Capítulo 35

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—Lo siento, Draco, realmente lo siento. —se apresuró a decir Harry, jalando a Draco del brazo, rogando por su perdón. Malfoy había sido claro con él, necesitaba concentración y aún así él no se había mantenido callado. Era su culpa estar ahí, totalmente suya.— No era mi intención hacer que aparecieramos aquí, sabes que a veces no puedo parar de hablar.

Malfoy ignoró la lloradera que tenía el castaño a su lado y caminó entre las tumbas, jalando a Harry con fuerza, quien no tardó en abrir sus ojos y aterrorizarse ante su acción.

—No, Draco, sé que es mi culpa, pero no me obligues a entrar, me dan terror los cementerios.

—Vamos, Harry. —continuó jalando, con la tierra, flores marchitas y neblina bajo sus botas.—Nadie se atreverá a tocarte un pelo si yo estoy aquí.

Al ver que el de estatura baja se mantenía firme ante la idea, Draco no tuvo otro remedio que suspirar, para seguidamente jalar la parte trasera de sus rodillas y cargarlo en su hombro.

—¡Bájame! —masculló en su oído, con la voz baja como si tuviese miedo que algún difunto saliera de su descanso para reprocharle por alzar la voz.—¡Malfoy bájame!

Draco lo ignoró por algunos segundos más, hasta que por fin se detuvo en seco.

—Llegamos. —avisó el platinado, bajando a Harry seguidamente.

La vista de Harry se desenfocó un poco al bajar de los hombros de Malfoy, cuando sus pies tocaron la tierra húmeda del cementerio lo entendió. Entendió que esto, desde el primer momento, no había sido un error.

Frente a ellos había una tumba gris, rodeada por el humo de neblina que dificultaba la visión. Aún así, Harry la vió. Sabía perfectamente a quien pertenecía aquella tumba. Draco desenvainó nuevamente su varita, realizando un movimiento con ella y observando como de la punta de esta, salía un hilo de luz que automáticamente se convertía en una corona de flores. El olor a rosas frescas superó la anterior fragancia de flores marchitas que rodeaba el campo. Harry no podía hacer nada en contra de las lagrimas que empezaban a formarse dentro de sus ojos verdes, vió a Draco incarse ante la tumba, rozando con su cuerpo el epitafio de esta, donde con letras negras, ponía el nombre de dos personas.

                  En memoria de

         James Potter • Lily Potter.

Sentía sus manos temblar y efectivamente así era. Había pasado mucho tiempo sin venir, no por olvido, sino porque tenía la culposa sospecha de que si volvía a observar aquella bóveda, no podría pegar ojo en toda la noche, añorando tener a sus padres junto a él para que lo guiaran y le explicaran esas cientos de cosas que él ni siquiera entendía. Una voz ronca rompió el silencio que envolvía el cementerio a oscuras.

—Señor y Señora Potter. —Draco parecía tener la voz quebrada, pero su tono destilaba una pequeña chispa de gracia.—Me presento. Soy Malfoy, Draco Malfoy.

—Draco... —habló Harry, queriendo explicarle que no tenía porque hacerlo, aunque en realidad lo que buscaba era no abrir más su herida, que a pesar del paso de los años, no había conseguido cicatrizar debidamente, pero Malfoy, a unos pies más abajo de él, lo ignoró como si ni siquiera supiera de su presencia.

—Sí, es probable que no sea la mejor opción de casamiento para su hijo y que probablemente nunca llegaré a merecerlo, y es por eso que estoy aquí. —tomó una ligera respiración, la cual se escuchó entrecortada.—; Voy a casarme con su hijo, y dudo que exista alguien además de él mismo que pueda separarnos. Tal vez ustedes quisieran haberlo visto llegar al altar y casarse con una hermosa chica peliroja de Gryffindor, pero aquí entre nosotros...—Draco llevó su mano a los costados de su mandíbula, con aires de confidencialidad, como si aquella conversación solo pudiera ser escuchada por él y los difuntos padres del castaño.—; Harry prefiere a los Slytherins, me lo ha confesado algunas veces mientras hablaba dormido. —ver a Malfoy reír de sus propias ocurrencias era algo de lo que Harry no se cansaría jamás, y podía asegurarlo justo ahora que lo tenía arrodillado frente a la tumba de sus padres, con sus rodillas aplastando la nieve y la respiración notable saliendo y entrando de su boca.— Prometo hacerlo el hombre más feliz de este mundo mientras yo aún tenga vida, prometo cuidarlo y respetarlo, en la enfermedad y la pobreza, en esta vida y en mil más.— Harry secó sus lagrimas con el torso de su antebrazo. Draco se giró hacía él.—Y sobre todo, gracias por traer al mundo a este pequeño bastardo, yo me encargaré de cuidarlo por ustedes. Es una promesa.

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