John me ha atrapado, no hay duda de ello, ha hecho una atadura en mi instinto solo con su mano para que no pueda echar a correr.
Mis piernas experimentan un temblor que va aumentando su intensidad cada milésima de segundo. El corazón martilla fuerte contra mis costillas mientras empiezo a atar cabos.
Por eso había sentido su energía ¡Claro! Ahora encajaba su amabilidad, su hospitalidad, su insistencia en mantenerme pegada a él. Se atrapan más moscas con miel que con hiel.
Y así, como una insignificante mosca me siento. Miro a John, su cara está de un rojo tomate mientras me observa. Sus ojos se han abierto de tal manera que parece más asustado que yo.
Y es que una palabra puede tener tanto poder... Una palabra que escuchas y al instante impacta como rayo, causando estremecimiento, dolor, miedo, rendición.
- Lena, por favor. No es el momento para bromear -pasa la saliva con dificultad y se remueve en su lugar-. La estás asustando.
No aparta su mirada de mí, contribuyendo a que continúe en estado catatónico. No me muevo siquiera cuando con su mano libre barre una lágrima que baja por la esquina de mi ojo derecho.
- Por favor, Lys, no llores -su voz es un terciopelo-. Estoy sintiéndome terrible por hacerte pasar este mal rato. Lena tiene un humor bastante negro, no debí traerte sin avisarle, actué sin pensar.
La chica deja de sonreír y me mira muy serio.
- ¡Oh! ¡Lo siento! ¡Lo siento! Pensé que... ¡Arg! ¡Perdón! ¡¿Metí la pata?!
Apunto mi mirada hacia ella, esperanzada en que realmente no me he metido en la boca del lobo y todo ha sido un mal entendido. Me mira con ojos suplicantes y se acerca con cautela:
- Linda, en verdad, te ofrezco una disculpa, estuve mal lo sé y estoy muy apenada contigo. Suelo ser muy imprudente cuando me toman por sorpresa y Johnny hace mucho no venía a visitarme.
La gravedad parece aplastarme y mis rodillas ceden ante mi peso.
***
Días después
Atravieso a toda prisa la línea de árboles y me abro paso hasta el pequeño espacio despejado, respiro la fragancia de las flores en el aire. Una chica se cruza en mi camino y corre delante de mí, su aspecto se me hace muy familiar. Su cabello dorado deslumbra los rayos del sol y siento una enorme necesidad de alcanzarla.
- ¡Hey! ¡Espera!
Le grito y corro tras ella. Cuando por fin estoy a un paso y me estiro para agarrarla, ella se hace más rápida y se aleja.
El día se torna más oscuro y volteo a mirar si ya él estará aquí para llevarme a casa.
Escucho un disparo delante de mí y giro a mirar a la chica. Ella ralentiza su carrera hasta detenerse y luego de un momento en que permanece como estatua ...cae.
Sangre tiñe la tela que cubre su espalda hasta volverse un rojo carmesí.
Llego a dónde se encuentra y me arrodillo a su lado, con manos temblorosas aparto el cabello pegado a su rostro lleno de sudor.La suelto al instante. Retrocedo sin dejar de observar su rostro igual al mío con sus ojos ya carentes de todo rastro de vida.
Abro los ojos sobresaltada y siento que me sacuden. John está cernido sobre mi con el ceño fruncido. Al verlo trato de calmar mi respiración y olvidar el mal sueño.
- Ya pasó, tranquila estoy aquí -suelta mis hombros y endereza la espalda. Lo miro y pestañeo para aterrizar en la realidad.
- Estaba en la sala con Helena esperando que despertaras y escuchamos tus gritos. Discúlpame por entrar sin permiso -John jamás entraba en mi dormitorio.
Asiento aceptando su disculpa y froto mis ojos para limpiarlos.
- Esperaré afuera, te tengo noticias.
Llevo varios días en el apartamento de Helena. Mi estancia con ella ha sido mejor de lo que pude haber imaginado.
La chica de grandes ojos color café, piel trigueña, cabello negro y ondulado, se empeñó en resarcirse por la fallida primera impresión.
