Capítulo 44

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Esta vez desperté con una intravenosa en mi brazo izquierdo. John no estaba. Nadie estaba conmigo.

La cabeza me dolía y sentía el estómago vacío. Gruñó como si  hubiese escuchado mis pensamientos.

Escuché pasos y Kyle apareció con una bandeja provista de comida en la mano.

— Eso se escuchó como un animal devorándote desde adentro —me sonrió pero yo permanecí sería— ¡Oh vamos Lys! Debes comer algo, no has pasado bocado desde el día de ayer y me diste tremendo susto, casi se para tu corazón y no soy médico.

Puso la bandeja en mis piernas y dio un par de pasos atrás.

¿Qué le pasaba a éste? ¿Por qué actuaba tan amable conmigo?

Miré la comida con recelo y lo escuché reír.

— No está envenenada, pero en tu lugar yo no tomaría el agua —dio media vuelta y se alejó.

A lo primero que le eché mano fue al café, necesitaba una gran dosis de cafeína para inyectarle energía a mi cuerpo. Comencé a comer los huevos revueltos y las tortillas de harina que tenía en el plato, todo sabía bien o yo estaba en verdad muriendo de hambre.

Eché mano a un par de alimentos más y desenrosqué la tapa de la botella de agua para acercarla a mi boca. Las palabras de Kyle asomaron en mi mente y la bajé al instante, era demasiado extraño pero tuve un presentimiento ante su advertencia.

— ¡Ya tienes mejor semblante! —habló Jonatán con voz fuerte mientras se acercaba— Descansaste suficiente, agradécele a Kyle.  Ahora, levántate tienes trabajo por continuar.

— ¿Dónde está John? —pregunté con voz suave.

Jonatán sonrió ante mi pregunta.

— Pensé que no querías saber nada de él —esperó unos segundos a mi reacción antes de continuar hablando—. John abordó un vuelo a Montpellier en la madrugada. Tú no ibas a perdonarle y él no quería presenciar nada de esto. Así que por fin siguió mi consejo de volver a la universidad.

Junté mis cejas.

» Llegué a creer que estaba enamorado de tí, pero cuando supe que Helena fue con él... . Pensándolo bien, él no montó todo este operativo por tí, era cuestión de tiempo para que recapacitara de estar en nuestra contra por acostarse contigo, aunque me hubiera gustado poder continuar con el plan original y llegar a Frigia.

Me quedé helada. Caí en cuenta que lloraba cuando mi visión se hizo borrosa a causa de la humedad de mis lagrimas.

Me había dicho a mi misma que no lloraría delante de ellos pero sentía que una mano invisible exprimía mi corazón y pulmones al tiempo, y el dolor era insoportable.

¿En verdad todo fue una mentira? Su juramento, su amor, sus caricias, sus besos... ¿¡Cómo pudo fingir que me amaba!?

Esto no podía ser cierto.

— ¡Vamos! ya deja de llorar y levántate. No eres ni la primera ni la última chica que caerá ante los encantos de un Jagger.

Jonatán comenzó a caminar esperando que le siguiera.

— NO —articulé entre sollozos esa sola palabra. Jonatán se detuvo en seco y me miró por sobre el hombro.

—¿No?

—Así como escuchó. No voy a hacerlo así que ¡Púdrase!

Jonatán no dijo nada más, sólo reanudó su marcha y desapareció.

Ya lo había dicho antes, terminaría siendo torturada y asesinada. Ahora que ya no tenía a John, estaba dispuesta a acelerar el proceso.

Mi pecho dolía, mi corazón estaba hecho trizas, ahora sólo me quedaba estar aquí y no iba a prolongar mi estadía, esperaba poder acabar rápido con todo.

Tiré de la aguja en mi brazo, me levanté de la camilla y puse la bandeja sobre una mesa plástica que estaba en un rincón.

Alguien me tomó del cabello y tiró fuerte de él hacía atrás haciéndome soltar un grito de dolor mientras intentaba agarrar la mano que me tenía asida.

— Me caes bien niña, pero me dieron una orden y de ti depende si quieres que me ponga violento, o hacemos esto por las buenas.

Aflojó el agarre en mi cabello y me dio vuelta para que lo mirará a la cara.

El hombre tenía una cicatriz que arañaba su párpado haciéndole ver el ojo izquierdo caído. Parecía disimular sus canas llevando el pelo cortado casi al rape pero sus arrugas en todo el rostro mostraban lo viejo que era. Sus ojos parecían inyectados en sangre.

— HAGA LO QUE QUIERA —espeté sosteniendo su mirada.

Soltó mi cabello y mostró sus enormes dientes amarillos con manchas marrones en una mueca de malestar.

Mi rostro se ladeó con el golpe de su mano, y ardía como quemadura. Otro golpe llevó mi rostro de vuelta, y esta vez mi labio roto se sumó al ardor de mi cara.

— Esto puede ponerse feo si no colaboras, niña.

Escupí la sangre que derramaba mi labio a sus pies. Mirándolo borroso por la lágrimas me aposté en mi lugar.

» Parece que John no fue lo suficiente hombre para enseñarte a respetar.

El hombre comenzó a acercarse a mí y el pavor me poseyó, no esperaba que me ultrajaran de esa forma pero que más podía esperar si eran unas bestias y crueles asesinos.

Lucharía con uñas y dientes, con la poca fuerza que tenía, sabía que no tenía posibilidad de ganar pero no me importaba.

El hombre se detuvo y sacudió su cabeza, trató de sostenerse en mí para equilibrarse pero se desplomó sin más lucha.

No daba crédito a lo que mis ojos veían. Pero daba igual, ya mi cerebro estaba poniendo en movimiento mi cuerpo para escapar.

¿Tendría una oportunidad?

Evité pisar el cuerpo inerte del tipo y caminé en completo silencio pegada a la pared, mirando en todas direcciones.

¿Habría guardias fuera si intentaba salir por la puerta de entrada? Me dirigí hacia allí, era la única salida conocida.

Conforme caminaba, encontraba tendidos en el suelo los cuerpos de los otros matones de Jonatán. No entendía lo que pasaba. Vislumbré la entrada y di el primer paso para emprender la marcha hacia allí, estaba ansiosa por salir de este horrible lugar.

Mi boca fue cubierta por una mano fría siendo aprehendida por la espalda, intenté gritar, me sacudí sin conseguir liberarme, estaba perdida y presa entre unos brazos,  privándome de toda esperanza de libertad y robándome la poca energía que me quedaba.

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