Capítulo 47

63 15 22
                                        


Estar sin ti es cual tortura,
es morir lentamente y  le temo a la muerte
por tener el poder de hacer que me olvides.

—*—*—*—

Mi vida se convirtió en una pesadilla.

John no volvería por mí, no podría protegerme y,  todo era peor al abrir mis ojos o al cerrarlos.

Si, yo era una contradicción viviente.

No podía simplemente aceptar que John se había ido y el dolor que produjo su partida era cada vez más intenso.

Quería permanecer dormida aunque quedara sumida en una eterna noche de pesadillas terroríficas, porque estar despierta sabiendo que John no estaría conmigo de nuevo, era aún peor.

Agarro el borde del edredón, lo subo hasta cubrir mi cabeza y lloro amargamente, doy vueltas en mi cama, aprieto las almohadas y las muerdo con fuerza pero nada sirve para calmar el dolor, día a día, cada noche.

Un golpe suave en la puerta de mi habitación anuncia que mi madre está aquí nuevamente. Ella viene a diario a tratar de consolarme inútilmente.

— ¿Lys?


Escucho la puerta abrirse y no pienso en responderle,  pero que me llame de esa manera hace que las palabras salgan solas.

— Te dije que nunca, que jamás vuelvas a llamarme así — grité con mi voz ahogada por el llanto.

— Lo siento cariño, no fue mi intención. Solo es que... siempre te he llamado así y me cuesta dejarlo—se sentó en el borde de la cama y acarició suavemente mi espalda consolándome. Lloré hasta que sentí mi alma secarse, tomé una bocanada de aire y traté de tranquilizarme.

— Así era como él me llamaba mamá, no quiero que nadie más lo haga.

— Está bien Cariño, está bien —estuvo en silencio un momento—. No has probado bocado en días. A este ritmo vas a enfermar.

— No tengo hambre.

—¿Crees que a él le haría feliz verte en este estado? —replicó.

Sentí la rabia rugir en mi pecho ante los recuerdos, John siempre cuidaba de mi.

— Mamá, no utilices esa psicología conmigo, no te funcionará —John no me vería en este estado porque John ya no estaba. John estaba muerto ¡Muerto!

— Te estoy hablando muy en serio, hasta el día de hoy no habías querido hablar siquiera.

— Tampoco es que quiera seguir haciéndolo ¿puedes irte y dejarme sola?.

Mi madre se levantó de mi lado y caminó hacia la puerta, ella puede comprender como me siento y lo respeta.

— Piénsalo, él lo dio todo para que tuvieras una oportunidad de vivir.

Si, hasta su vida.

— Pues yo no lo pedí —Susurré para mí misma.

TOUCHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora