Capítulo 40

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La cruda realidad es solo una: no voy a poder estar con John por mucho tiempo más.

Esclavizada, torturada y asesinada, así terminaría mi vida, a manos de quienes tenían a Lena, o de la familia de John; daba igual, el resultado sería el mismo.

John había hecho un pacto con el diablo por mi culpa y me molestaba en gran manera. Sobretodo porque tomó la decisión sin tenerme en cuenta.

— Lys, es la única opción. Sólo el equipo de mi padre me puede ayudar en esto.

Me reí y el sonido salió más parecido al berrido de una cabra que a mi risa. ¡No podía creer lo que estaba escuchando! ¿A caso él mismo no había decidido dejarlos por sus prácticas sádicas?

— ¡Por favor no seas ridículo! ¿¡Sabes lo que me harán después de salvar a Lena, si es que lo consiguen!?

— No dejaré que te hagan daño —insistió confiado.

— ¿¡Cómo puedes saberlo!? No sabes ni dónde está Lena —mi voz sonaba tosca, comenzaba a sentirme histérica.

— ¡Oh vamos, Lys! Casi fui uno de ellos ¿Tengo que recordártelo? —Su voz se subió un tono más de lo normal, y su cara se crispó en un gesto de impaciencia—. Sé cómo se mueven, donde se ocultan, cómo se defienden y es lo único que tenemos ahora. Te guste o no.

Me levanté de un solo golpe de la cama y recogí mi ropa del suelo, pasé golpeando el brazo de John con fuerza rumbo al patio trasero.

— Lys, espera —Su voz ahora era suave y cansada— Lo siento, perdón por hablarte así.

Seguí caminando a trompicones hasta llegar al baño. Me saqué la camiseta de John y la puse sobre el cercado, me vestí con mis ropas y salí con la misma molestia con la que había entrado, arrastrando conmigo la camiseta de John, quien ya venía a mi encuentro. La lancé contra su pecho, trató de agarrarme por el brazo y lo esquivé.

En verdad estaba furiosa.

¿Es que a caso él no superaría ese tema nunca?

Llegué hasta la puerta de copiloto del carro y me subí, Helena estaba en manos de asesinos y entre más tiempo estuviera con ellos sería mucho peor. John subió al otro lado y agarró con fuerza el volante, sus nudillos se pusieron blancos, tomó una respiración profunda y soltó el aire ruidosamente.

Miré hacia afuera pegada al cristal y contemplé la casita. Había una zona en el frente en la que podría haber sembrado plantas y haber hecho un hermoso jardín.

Mordí mi labio con fuerza y mi quijada tembló de rabia,  tantas cosas que desearía hacer y no podía, no sabía cuantos días más se extendería mi vida.

— Lys... lo siento, no quise hablarte así, en verdad —Vi de reojo que John miraba hacia mí pero no me giré—. ¿Puedes perdonarme? Por favor.

— Vamos por Lena.

— Lys...

— Si, John —le interrumpí—, sólo no quiero que vuelvas a referirte aunque sea en pasado sobre ser uno de ellos —agarró mi mano izquierda y la apretó con suavidad.

— Está bien. Ahora... necesito que hagas algo ¿Será que puedes quedarte en la casa mientras...?

— ¡NO! —sacudí su mano y lo encaré, sintiendo el hervidero de enojo que burbujeaba en mi pecho —no te atrevas a dejarme aquí, John Jagger. Él... el tipo que llamó dejó bien en claro que me quiere a mí.

— Y tú me prometiste no exponerte y hacer lo que te diga.

— ¡La matarán si no me ven llegar! Si estás equivocado me harás cargar con ese peso hasta que yo muera también.

Mis ojos se cristalizaron en lágrimas a punto de desbordarse. Vi como John tensaba su mandíbula, sabía que le estaba costando aceptar que era necesario que yo fuera.

Golpeó con fuerza el volante y nos puso en marcha, no teniendo de otra.

...

Cuando llegamos a una especie de bodega, John hizo rugir el motor y un hombre abrió la enorme puerta corrediza. Al entrar, más de una docena de hombres de edades aparentes entre los 17 años y los treinta y tantos nos esperaban, todos armados. Vestían camisetas negras y pantalones de color negro o gris camuflado.

El hombre de mayor edad que todos los presentes vestía de negro por completo, se veía atlético aunque su edad debería estar cerca a los 50.

John bajó del carro y lo rodeó para abrirme la puerta, entrelazó su mano a la mía una vez estuve en pie sobre el suelo y me pegó a su cuerpo de forma protectora, llevándome hasta donde todos los hombres se encontraban sentados sobre lo primero que tenían a la mano: llantas, cajas de madera, barriles..., todos transmitían rudeza con su postura, yo parecía un conejito rodeado por una manada de zorros hambrientos. El hombre de negro se acercó con curiosidad hasta mí y esbozó una enorme sonrisa.

— Por fin tengo el placer de verte en persona, chiquilla. John hizo un magnífico trabajo protegiéndote, te ocultó muy bien incluso de mí.

»  Mucho gusto, soy Jonatán Jagger, el padre de John —extendió su mano pero no la estreché, no quería sentir su energía. Tuvo que adivinarlo porque sonrió. Dirigió la mirada hacia John y me sentí un poco aliviada que no insistiera en mí — Estoy orgulloso de ti, hijo. Además... tienes buen gusto, ella es hermosa.

—¿Podríamos ir al tema que nos interesa? —espetó John— cada segundo que pasa puede hacer la diferencia y sospecharán ante la demora de Lys.

—Ya los chicos hicieron el trabajo de inteligencia, hay más de una docena de guardias en el lugar pero los nuestros pueden con ellos, la parte más difícil es poner en la mira a Lionel, él nunca esperará que ella vaya sola.

— Y él la quiere a ella así que no hay mejor señuelo para hacerlo salir—Dijo Kyle mirándome a los ojos.

— ¡Primero te mato! No la usaran de carnada —John se puso frente a mí de manera protectora— quiero que Lys esté en un lugar seguro mientras todo esto acaba.

— John, ya hablamos de esto y él tiene razón, y no tenemos tiempo —le dije tranquilamente, tratando de mostrar seguridad. Se giró a encontrar mi mirada, tomándome de las manos y pegó su frente a la mía

— Lys, no me hagas esto —susurró.

— No vinimos hasta aquí para nada—me mantuve en la línea. No permitiría que John corriera con todo el riesgo mientras yo esperaba sentada.

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