Capítulo 34

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—Incluso recuerdo cuando Draco pasó por su etapa hormonal...—contó Narcissa, con aquel gigantesco álbum entre sus manos, y con Harry sentado a su alrededor.—¡Terminó pidiendome preservativos mágicos!

Draco colocó un gesto de asco en su rostro, su cara parecía estallar de coraje, mientras que Narcissa seguía hojeando las fotografías, mostrando una donde Draco tenía el cabello rubio, un poco más oscuro que ahora, adherido a ambos lados de su cabeza, mojado y aliñeado al rostro. Su diminuto cuerpo pálido estaba desnudo, y justo donde la fotografía acababa, comenzaban las caderas de aquel niño rubio, sin dejar mostrar nada más que su torso endeble y que no tenía comparación absoluta con el de ahora.

—¡Mamá! —reprochó Malfoy una última vez, creyendo que así quizá conseguiría hacer que su madre guardara el álbum familiar a donde pertenecía. Narcissa ignoró a su hijo, riendo y comiendo una que otra galleta junto a Harry, quien curiosamente, también parecía estar disfrutando la conversación, aún teniendo los ojos de Lucius sobre él. Podía sentirlos, azules y fríos escarbar sobre su pelo rizo, sus ojos verdes y rostro asombrado al ver la versión más jóven de Draco. Sin embargo; el hombre se había mantenido un poco más frío que la vez pasada y Potter lo comprendía. Había caído en un estado de desahogo, lo que lo había llegado a contar aquellas cosas para aliviar su culpa, y él estuvo allí para escucharlo. No se volvería a repetir, estaba seguro. Una vez más, se equivocó.

—Seanme sinceros...—habló la señora Malfoy, con complicidad, pero pareció recordar lo casanova que había salido su hijo.—Tú no, Draco.—se giró nuevamente hacía Potter.—Dime, Harry... ¿Llegarás virgen al matrimonio?

Del otro lado del gigante sofá verde, Draco comenzó a toser desesperadamente, parecía haberse atorado con el té. Las mejillas de Harry parecían estar a punto de estallar, tan rojas como el color de su casa. El castaño le dió una ligera mirada a Malfoy, rogando ayuda. Draco se removió en el asiento, con una risita burlona en los labios y sin importarle mucho el hecho de que su padre estuviera allí.

—Digamos que yo me encargué de que eso no sucediera.

—¡Draco! —alteró Narcissa, negando repetidas veces, como si la juventud de hoy en día fuera una aberración.

—Querías sinceridad ¿No? —recordó. Harry estaba tan estático que fácilmente podía parecer una victima del hechizo petrificador.

Narcissa bufó.—A veces olvido que eres idéntico a tu padre. —el ambiente pareció tensarse ante aquellas palabras, pero como siempre, la mujer consiguió alivianarlo.—Oh, aquí habías perdido tu primer diente de leche.

Harry no pudo evitar soltar una amplia carcajada al ver a un pequeño Draco con un gesto de sufrimiento incrustado en el rostro y la gigantesca ausencia de un diente. Tenía las mejillas rojas y borbotones de lagrimas escapando de sus ojos azules, que en ese entonces, no eran tan grises. La fotografía hizó una pequeña pausa y luego volvió a moverse dentro del álbum, dejando ver como el pequeño Draco continuaba lloriqueando en el suelo hasta que un brazo fuerte y pálido se envolvía a él y lo cargaba sin ningún trabajo. Lucius casí dos décadas más jóven quedó revelado ante la cámara mágica que parecía haber tomado aquella foto, estaba sonriendo genuinamente mientras que con su dedo indice le hacía pequeñas cosquillas a su hijo en el abdomen. El Draco pequeño se removió, inquieto, pero sin poder negarle una risa tierna ante aquella acción. La fotografía en movimiento cesó, dejando toda la sala en un auténtico silencio.

Draco tensó su mandíbula, en sus ojos había una clara confusión, ligada con certeza. Él recordaba aquella escena, o al menos, tenía fragmentos de ella, porque su rostro se contraía, al igual que su ceño, como si intentase indagar más a fondo entre sus recuerdos. Tal vez el hecho de observar una foto donde su padre era aún cariñoso con él, fue lo que lo hizo romper el silencio y levantarse del sofá, perdiéndose en las escaleras de la segunda planta. Harry conocía la verdad y a pesar de ver a Malfoy confundido, no podría decirle que su padre alguna vez lo amó y lo seguía haciendo, no cuando había jurado empezar de nuevo. Si el tiempo y Lucius se ponían de acuerdo, ambos le contarían la verdad a Draco por ellos mismos.

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