Capítulo 56

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El Callejón Laduree. Ahí estaban nuevamente, sin embargo; no tan cerca del puesto donde unos días atrás los habían pintado. Draco había tomado el cuadro luego de ello y se habían marchado a casa en silencio. Se encontraba enmarcado en una de las paredes del pequeño piso. Harry miraba a Draco y Draco simplemente no lo miraba a él. Quizá, solo quizá, siempre había sido así.

Iban de mano, caminando, cuando disimuladamente y antes de entrar en una de las tiendas de las calles empedradas, Harry no pudo evitar observar aquel espacio frente al mar y el agua rompiéndose contra los muros. El ruido seguía allí, algunas sombrillas de Sol también, incluso, los veleros y botes flotaban con elegancia en el mar, pero...

Ni el anciano ni sus cientos de lienzos y cuadros estaban allí. Y no parecían haberlo estado desde el día en que Draco había pronunciado aquellas dos palabras. Mala fé. ¿Tendrían algun significado especial? ¿O simplemente era una casualidad y su mente solo comenzaba a inventarlo todo? Aunque recordando, no podía sacarse de la mente los ojos entornados de terror del anciano, sus labios temblorosos y las manos que tambaleaban el cuadro que estaba sosteniendo.

—¿Harriet? —preguntó Draco, con su característica voz ronca y aquel apodo que tanto le molestaba a Harry.—¿Estás aquí o debo enviar un transbordador a Júpiter?

Harry rió sin gracia ante su aburrido chiste y observó la tienda entre tantas frente a él. Tenía algunos dibujos raros, pero lo que relamente resaltaba era un gigantesco cartel con letras led en azul donde se podía leer alguna palabra que Harry no supo identificar en francés. Quizá era tiempo de adaptarse al nuevo idioma. En las vidrinas de adentro podían observarse cientos de largas hileras y filas de pendientes y aretes, y justo cuando entraron, Harry pudo comprobar que a pesar de que no entendía al cien por ciento el francés, contaba con un gran instinto.

El olor a alcohol y toallas humedas entró por sus narices tan pronto estuvieron dentro, acompañado del insistente sonidito de alguna maquinaria que parecía venir de otra habitación.

—Oh por dios, no puedo que vayamos hacer esto otra vez. —murmuró Harry. Se había puesto nervioso al momento.

—Harry. —habló Draco en inglés, para que nadie más pudiera enterarse de aquello.—¿Realmente quieres saber lo que significa aquello que te ha tenido despierto todas estas madrugadas?

Instantáneamente Harry ubicó la tarde que pasaron en el sitio de pinturas y todo el incidente con el anciano.

Sí se trataba de eso, entonces quería no, necesitaba saberlo.

Asintió, seguro. No escaparía de lo que fuese.

Entonces, Draco lo observó, más seguro aún.

—Creo que tienes mucho por escuchar.

                           [...]

Mala fé era lo mismo que poder, que bastardos rubios y asesinos que habían subsistido a través de los siglos. Eran reconocidos de esta manera en Francia por quien quiera que existiera. Inlcuso, cuando los niños solían ser desobedientes, sus abuelos le contaban historias tenebrosas sobre cosas que los ancestros de Draco habían hecho cuando aún vivían.

—Malfoy —mencionó Draco.—Se traduce al francés Mala fé. Es por esto que es raro que escuches a alguien referirse a mí como Malfoy. Y ahora, tú también eres uno. Aquí, en Francia, eres Harry James Mala fé.

El labio inferior de Harry tembló un poco. ¿A qué se estaba enfrentando?

—¿Cuál es el significado de esas dos plabras? —preguntó. Draco acarició un mechón de cabello castaño, colocandolo detrás de su oreja.

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