Capítulo 9

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Había llegado hasta aquí con el objetivo de decirle a mi hermana que tenía sentimientos hacia Tyler.

Por ella, me había empeñado en apartarlo, me negué a qué fuésemos amigos y quise odiarlo con todas mis fuerzas pero no tuve éxito.

El odio y el amor son sentimientos igual de intensos que comprometen tu voluntad con una fuerza descomunal y pueden llevarte más haya del límite.

Para un hijo de Midas, los límites peligran en la muerte.

Ashley levanta las cejas inquiriendo una respuesta, así que tomo una gran bocanada de aire como si me fuera a sumergir en el agua y comencé a soltarlo despacio.

- Falta poco para que abandone la casa de nuestros padres, sabes que irse de Frigia es una locura, los Ór-hunters nos cazan por todos lados, no me escaparé a ninguna parte.

Entrecierra los ojos cuando termino de hablar y guarda silencio por unos segundos. Espero por su próxima pregunta, veo que es el mejor camino para zanjar el tema de una vez por todas.

- La única opción que queda es casarte con Tyler, e irse a vivir juntos. Y odias la idea de que te obliguen a ello, así como odias a Tyler.

No aparto la mirada de ella armándome de valor, las manos me empiezan a cosquillear y las cierro con fuerza para mantener a raya mi don.

- Tyler y yo hemos hablado.

Suelto sin más. Observo a Ashley contener la respiración y pasar saliva.

Espero con nerviosismo estar segura de que ella no estalle en cólera.

- ¿Y eso en qué cambia las cosas? -pregunta sin pestañear siquiera- A no ser que se estén viendo a escondidas.

Debía responder con tacto a sus preguntas.

No puedo decirle todo de una vez o se terminarían los planes de mejorar la relación de hermanas.

- No necesito verme con él a escondidas porque lo veo constantemente, es mi guardián, y su deber es permanecer cerca.

Pone los ojos en blanco y bufa.

- Sabes que no es eso a lo que me refiero.

¡Dioniso! A esto había venido, a contarle todo a Ashley para que acepte que la guerra que ella libra se acabó.

- Él me ayudó con el trabajo de matemáticas -casé nuestras miradas para evaluarla-. Fue como devolver el tiempo durante las horas que estuvimos estudiando a cuando jugábamos de niños ¿Recuerdas?

- Cuando se portaba como tú chaperón - yo rodé los ojos.

- Me refiero a que los tres podíamos estar juntos sin ningún problema, cuando todos éramos amigos. No me incómodaba cuando él permanecía acerca, Tyler siempre ha sido agradable y respetuoso. Y No porque era mi novio ni nada parecido. Es su manera natural de comportarse.

- Te...has enamorado-Balbuceó-. Le das largas porque crees que de esa forma me vas a contener.

Entrecerró los ojos y apretó la mandíbula.

- ¡Nooo, Ashley, cómo crees!- estoy contándote cómo van las cosas. No quiero que te apartes de mí otra vez. Quiero que nos llevemos tan bien como cuando éramos niños.

- ¡Oh por favor! No me tomes por idiota -los ojos de Ashley se inyectaron en sangre- Me gusta Tyler, pero a él le gustas tú y lo único que me importaba es que no le correspondías.

Sentí mi cara roja y negué con la cabeza.

- Era cuestión de tiempo. Sus detalles, su protección, su insistencia -continuó-. ¿Lo negarás? Hice mi guerra a lo inevitable para ganar tiempo con él, pero no le interesa nada en cuanto a mí concierne. Sólo con ver cómo te mira es un infierno para mí.

- Pero no soy culpable. ¿Preferirías verme infelizmente casada? ¿Qué sufriera por estar atada a alguien que me causara repulsión?

- Me consolaba saber que te era indiferente, que se casaría contigo sin que tú lo quisieras, y que todos fueramos tan infelices como yo lo he sido. Era justo que todos perdiéramos, no solamente yo.

Me quedé callada, mirándola, sería injusto estar obligados a ser infelices los tres, pero era injusto que ella cargara sola con toda esa infelicidad.

Envolví con mi mano el símbolo que había puesto en mi muñeca izquierda, el obsequio de Tyler. No quería esto para Ashley pero mi decisión estaba tomada.

- ¿Crees que no me fijé en lo que traes puesto? -ella estaba mirando hacia mi muñeca, se rió con amargura y sus ojos me fulminaron con una maldad que no ví antes- No eres mejor actriz que yo, her-ma-na.

¿Actriz? ¿Ashley estaba actuando?

Mi respiración se agitó. Podía sentir los latidos de mi corazón en la garganta, hasta donde me subió la bilis.

- Las cosas no tienen por qué ser así -mi voz se quebró.

Tragué el amargo de la bilis, conocía lo suficiente a mi hermana como para saber lo que vendría a continuación.

- ¡Cállate! No quiero escuchar ninguna de tus mentiras- se puso de pie y empezó a caminar dando fuertes pisadas, con las manos hechas puños-. Eres una hipócrita zorra de mierda. ¿A esto me trajiste? ¿A restregarme a la cara que Tyler y tú están juntos?

Me puse en pie y la seguí. Tendría que haber algo que pudiera decirle para calmarla, o al menos asegurarme de que fuera en la dirección correcta. Cruzar el límite era demasiado peligroso.

- ¡Ashley eres mi hermana! ¡No me hables así! ¿Por qué me culpas por algo que no pedí, que no elegí? Si pudiera entregarte el legado con gusto renunciaría a él.

Ashley se giró y me sorprendió con una bofetada.

-¡Entonces deberías estar muerta! No-me-llames-hermana ¡¡Jamás serás una hermana para mí!! Si pensaste en algún momento de este día que así era te equivocaste. Nunca te he querido, siempre has sido un estorbo en mi vida. Siempre lo tienes todo y ahora que tienes a Tyler, ya los tienes a todos.

Dio vuelta y comenzó a marchar de nuevo mientras seguía despotricando contra mí:

- ¡Te odio! Y ¿Sabes qué? Abandonaré la montaña y me entregue a los Ór-hunters ¡así ustedes dos viven su amor tranquilos!

Las lágrimas caían por mi rostro sin control, mi hermana no podía abandonar la seguridad de Frigia, los Or-hunters podrían asesinarla.

Corrí hacia ella cuando se adentraba en el bosque.

-Ash por favor ...

-¡¡Te dije que te callaras!!

Manoteé en el aire tratando de encontrar el equilibrio ante el fuerte empujón que propinó para alejarme.

Sentí el dolor invadiendo mi cabeza, con la espalda reposada sobre terreno duro

Todo se desvaneció lentamente a mi alrededor. Enmudeció el sonido de las hojas al viento, y se empañó la claridad en mis ojos. Un líquido tibio con sabor a metal y sal de desbordó de mi boca y acarició mi mejilla. Fue como si se hubiera abierto un vórtice y se volviera a cerrar, no sin antes haberme tragado por completo, sin dejar rastro de mí. En el que sólo había oscuridad.

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