Capítulo 59

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Otra voz se sumó a la conversación. El tipo que había traído a Harry se sacó el pasamontañas y su rostro escueto quedo a la vista. Tan poco interesante.

—Mala fé, mala fé. —comentó otro de los tipos. Parecía la voz de un hombre mayor: ronca y bromista, y le pertenecía a uno de los hombres que estaba sentado, con una chaqueta de cuero roja y dorada y el pecho desnudo y repleto de vello blanco por el paso del tiempo. También tenía un par de tatuajes carcelarios que habían tomado un color verdoso y se veían por la apertura de su chaqueta vieja de brillo. El hombre hizo una mueca cuando se llevó un trago de tequila blanco a los labios. Harry estaba seguro por su forma de hablar, que él era el jefe de los matones.—Calmate. El muchacho está bien y es lo que importa.

Harry musitó. ¿Qué estaba pasando? ¿Estaba vivo Draco? Quería tirarse sobre él, pero no conocía a ninguna de las personas a su lado. ¿Dónde estaban? ¿Quiénes eran ellos?

—Drac... Draco...

Casí como un auto-reflejo Draco corrió hacía donde estaba Harry, tomándolo de las mejillas y acunando su rostro entre las palmas de sus manos.

—¿Harry? Mirame, porfavor. —murmuró, Harry parecía querer desmayarse.—Mantente aquí, maldita sea, mantente conmigo. —Cuando sus manos hicieron contacto con su rostro, Draco se percató que este estaba hirviendo.—¡Traigan hielo, joder!

Con un movimiento tosco en sus manos para que todos se pusieran a trabajar en su orden, le trajeron un pañuelo envuelto, que contenía una docena de hielos en su interior. Draco lo tomó en sus manos y se dejó caer al suelo, sin importar si arruinaba su ropa o túnica. Colocó con sumo cuidado a Harry entre sus piernas y pecho: con una mano acariciaba su cabello y lo apartaba de su rostro y con la otra colocaba el hielo en su frente, intentando bajar la fiebre.

El mismo hombre volvió a hablar. Aunque Harry estaba en un limbo;  medio aquí y medio allá, sabía que su acento no era británico ni mucho menos francés, y comprobó aquello cuando lo escuchó hablar en español.

—Wey estos ingleses toman demasiado coraje con las cosas. —río, dirigiéndose al que había estado encapuchado. Harry no entendía que hablaba, pero no le daba buena espina. El hombre de chaqueta brillante chocó su lata de cerveza con la del hombre frente a él, haciendo que la espuma se desparramara de manera asquerosa sobre la mesa. Rió nuevamente de una manera que le provocaba náuseas a cualquiera y volvió hablar en español, con aquel característico acento mexicano.—En mi tierra le dabamos una cerveza y se le pasaba el susto. No es de machos andar desmayandose por ahí.

—Tienes razón. —afirmó el que había traído a Harry; el chico con complejos homófobos.—Tampoco es que él sea muy hombre, solo fijate en su aspecto todo afeminado, por la virgen. De seguro es un ricachón que no ha pasado trabajo en toda su vida.

Tomo un sorbo de cerveza. Miraba a Malfoy con envidia.

—¿Y el otro quien se cree con ese color de cabello? ¿Cómo dijiste que se llamaba?

El de chaqueta roja se acercó al hombre del pasamontañas, con confidencialidad.

—Su nombre es Draco.

—Ja, sabía yo. Hasta nombre de marica tiene.

Harry comenzó a sentir su cuerpo drenar energía.

—¿Draco?

—Harry, aquí estoy. —murmuró Malfoy rápidamente.—¿Cómo te sientes?

Potter asintió en un gesto de obvia mejora.

—¿Donde estamos?

Malfoy trago saliva.

—Draco ¿Qué es eso que tienes en las manos?

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