Capítulo 26

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En todo el tiempo de mi estancia en el apartamento de Helena nunca había venido alguien de visita, ella no lo permitía.

Entonces, si alguien que no estaba invitado venía subiendo, además de ser un cazador, era por mí.

Mi respiración estaba entrecortada por la opresión en el pecho, ahora más que nunca le temía a los cazadores. Podía imaginar lo que serían capaces de hacer para atraparme, yo para ellos representaba el premio mayor. Pero tenía a John conmigo y él sabría que hacer, sólo necesitaba calmarme un poco y dejar que él se ocupara de todo.

— ¿Me escondo? —Indagué por lo que John estaba preparando.

— Él sabe que no estoy solo. Sé lo que busca, no te asustes, si supiera quién eres no habría venido solo y no se habría anunciado —acarició mi mejilla con su pulgar y pellizcó la punta de mi nariz con suavidad—. Ven, vamos a tu habitación —me tomó de la mano y entramos a la misma— desvístete y métete bajo las sábanas, no le dejes ver tu rostro, cúbrete con el cabello y da la espalda, e intenta respirar profundo y acompasado.

Mi cara se puso roja como un tomate y quise que ya estuviese cubierta para que él no lo notara.

¿¡Cómo iba a desnudarme delante de John!?

Él se giró de espaldas y mirando hacia la puerta, se sacó su camiseta, sus zapatos, abrió el botón de sus jeans y despeinó su cabello.

Los golpes en la puerta de entrada al apartamento no se hicieron esperar. Yo aún estaba paralizada viendo el torso desnudo de John, la forma de sus músculos, como se estiraban y contraían con cada movimento, él era hermoso y me dejó sin respiración cuando se giró hacia mí.

— Lys, nena, debes darte prisa —una sonrisa pícara se formó en sus labios y supe que él notaba que estaba idiotizada mirándolo, se acercó y me dio un beso rápido sacándome de mi ensueño—. Date prisa, conozco a mi hermano y querrá saber quien es la chica con la que estoy —dio media vuelta y salió.

¿¡Su hermano entrará a mi dormitorio!?

Comencé a desvestirme rápidamente, medias, jeans y camiseta, todo lo dejé caer al suelo; dudé si quitarme el bra pero igual me lo quité, tomé las sabanas y las halé desordenando la cama y me acosté boca abajo cubriéndome como si tuviera frio.

Luego lo pensé mejor y descubrí mis piernas, abracé la almohada enterrando mi cara en ella y mi cabello quedó suelto en todas direcciones. Escuchaba voces fuera y agudicé mi oído tratando de captar algo de la conversación.

Si no te estás tirando a Helena ¿entonces a quién?

Eso no te incumbe.

¡Oh claro que sí! Nuestra sangre no puede mezclarse con cualquiera. Papá está sorprendido de que estés nuevamente interesado en alguien. Además, debo conocer a la chica con estos piecitos de princesa —escuché pasos acercándose.

Kyle... Voy a partirte la cara si das otro paso.

— ¿En serio? Sabes que no puedes contra mi, John. Me sigo entrenando y tú no —más pasos y se abrió una puerta—No sería una pelea justa. Este debe ser el cuarto de Helena entonces tu chica está...

Un golpe seco en la puerta de mi habitación...

Sonidos de forcejeo...

Luego la puerta se abrió. Mi corazón se agitó pero permanecí inmóvil.

— Eres un maldito con suerte. Esta chiquita está... Dejaré aquí los zapatos de esa cosita. —escuché cuando dejaba caer lo que al parecer eran mis botines.

— Mejor cállate Kyle, necesita dormir.

Se cerró la puerta.

Escuché pasos hacia la puerta de entrada del apartamento y cuchicheos. Golpes.

Te dije que me sigo entrenando y tú deberías hacerlo

— Mejor lárgate.

Escuché la puerta cerrarse y el alivio me embargo, me senté mirando hacia la puerta esperando por John, que entró después de un par de minutos con una bolsa de hielo en la mano.

— ¡Oh Dios! John ¿Qué te pasó?

— Tranquila no es nada, solo golpeé mi mano contra la mandíbula de Kyle.

— Ven déjame verla — me moví a un lado haciéndole un lugar en mi cama y él se sentó mostrándome la mano, tenía los nudillos hinchados. Lo miré a la cara y noté su pómulo enrojecido también.— John...deberías tomar un desinflamatorio y algo para el dolor, ya lo traigo.

Me levanté rápidamente en dirección al baño y sentí deslizar la sabana por mi cuerpo hasta quedar con solo la tanga que llevaba puesta.

Quedé paralizada.

Apreté mis ojos pensando si darme vuelta y tomar la sabana para cubrirme. El corazón era una locomotora a punto de descarrilarse.
Escuché a John acercarse y las piernas me empezaron a temblar, no podía creer que esto estuviera pasando.

John estaba en bóxers, ahora lo recordaba, cuando entró colocándose hielo no lo había notado porque me preocupé de que estuviese golpeado. Pero ahora me incómodaba en gran manera que yo estuviera casi desnuda y él viniera por mi espalda, prácticamente en las mismas condiciones.

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