Capítulo 68: Hazte con todos.

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-Diana acaba de coger el avión-anunció Tommy, mirando la pantalla de su móvil. No pudo evitar esbozar una sonrisa al pensar en su chica viniendo por fin a reunirse con nosotros, y yo comprendía muy bien esa sensación.

Todavía estaba dolorido de lo que habíamos hecho ayer Sabrae y yo. Hundirme en ella otra vez, sin ningún tipo de barrera entre nosotros, había sido glorioso: lo suficiente como para olvidarme de la sensación de pesadez que atenazaba mis brazos, mis piernas, mi espalda; todo mi cuerpo se resentía por el ejercicio que había hecho esa noche, ya en el límite de mis posibilidades. Por eso precisamente la había dejado durmiendo en el piso de arriba: la veía agotada, pero feliz. Una sonrisa de satisfacción le cruzaba la boca mientras su espalda subía y bajaba al compás de su cuerpo, haciendo que me quedara embobado mirándola por un momento, sin decidirme entre marcharme o quedarme allí con ella y adorarla en silencio, resistiéndome a la tentación de tocarla a cada segundo, pues necesitaría comprobar que era real.

Sabía de buena tinta que Tommy dormía con Diana cada vez que podía, así que no pude más que sentir empatía por aquella sonrisa. Me alegraba sinceramente de que T por fin dejara de estar solo: en nuestro grupo se habían formado dos bandos, de solteros y emparejados, entre los que Tommy no había dejado de bailar en Mykonos. No tenía a ninguna de sus chicas con él, así que no podía reclamar un dormitorio para celebrar su juventud, pero tampoco tenía la libertad de quien no tiene ataduras y puede irse con quien quiera y volver a las tantas.

Algo que parecía ser lo que le apetecía hacer a Bey. Había visto cómo había mirado a mis amigos cuando nos los cruzamos en la playa la tarde anterior y me detuvieron en un intento de darme conversación que yo sabía que tenía poco que ver conmigo y mucho con mi compañía, pero no me había preguntado por ninguno en particular y yo tampoco tenía ganas de empujarla a los brazos de ninguno de ellos, de modo que lo había dejado correr.

Sin embargo, que entendiera a Tommy no quería decir que no me apeteciera burlarme un poco de él, así que me sumé a la oleada de aullidos que manó de las gargantas de los chicos al verlo sonreír como un bobo.

Y después:

-¡Shhh! ¡Las chicas están durmiendo!

-No haberlas cansado tanto, entonces-rió Logan, que se había sentado en una de las sillas de la cocina y estaba coleccionando las uvas de mi madre. Scott se rió, robándole una de la mano.

-¿No os parece que Alec se nos ha vuelto un blando desde que está casado?-lo picó.

-Yo no estoy casado. ¡Mira quién fue a hablar! El tío que casi se folla a su chica en prime time. ¿Qué tal va la espalda, por cierto?-pregunté, y Scott se rió de nuevo. Tenía las marcas de las uñas de Eleanor bajando de sus hombros hasta sus riñones, y cuando se había quitado la camiseta en la playa y Tommy lo había visto, le había soltado que se había opuesto a su relación con su hermana en un principio por el bien de ella, pero que, de saberlo, lo habría hecho por la integridad física de él.

-Mejor de lo que se merece-dijo Tommy, negando con la cabeza, y luego me miró a mí-. ¿Has aprovechado el tiempo que te quedaba con Sabrae?

-Ni que fuera a morirse. O a cerrársele el coño-torcí el gesto-. Oye, ¿cómo sabes que está a punto de venirle la regla?

Tommy inclinó la cabeza a un lado, sonriendo, y se giró de forma dramática a un calendario de pared. Ni siquiera me acordaba de que estaba ahí cuando llegué con Sabrae, así que no me esperaba que Tommy hubiera notado su presencia. Lo entendí todo a la perfección cuando me fijé en la carita triste que había dibujado Sabrae con rotulador rojo, de los que mi madre utilizaba para marcar la fecha de los guisos que dejaba preparados el último día de estancia en Mykonos para no tener tanto apuro cuando regresáramos al verano siguiente.

G u g u l e t h u (Sabrae III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora