Capítulo 39

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Harry se giró con brusquedad, no entendía nada, tras suyo, las voces y murmullos asombrados hacían que su corazón latiera con una velocidad peligrosa. Cuando giró su rostro, perdiendo de vista al sacerdote frente a él, quien tenía el rostro descolocado por la pronta interrupción, se encontró con Lucius. El hombre también parecía desconcertado, había sido uno de los primeros en levantarse de su asiento, junto a Narcissa, quien cubría su boca con una de sus manos, mientras que sus ojos, un poco vidriosos, no podían dar crédito a lo que veían.

Los puños de Draco, a sus costados estaban apretados, con los nudillos tan blancos como su cabello. Respiró profundo, intentando alejar de su cabeza; las voces de las personas dentro del templo, porque esta comenzaba a plapitar de dolor, y eso, lo único que podía significar era que, incluso las personas que no tenían nada que ver, saldrían aullando de las cientos de torturas a base de crucios que estaba planeando.

Harry observó a la persona, dándose cuenta de que no la conocía en lo absoluto, pero su rostro cambió la expresión cuando se percató de que Draco sí.

—Pero miren que tenemos aquí...—la mujer de cabellos de color miel caminó por la Iglesia, haciendo que sus tacones blancos retumbaran. Las personas dentro la observaban como si de un ángel se tratara, porque realmente, así lucía. Aunque Harry quería preguntarle quien demonios era y que hacía allí, se mantuvo callado, porque en aquella cara a metros de él, tenía facciones que conocía y sobre todo, por el hecho de que los Malfoys la observaban con cuidado, paso por paso.—; El pequeño Draco Malfoy contrae matrimonio y no es siquiera capaz de invitarnos.

Un chico más alto venía tras ella y solo se dejó ver cuando terminó aquella oración. Si en un primer momento Harry había pensado que esa mujer tenía un rostro angelical, dejó de creerlo cuando observó al chico, quien parecía tener más o menos su edad. El joven encerraba para sí solo el mero concepto de belleza y arte: tenía el cabello por encima de los hombros y a diferencia de la mujer, este era plateado. Sus facciones finas y afeminadas lo hacían verse como una chica, sin embargo, dejó que su aire masculino hablara por él, con una voz muy ronca, dehecho.

—Es una pena... ¿No es así, madre?

Entonces todo tuvo sentido. Aquel muchacho era claramente su hijo, sin embargo, el color de cabello era notablemente distinto y sus rostros, delicados y tallados por las manos de Merlín, eran casí exactos, con la simple diferencia de que uno era la versión masculina y veinte años más joven del otro.

Lucius tragó en seco, parecía haber olvidado que la ceremonia aún se mantenía en pie.

—Andrómeda ¿Qué haces aquí? —y fue así como en la cabeza de Potter, algo hizo click. Andrómeda era la hermana de Narcissa y tía de Draco, por lo que ese jóven a unos metros de ambos, debía ser por ley, su primo hermano.

Narcissa evitaba hacer contacto con ellos, estaba asombrada, casí petrificada.

—Lucius...—saludó la mujer, con la hipocresía derramandosele del cuerpo.—; Me encantaría decir que es un gusto verte, pero no lo es.

El chico, quien se había mantenido callado, sonrió con burla.

—Vamos madre, no seas tan dura con ellos, deben haberla pasado realmente mal cuando el apellido Malfoy quedó arruinado.

Andrómeda se giró para encarar a su hijo, lo que hizo que este bajara la cabeza un poco, respetuosamente. Y Draco no pudo evitar pensar cuanto se parecía a él cuando buscaba la aceptación de su padre.

—Nicholas, no seas tan grosero. —reprochó, con una falsa molestia.—; Ahora ¿Por qué no vas y felicitas a tu primo?

Narcissa rompió el silencio con su estruendosa voz, dirigiéndose hacía su hermana.

—Andrómeda, ya escuchaste a Lucius. ¿Qué es lo que haces aquí?

La mujer pareció sorprenderse por unos instante, como si no hubiese notado su presencia hasta ahora.

—¡Hermana! —exclamó, mientras Nicholas se acercaba a Harry y Draco. Desde donde estaban, Potter pudo ver que sus pasos eran muy seguros a pesar de que no conocía el lugar ni a las personas que estaban en él. No parecía dejarse intimidar ni siquiera con la presencia de Draco, quien tenía la mandíbula marcada de tanto apretarla. Harry dejó de escuchar a Andrómeda cuando su hijo llegó a donde estaban. El sacerdote le dió un rápido vistazo antes de bajar la mirada con miedo y resignarse con su crucifijo.

—Primo. —sonrió, a unos pasos de ambos. Su sonrisa era rasgada y burlona, casí como la de un payaso, y eso, además de parecerle atractivo a la mayoría, daba escalofríos.—; Lamento interrumpir tu boda. —Nicholas pasó su vista hacía Potter y su sonrisa se anchó.— Tú debes ser Harry Malfoy ¿No?

Unas pequeñas mariposas revolotearon dentro del estómago del ojíverde al escuchar aquel apellido.

—Técnicamente no. Estabamos a punto de concretar las nupcias. Tú y tu madre son bienvenidos, pueden sentarse mientras el sacerdote Félix continúa con la ceremonia.

Nicholas besó la mano de Potter, haciendo que el corazón y ojos de Draco se dilataran. ¿Acaso se atrevía a besar a su esposo delante de él? Al parecer este chico no había cambiado en lo absoluto desde que eran niños.

El rubio hizo una reverencia diminuta después de impregnar sus finos y rosados labios en la palma de su mano.

—Estaremos encantados, Harry.

Y así, caminó algunos pasos hasta el lugar que había ocupado su madre, cerca de Narcissa. Antes de irse, Potter le dió una última repasada. Algo no iba bien con ese chico, y aunque a simple vista no podía descubirir que fuera, su instinto no lo abandonaba. El elegido recordaba perfectamente a Nymphadora Tonks y lo valiente que había sido al morir en la guerra, recordaba su cabello castaño y como este tenía gran semejanza con el de su madre Andrómeda, sin embargo, su otro hijo parecía formar parte de la descendencia Malfoy y no de la Tonks.

Que cosas digo, pensó Harry, volteandose de vuelta ante el cura, quien retomó la ceremonia.

—Teniendo en cuenta que no hay oposición alguna ante el matrimonio, los declaro ante Dios y los presentes testigos, unidos en sagrado matrimonio. —y con una pequeña sonrisa, el sacerdote se dirigió hacía Draco.—; ¿Qué estas esperando? ¡Ya puedes besar al novio!

El templo estalló en aplausos y felicitaciones. Los labios de Draco se entreabrieron, puesto que, a pesar de que besaba a Harry cuando quería, este beso sería el comienzo y fin de algo. Marcaría un antes y un después en ambas vidas. Harry sintió el impacto de su boca contra la de Draco y supo que aunque el peliblanco se había tomado sus segundos para procesar, finalmente había decidido concretar la situación.

Después del beso, Draco rodeó con sus brazos al castaño. Estaba abrazandolo porque después de tanto tiempo, de las tantas cosas que atravesaron, Draco había cumplido su promesa; había convertido a Harry en su esposo.

Ahora sí. Sr y Sr Malfoys.

Antes de que el abrazo, los pétalos, las felicitaciones, el confeti, las personas riendo y las sensaciones fluyeran por su cuerpo, Harry alcanzó a ver alguien tras tener el mentón apoyado en el hombro de Draco. Nicholas no se había movido de su asiento, se mantenía sentado, con una pierna sobre la otra y sus ojos bien clavados en los de Harry.

El castaño dió un pestañeo para luego confirmarse a sí mismo. Habían muchos secretos ocultos bajo ese cabello dorado.

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