Capítulo 7: Obsequio

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Busco desesperadamente a la persona que causa esa sensación de reconocimiento en mi.

Tyler ha regresado.

Cuando mi vista se centra en él, está conversando en la puerta de salida con un chico, busca con su mirada en mi dirección y por sobre el hombro me sonrie, instalando el alivio en mi cuerpo atormentado por su ausencia.

Sonrío en respuesta. Es todo lo que puedo hacer, y respirar. Había dejado de respirar.

Observo por vez primera el comportamiento de las chicas a su alrededor: lo miran con ojos brillosos, se acomodan sus cabellos trenzados o la falda del uniforme, o caminan muy, muy cerca de él al pasar por su lado.

Entonces, de manera curiosa reparo en lo que ellas ven: Tyler cruza sus brazos a la altura del pecho y se balancea sobre sus talones, ni siquiera me había percatado en que usa uniforme y le queda perfecto. Cuando sonríe...

Su mirada vuelve a mí y me siento descubierta, reanudo la caminata al notar que me he detenido. El chico con el que habla se despide chocando puños y se aleja mientras me acerco más a la salida donde Tyler espera. Me detengo frente a él.

En este momento sólo importa que está bien y que esté aquí conmigo, lo demás puede esperar.

- Hola- mordisqueo mi labio e intento no quedarme viéndole fijo a los ojos.

- Hola -sonríe y se balancea nuevamente. ¿Será una señal de nerviosismo su cruce de brazos o confianza absoluta?

- No tuve la oportunidad de agradecer tú ayuda con el trabajo de matemáticas. Ya sabes...

Arrugo mi nariz haciendo una muñeca. Era todo lo que necesitaba decirle. Tal vez ahora si me sienta aliviada y duerma como bebé.

Siento las miradas de los demás e imagino los nuevos chismes de fin de semana.

- No fue nada. Realmente, se sintió bien poder hacer algo por ti, algo diferente.

Sonrie y se acomoda la correa de su morral.

- ¿Puedo acompañarte a casa? Así podemos conversar en el camino.

Su tono de voz ya no es tan jocoso como cuando hacía insinuaciones de sus sentimientos por mi. Se escucha más bien precavido.

Bajo la mirada y asiento con un gesto. Quizá me entero del motivo de su ausencia y si tiene que ver conmigo.

Agarra de mi hombro el morral con mis libros y comenzamos a caminar uno al lado del otro. Después de un par de minutos rompe el silencio:

- ¿Mañana también escaparás al claro? Pregunto sólo para estar preparado y no poner mis otros ojos a vigilar.

Entiendo que se refiere a los otros guardianes.

- No tienes que hacerlo, siempre tengo cuidado de mantenerme dentro del perímetro de vigilancia. Después de tanto tiempo ya deberías saberlo.

- El claro está en el límite, es muy peligroso.

Giro la cabeza hacia él y lo miro a los ojos.

«Mala idea»

Siento los latidos de mi corazón golpeando en el pecho con fuerza como si estuviera asustada.

- No voy a escapar. No quiero ser la cena de los Or-hunters. Puedes hacer como esta semana, olvidarte que existo y desaparecer.

Tyler sonríe y niega con la cabeza.

- Eso se escuchó como un reclamo. ¿Me extrañaste?

Evito su mirada y me centro en el camino.

- Pienso llevar a mi hermana mañana-desecho su pregunta retórica- y no veo por qué habrías de preocuparte, siempre sabes donde estamos.

Su mirada se suaviza y un destello brillante atraviesa sus ojos.

- Me sorprende que lleves a Ashley. Ese lugar es como un santuario para ti. -le miro de nuevo- Los demás guardianes no saben sobre el claro. Puedes confiar en mí, cuando me informan que te escapas solo yo te he seguido.

Lo escucho tan sincero que desisto de hacerle la guerra, tal vez no es tan malo pensar en Tyler como un amigo.

Haciendo a un lado sus coqueteos, debo reconocer que verlo me ha dado la tranquilidad que había perdido y se siente bien caminar juntos a casa.

- Estoy tratando de llevarme mejor con mi hermana, es difícil la convivencia con ella y me gustaría poder cambiar eso.

Se queda en silencio por unos segundos y deseo saber si es consciente de que él es el motivo principal de los ataques de Ashley.

- Eso es muy dulce de tu parte, espero de corazón que funcione - Se aclara la garganta y seguido suspira-. Respecto a lo que pasó en tu casa...

- No me siento preparada para esa conversación- interrumpo -. Me siento tan bien ahora teniéndote como amigo, que no quiero que perdamos eso ¿me entiendes?

- Te sientes bien porque estoy contigo. Lo mismo me ha pasado, fue agonizante estar separado de ti. Pero era necesario para que podamos dar el siguiente paso, Lys, piénsalo, no es por azar que tú y yo nos vinculamos.

Se detuvo y yo hice lo mismo, me observa un breve instante y luego me devuelve el morral con mis libros.

Noto que hemos llegado a mi casa y estamos parados justo en la entrada.

Tyler toma mi mano. La energía sube por ella recorriendo mi brazo, recuerdo lo que he estudiado en los libros antiguos sobre el reconocimiento que hace la sangre de los guardianes al don de Midas. Es una sensación placentera que me atrae magnéticamente y la disfruto.

Luego, me toma por sorpresa colocando en mi mano una pequeña bolsa hecha con tela de gamuza y cierra mis dedos alrededor de ella.

- La hice para ti, espero que te guste. No hice más que pensarte mientras estuve en el Delfos. Se me ocurrió hacerte un obsequio.

Así que allí es donde estaba. En el Delfos, en lo más alto de la montaña, el santuario de los hijos de Midas y lugar de residencia de los Mayores custodios de nuestra historia.

Se inclina y me sorprende de nuevo con un beso en la mejilla, presionando sus labios por más de un par de segundos. Puedo oler la fragancia del perfume que flota a su alrededor y suspiro.

Sin más, se marcha dejando un cosquilleo recorriendo cada centímetro de mi cuerpo.

Me quedo paralizada observando la pequeña bolsa en mi mano.

Recibí muchos obsequios antes a nombre de Tyler, pero yo sabía que lo enviaban sus padres; por más costosos que fuesen yo simplemente los echaba en un cajón, la basura o se los regalaba a mi hermana.

Pero esto era diferente, lo había hecho por si mismo.

Mi estómago se retuerce aprisionando un revoltijo de gusanitos en él. Que él dijera donde estaba como si me lo debiera me hace sentir extraña y no puedo permitirme que el juegue con mis emociones, no puedo dejarme afectar de sobre manera, no, si deseo tener una mejor relación con mi hermana, y la cercanía con Tyler no ayuda en ese cometido.

Obligo a mis pies a moverse al interior de la casa. No hay rastro de la presencia de mi madre o de Ashley. Subo la escalera, recorro el pasillo hasta llegar a mi habitación.

Me siento en la cama sintiendo mis manos y piernas temblar, mi pecho está oprimido como si hubiese cometido un delito y temiera a ser descubierta.

Me levanto y voy al baño, me lavo la cara para intentar calmarme y regreso a la cama. Observo con detenimiento la pequeña bolsa tomándola en mis manos por no sé por cuánto tiempo, hasta que me decido a soltar con cuidado el nudo del cierre, vaciando suavemente el contenido en mi mano.

Mi boca se abre extasiada y exclamo sin pensarlo:

«¡Oh Tyler!»

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