Después de la disculpa llegaron las compras en línea, nada mejor para calmar los nervios que gastar créditos de compras. Además, ningún huésped de su casa podía tener tan pocas pertenencias para guardarse en una maleta, inconcebible.
Cada día en el apartamento hay un plan de chicas que incluye manicura y pedicura, revistas de farándula, películas o karaoke. Cocinar... no era primordial cuando se puede pedir domicilio.
John viene a verme cada noche, sin noticia alguna de quién soy o de mi madre, hasta el momento no se encuentran registros en los hospitales cercanos a donde él me encontró. Ni volantes de desaparecidos con mi rostro, no hay nada.
Sumado a eso, algo extraño pasa cuando estamos cerca, no puedo resistirme a que él me tome de las manos y sentir que fluye la energía entre ellas. No consigo el valor de preguntarle si él también lo siente, pero puedo notar que disfruta con sostener mi mano y yo se lo permito como una manera de agradecer todo lo que hace por mí.
John es lindo en más de una forma.
- Buenos días -estoy realmente apenada, es la primera vez que John viene con la luz del sol.
- Holaaaa, ¡por fin! Ya casi es medio día -responde Helena con una sonrisa en el rostro- ven siéntate a desayunar.
- En verdad, me gustaría saber primero lo que John averiguó -me siento al lado de John y me giro a enfrentarlo-. Por favor.
Él relame sus labios y levanta una esquina de su boca con una sonrisa torcida, mirándome fijamente.
- Tu madre vive.
Casi me caigo de la silla, pero sonrío sintiendo que después de todo hay esperanzas para mí.
- Me costó trabajo averiguarlo, es casi que un milagro haberlo hecho, la información la cuidan con bastante recelo.
Una enorme sonrisa se forma en mis labios, acompañada de ojos acuosos. ¡Al fin tengo noticias de mi familia!
- ¡Necesito ir con ella! ¡Por favor John!
- Tranquila ¿si? esta es la parte mala, tu padre se la llevó con la agitación de lo ocurrido y no hay rastro de ellos.
Dejo salir el aire de mis pulmones y bajo los hombros, vuelvo a sentirme triste pero al menos mi madre está con vida y eso es lo más importante. Mis padres han sobrevivido y escapado. Ya tendré oportunidad de encontrarlos.
- ¿Averiguaste algo sobre mí?.
Me quedo mirando a John, aguardando su respuesta con un poco de nervios.
- No Lys, no hay nada sobre ti.
Y sigo sin recordar, solo tengo pesadillas.
- Pero eso es bueno ¿no? Digo, quien haya querido matarte tampoco puede saber nada de tu paradero, no podrá encontrarte aquí -interviene Helena.
- Pienso igual -John aprieta mi mano derecha tratando de darme ánimos-. Absolutamente nadie va a encontrarte. Lys, aquí estarás segura, yo me encargaré de que nadie te lastime.
Le sonrío sintiendo que las lágrimas pican en mis ojos, siento vergüenza por ello, no hago mas que llorar como una niña pequeña.
Me apresuro de nuevo a mi dormitorio lanzándome a la cama. Después de unos minutos tocan a mi puerta y John llega a mi lado, me estrecha en un abrazo prometiendo que hará hasta lo imposible por reunirme con mi familia.
Me aferro a la tela de su camisa y escondo mi rostro en su cuello, poco a poco mi respiración se normaliza y dejo de sollozar, el olor de su perfume se cuela por mis fosas nasales y enciende una especie de alerta en mí estómago. John es de fiar, debo convencer a mi cuerpo de que eso es así. Este gesto, va mas allá de lo que me he permitido hasta ahora y aunque mis entrañas se remueven diciendo que lo aleje, no quiero separarme de él, es como si fuese la persona que llegaría por mí a rescatarme en la pesadilla que tuve. Pero entonces, vuelve la imagen a mi cabeza y veo... veo unos ojos azules, los de John son de color café.
A quién pertenecen esos ojos?
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TOUCH
RomantikTouch es el primer libro de una serie de mi autoría llamada Los hijos del Rey Midas, escrito desde el punto de vista de distintos personajes. Cuenta la historia de una chica favorecida con un fantástico don, guardianes y cazadores a su paso, intriga...