el baile!

Como si las palabras de la anfitriona hubiesen sido una orden, todos los invitados se integraron en el centro del salón, invitando a bailar a las distintas personas bajo las máscaras y los antifaces, mientras que la música fuerte y animada; era remplazada por una lenta y elegante melodía.

—¿Bailarías conmigo esta pieza? —preguntó una áspera voz a espaldas de Harry. Harry se volteó para ver de quien se trataba, y al hacerlo encontró a un chico de unos años mayor que él. Tenía el cabello castaño claro y vestía una elegante túnica negra y un sombrero de copa alto, el chico parecía, sin lugar a dudas, haber viajado en el tiempo, sin embargo, su disfraz no dejaba de lucir tan embriagador y misterioso que Harry no consiguió articular. Cuando se dió cuenta de que el hombre aún seguía frente a él y con una sonrisa amable en sus labios, reaccionó, pero había sido demasiado tarde, antes de que las palabras salieran de su boca, se escuchó como detrás de ambos alguien se aclaraba la garganta.

—Él ya tiene acompañante. —habló Draco, con el ceño fruncido y la voz cargada de un ligero enojo.

El hombre se volteó, con los ojos abiertos como platos por el asombro, se retiró el sombrero de copa que hacía juego con su túnica y realizó una pequeña reverencia que Draco no se molestó en seguir, dehecho, lo miraba desde su imponente altura como si él fuera una miserable cucaracha a punto de ser escachada por su lujoso zapato de piel. —Jóven Malfoy. —habló, a pesar de que tenían casí la misma edad.—No tenía idea de que usted se encontraba aquí esta noche, es un gusto verlo, su madre me ha cont...

Justo cuando el hombre se encontraba a punto de seguir alimentando el ego de Draco, el teñido de negro le interrumpió, actuando como si él no se encontrara allí. Tomó a Harry del brazo, arrastrandolo hacía el centro del salón para bailar.

—¡Draco! —chilló el castaño por lo bajo, mientras colocaba su brazo en el hombro de Draco de mala gana. Había visto a Malfoy ser un verdadero descortes con las personas que según él, no merecían respeto, pero esta vez se había pasado de borde. Era claro que estaba celoso, pero aún así, eso no le daba permiso hacer alguno de sus pequeños espectáculos. —¡Eso ha sido muy descortes de tu parte! ¡Deberías ir a disculparte!

—¿Qué? —rechistó el ex rubio, como si fuese lo más ilógico que le habían dicho en toda su vida.—¿Disculparme por qué, Harry? ¿Por haber impedido que ese tipo tocara lo que es mío?

—¿Qué? —preguntó Harry, moviéndose a la par de Draco.

—¿Qué? —preguntó también, fingiendo desconcierto.

—Draco, yo no soy un... —justo cuando Harry iba a protestar sobre eso, el ambiente de confort se disipó. Con una vuelta más, Harry se percató de que sus brazos se separaban de los de Malfoy y ambos tomaban direcciones opuestas. Había llegado el cambio de pareja.

De un momento a otro, Harry se encontraba en los brazos de otra persona, bailando y moviendose confundido. Estaba tan adaptado a los pasos de Draco que no conseguía coordinarse. Con su mirada repasó el lugar, donde cientos de personas bailaban bien, o casí tan bien como Draco lo había enseñdo a él alguna vez. Encontró su cabellera azabache por alguna parte del salón, y cuando sus ojos enfocaron sus expresiones faciales, sintió el mundo detenerse.

Draco se encontraba en un extremo del salón, no demasiado lejos de él, aunque tampoco tan cerca, era un punto delicadamente medio. Bailaba lo suficientemente pegado a la otra persona como para que Harry quisiera gritar que se alejara, pero no lo hizo, estaba demasiado concentrado en la manera sincera en la que Draco sonreía, tan honesta que solo lo había visto reír así con él. Malfoy le dió una vuelta más a Astoria, haciéndo que ella se convirtiera en un manojo de risas y mejillas sonrojadas. Por más celoso que estuviera Harry al observar aquella escena, no podía negar que ambos se veían realmente bien, bailando, hablando tan bajito como para que solo ellos dos lo escucharan. Todos los pensamientos y dudas se vieron interrumpidos. El baile había finalizado y Draco caminaba hacía allá, tenía aún los atisbos de una media sonrisa en su rostro y las mejillas levemente rojas.

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