Niki se limpió la boca con el dorso de la mano tras dejar sonoramente el vaso encima de la mesa que Alec y él habían sacado de quién sabía dónde. Esbozó una sonrisa oscura, miró a Scott, y luego, clavó los ojos en Alec antes de decir:
-Yo nunca he quedado segundo en una final.
-Oh, jojojojo-se descojonó mi hermano, llevándose la mano también a la boca para ocultar sus carcajadas al ver el gesto de sorpresa mal disimulado de Alec.
Llevaban casi media hora así, bebiendo sin parar y retándose los unos a los otros; aunque técnicamente participábamos todos, en realidad nadie que hubiera cogido un vaso pensaba que estuviéramos jugando todos en la misma liga. Los demás estábamos ahí como quien echa un partido en el patio del colegio: sólo por la diversión, para ver quién gana, y nada más.
Alec, Scott y Niki, por el contrario, estaban en una final de la Champions. Todo su prestigio se escondía en los fondos de los vasos que tenían ante ellos, y ninguno estaba dispuesto a parar para poder recordar todo de la noche y arriesgarse a perder.
Yo también estaba participando, pero sólo bebía un sorbito de nada con el que apenas me mojaba los labios, ya no digamos me emborrachaba. Había empezado arrodillada en el suelo, frente a la mesa baja, pero después de varias copas (muchas de las cuales mi puñetero novio me había hecho beber, diciendo cosas que él mismo me había hecho), había terminado por sentarme en el reposabrazos del sillón que había conseguido y pasarle las piernas entrelazadas por encima de las suyas. Ahora me divertía más pasándole la mano por la nuca, enredando los dedos en su pelo, y disfrutando de las reacciones de su cuerpo, la gran mayoría incontroladas, y muchas incluso ignoradas por él.
Estaba tan absorto en la competición que apenas le prestaba atención al bulto de sus pantalones... bulto que yo me ocupaba en hinchar con asiduidad coqueteando con él con el descaro de las strippers de las películas.
Eso sí: me había pasado el brazo por las caderas y me tenía bien agarrada del culo.
Porque puede que fuera competitivo, pero seguía siendo Alec Whitelaw.
Me pregunté a qué se debía la sorpresa de mi chico, pero enseguida recordé lo que me habían resumido Bey y Bella de la conversación que me había perdido con ellos: Alec no les había dicho a sus amigos de Grecia en qué posición había quedado en su última final porque su relación simplemente no era así, sino más bien basada en compartir tiempo libre juntos y pasárselo lo mejor posible. Entendí un poco mejor que pudiera pasar perfectamente sin verlos, pero aun así me apetecía que nos reconciliáramos con ellos y Alec pudiera pasar un buen verano previo al voluntariado.
Al se pasó la lengua por las muelas, esbozó esa sonrisa torcida que ahora me pertenecía sólo a mí, y que sólo por haber sido para medio Londres ya valía un millón de libras, y asintió con la cabeza, mirando sus rodillas. Parecía derrotado, como si supiera que ya no podía seguir peleando...
... hasta que levantó la vista y clavó los ojos en Scott.
-¡Bebe, S!
-Qué hijo de puta-rió Tommy, que estaba esperando a que mi hermano se diera cuenta de que Scott también había quedado subcampeón en otra final que había disputado. S estaba tan borracho de su propio éxito que apenas le afectaba aún el alcohol que había ingerido, y eso que en su lado de la mesa había tantos círculos de tantas veces había cogido su vaso de chupito que parecía Júpiter con su infinidad de lunas.
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G u g u l e t h u (Sabrae III)
RomanceTras los meses de la más absoluta felicidad que ha experimentado Sabrae en toda su vida, ha tenido que aprender por las malas que no se le puede poner un vendaje al corazón para impedir que sienta. Lo hace de todos modos, y más intensamente, quizá...