¡Hola, flor! Sé que no paro de darte sustos con notitas como esta, pero quería avisarte de que el lunes que viene (no pasado, sino el 11) voy a ir a un concierto (¡de Imagine Dragons, nada menos!), así que es bastante probable que no haya capítulo el finde que viene, puesto que me voy el domingo por la mañana en un mini viajecito. Espero poder sorprenderte, pero tengo bastante lío con el trabajo y demás, así que prefiero que vayas sobre aviso y no generar expectativas que luego puedo superar, a no decir nada y luego tener que decepcionarte poniendo un tweet en el que parezca que no soy nada previsora. Además, cuando llegues al final de este cap, seguro que entiendes por qué quiero tomarme mi tiempo escribiendo el siguiente 😉. Espero estar a la altura. ᵔᵕᵔ
Gracias por tu comprensión ❤ ¡disfruta del cap!
Siempre supe que iba a echar de menos el sentir su peso encima de mí después de hacerme suya, cuando se desplomaba agotado sobre mi cuerpo al haber gastado hasta el último ápice de su energía en adorarme.
Lo que nunca me habría imaginado es que lo haría cuando él aún estaba allí. Desde el primer momento en que me había contado sus planes sobre África yo había sabido que lo pasaríamos mal por lo físico de nuestra relación, por la necesidad que teníamos de disfrutar el uno del otro, pero tenerlo aún conmigo y echarlo de menos había sido una sensación devastadora.
Gracias a Dios, había vuelto a mí.
Y yo a él.
Le acaricié la nuca, deslizando los dedos por esos mechones ensortijados que tenía adheridos a la piel perlada de sudor. Después de abalanzarnos el uno sobre el otro en su garaje (porque yo había sido absolutamente incapaz de continuar resistiéndome a él, y menos cuando exudaba tanta testosterona que mi cuerpo se había convertido en un impulso primario y físico de hacerlo mío), habíamos tardado tan poco en subir a su habitación que apenas habíamos conseguido llegar a la cama, y yo creí que lo solucionaríamos en apenas media hora, incluso sabiendo que el apetito que tenía por él era insaciable.
La noche nos había sorprendido debajo de las sábanas, nuestros gemidos y jadeos acallando el canto de las estrellas. Hacía horas que no sabía dónde estaba mi ropa, y hacía aún más tiempo aún que ni siquiera me importaba. Estaba físicamente agotada y psicológicamente plena como pocas veces lo había estado desde que Alec se despertó del coma; con todo, quería más. Quería que siguiera aplastándome con el peso de su cuerpo sobre el mío, que siguiera invadiendo mi sexo con el suyo, y que siguiera...
... que siguiera igual el mes que viene. El año que viene. La vida que viene. Que no tuviéramos que abandonar nunca su cama.
Me parecía un milagro estar así después de todo lo que habíamos pasado. Un sueño, una mentira demasiado bonita como para ser real. Y, sin embargo...
Alec se dio cuenta de que me costaba un poco respirar, y bueno como era (más de lo que yo me merecía), hizo amago de incorporarse para dejarme descansar. Suerte que le conocía y ya estaba preparada para cuando intentara hacer eso, y no le dejé: cerré las piernas bien en torno a él y hundí los dedos en la gloriosa piel que cubría los gloriosos músculos de su aún más gloriosa espalda. Todavía le tenía dentro de mí.
-No te vayas todavía.
Noté cómo sonreía por la forma en que sus dientes acariciaron el lóbulo de mi oreja.
-Te estoy aplastando, bombón.
Bombón. Había vuelto a decirlo en ese tono con el que lo hacía antes: chulo y juguetón, retador y, a la vez, cariñoso. No sonó como las otras veces en que había usado esa palabra para llamarme a lo largo de la última semana, en la que casi había querido más aplacar mi tristeza por nuestro distanciamiento que demostrarme que seguía ahí.
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G u g u l e t h u (Sabrae III)
RomanceTras los meses de la más absoluta felicidad que ha experimentado Sabrae en toda su vida, ha tenido que aprender por las malas que no se le puede poner un vendaje al corazón para impedir que sienta. Lo hace de todos modos, y más intensamente, quizá...