Capítulo 63: Cadena perpetua.

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¡Pss, pss! No te asustes, pero estás a punto de empezar a leer el capítulo 200 de Sabrae. Quería darte las gracias por haber llegado hasta aquí, no importa si llevas desde 2012, 2017 o la semana pasada. Cada comentario, cada tweet, cada mensaje y cada voto han hecho posible que hoy estemos las dos aquí.

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bueno, las tres

Por 200 capítulos más!! 

(A poder ser, no exclusivamente en Sabrae JSJSJJSJSJS)

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Tamborileó con los dedos en la mesa, una sonrisa nerviosa pintarrajeándose poco a poco en su boca. Sentí que la tentación de decirle que mejor lo olvidara y que su historial no importaba, que su pasado ya había pasado y ya sabía todo lo que necesitaba saber de él, que lo que hubiera hecho no le definía, pero supe que aquello sería cobardía. Él había escuchado las peores cosas de mí y no había vacilado lo más mínimo en asegurarme que mis sentimientos eran válidos, que mi vida merecía que la escucharan, y que los celos que sentía escuchándome hablar de los que le habían precedido sólo hacía que mi amor fuera más dulce, igual que la miel alivia más tras una comida especialmente picante.

Cuando le pedí que me hablara de Perséfone, había asentido con la cabeza, inclinándose hacia atrás en la silla, pegando la espalda al respaldo y cuadrando los hombros como si estuviéramos en una sala de interrogatorios, yo llevara una placa y a él lo hubieran pillado intentando meter droga en el aeropuerto.

Abrió la boca, tomó aire, la volvió a cerrar, y frunció el ceño. Se había relamido los labios y había jadeado una risa nerviosa, de ésas que exhalaba cuando me vacilaba y yo le vacilaba más fuerte, lo suficiente como para que no supiera qué contestarme, y se había hundido un poco en la silla, espatarrándose.

Cuando se pasó una mano por el pelo, ya no lo pude soportar más. Necesitaba preguntarle. La tensión de no saber qué era lo que estaba pensando, ya que se había vuelto más opaco que el muro de Berlín en plena posguerra, me estaba matando. Jamás me había sentido así con él desde que habíamos empezado lo nuestro: en el momento en que me había abierto de piernas para él, Alec me había abierto su corazón, y yo le había leído mejor que a nadie.

G u g u l e t h u (Sabrae III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora