Capítulo 21

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Estado de la fiesta: perfecta.

Draco llevaba más de media botella de vodka absoluto y Harry una animada conversación con Ronald Weasley.

—¿Por qué Malfoy me mira como si quisiera lanzarme un Avada Kedavra?—el pelirojo preguntó, con un tono más bajo de lo normal y alejándose un poco de su novia y su hermana, quienes conversaban sobre el último grito de la moda de una de las boutiques más famosas del callejón Diagon. Efectivamente, Draco observaba a Ronald como si quisiera telepaticamente acabar con su existencia, se mantenía a una distancia considerable de ambos, fumando el último cigarrillo de su segunda cajetilla y bebiendo de su botella. Harry se enojó consigo mismo porque aún estando molesto con Draco, no podía dejar de observarlo como si fuera la única persona en toda la fiesta.

—Creo que está celoso. —Harry tampoco estaba impune, no recordaba con exactitud cuantos tragos había consumido desde que se alejó del rubio. Potter estando sobrio no diría tales cosas, menos si se trataban de Draco, porque si algo le gustaba, era mantener la discreción sobre su relación, por llamarlo de alguna manera. Y como si de polos opuestos se tratase, Draco era todo lo contrario. Estaba dispuesto a golpear al que se acercase a Harry o lo mirara por más de tres segundos, y justo ahora, Ron parecía ser el único que lo hacía.

Malfoy había pasado por cosas tan horribles que le habían enseñado a valorar más su tiempo de vida, por lo que realmente no le importaba demasiado la opinión de la gente. Draco era el ejemplo vivo que todos deberían seguir para tener una vida feliz.

En una esquina del local, estaba Blaise bailando alocadamente sobre una de las mesas, ensuciando el mantel blanco con sus caros y relucientes zapatos negros, pero a nadie parecía importarle mucho, porque incluso le animaban a seguir haciéndolo. Draco ya no se encontraba solo, ahora estaba rodeado de Theodore Nott y Pansy, quien le abrazaba y revolcaba el cabello blanco después de tanto tiempo. El anochecer comenzaba a caer, manchando el cielo de colores oscuros, lo que en realidad significaba que la fiesta verdadera empezaba ahora. Los adultos se habían marchado pasado las siete, y solo quedaba el local abastecido de algunos jóvenes alcoholizados e irresponsables, demasiado capaces de tener malas ideas, justo como la que Harry había visto venir desde que llegó, pero que no había sido realizada hasta que Theo animó a Blaise.

—¡Tú puedes Zabini! —Theo vociferó entre risas y algunas cervezas, mientras que todos reían al observar a Blaise bajarse de la mesa y correr hacía la piscina del lugar. A pesar de que el clima no era exactamente caluroso, el moreno se estampó de un salto dentro del agua, con traje y zapatos. Lo que no tardó en provocar que los demás fueran a parar en la alberca también, impulsados por el alcohol y la euforía del momento.

Ginny salió de la piscina, totalmente empapada, descalza y con todo el atuendo pegado al cuerpo. Su maquillaje corría húmedo por las comisura de sus ojos, pero ella parecía más feliz que nunca. Todos los demás imitaron su acción, probablemente diría algún discurso sobre la noche de hoy, y como era de esperarse, nadie quería perderselo. La peliroja se acercó al pequeño micrófono del centro, acompañada por su ahora esposo, quien la aguantaba con delicadeza del brazo para que no se tambaleara y cayera.

Ella dió unos pequeños toquesitos al micrófono con sus manos aún mojadas, haciendo que este chillarara de manera estrepitosa.

—Malditos objetos muggles.
—murmuró, con su boca pegada a este, lo que ocasionó que todos lo escucharan y rieran.—Amigos y familiares...—comenzó, con la lengua un poco enredada por el alcohol y las palabras atropelladas.—...agradezco de todo corazón que hoy se encuentren aquí, celebrando mi boda junto a este hombre, que después de algunos años se convirtió en mi alma gemela. —el hombre sonrió embodabamente, se había apartado de ella unos metros para dejarla fluir con naturalidad, después de todo ¿Qué significaba una pierna rota debido al alcohol, en comparación con un lindo discurso de bodas? Ginny dirigió su mirada hacía su esposo, mientras todos escuchaban atentamente las palabras de la peliroja.—Estoy orgullosa del hombre que eres, por eso no me arrepiento de elegirte a tí como mí legítimo esposo, desde hoy hasta el día en que muera. —como era de esperarse, algunos sollozos se hicieron presentes desde el tumulto de personas, a las que era obvio que las bebidas alcohólicas solían ponerles melancólicos.—Ahora lanzaré esto; —señaló el ramo de flores blancas y enlazadas que sostenía en su mano.—E iré a ponerme más borracha aún.

Todos rieron de las ocurrencias de lo que parecía ser la versión de Ginny borracha, e inmediatamente la mayoría de chicas corrieron y se apilaron para atrapar las flores. Draco soltó un suspiro agotado y se recostó a una de las columnas, ansioso porque terminara la amotinacion de personas para ir y beberse hasta la última gota de agua de la piscina.

—¡Uno, dos...—Ginny tenía la mano fuerte, por lo que muchas dudaban atrapar el ramo de flores, incluso se forcejeaban entre ellas para atraparlo, jalandose de los brazos y empujandose ligeramente.—...Y tres!

El ramo de flores con lazos rosas voló por encima de todas las cabelleras largas, y cuando todos dirigieron su mirada hacía quien lo había atrapado, no pudieron evitar explotar en risas. Draco tenía una mueca de asco en su cara, mientras observaba a todas las chicas mirarlo con odio por no haber sido ellas las que lo atraparan. Harry, por su parte, estaba tan rojo como un tomate, y un poco cabizbajo por todas las personas que alternaban la vista entre el rubio y él, esperando algo.

Malfoy no medió más, se encogió de hombros delante de las chicas, mostrándoles un gesto arrogante, al que reaccionaron indignadas. Pasó frente a ellas, con el ramo de rosas blancas entre sus manos, algunas de las chicas incluso se ilusionaron con el mero pensamiento de que Draco Malfoy fuera a obsequiarle el manojo de flores e invitarlas a un baile, pero lo que sucedió fue todo lo contrario.

Caminó en dirección a Harry, con el paso tan seguro que hizo que al castaño se le detuviera el mundo. Draco presionó el ramo de flores contra el pecho del ojiverde, haciendo que este llevara sus manos a él para sostenerlo.

—Si algún día te decides, estaré esperándote. —habló, sin ningún tipo de expresión en su rostro, y Potter supo que no solo se refería a la noche de hoy.

Harry se quedó varado en medio de la fiesta, con la respiración agitada y un ramo de flores entre sus brazos. Miró a su alrededor, entre las personas bebiendo, bailando y siendo felices.

Casarse, después de todo, comenzó a parecerle una buena idea.

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