Capítulo 65

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Tyler

John disparó dando nuevamente en el blanco. Lo observé preguntándome si habría tenido la misma clase de vida que yo tuve desde niño, una vida de entrenamientos y responsabilidades, haciendo cada uno lo que creíamos correcto. ¡Quién lo diría! hoy estábamos juntos en una misma causa, con la diferencia que para hacer lo correcto él había dado la espalda a los suyos o al menos eso nos quería hacer creer.

Despejamos rápidamente el tercer y último anillo de seguridad. Estábamos a pocos metros del salón del consejo y varios Ór-hunters cargaban todos los objetos valiosos en camiones transportadores. Cientos de años de historia de incalculable valor para los hijos de Midas siendo tratados como trofeos.

La sangre hervía dentro de mis venas, apreté tan fuerte el arma que mis dedos dolieron, y me erguí en donde estaba oculto y sin pensarlo di un paso adelante.

— ¿Qué es lo que estas haciendo? —John me hizo regresar de un tirón a nuestra posición inicial— ¡Maldición! Tyler, tienes que controlarte o echarás todo a perder.

Me estremecí de cólera.

— ¡Tenemos que hacer algo. Allí dentro deben estar los Donovan, hay que sacarlos rápido y detener a estos asesinos!

Traté de no descargar mi furia contra John y enfocarme nuevamente en el plan.

— Los camiones no se moverán, pierde cuidado —John parecía muy seguro de lo que decía—. Ven conmigo.

Subimos a la torre y le quitamos el uniforme al centinela muerto. John iba a usarlo para acercarse hasta ellos sin ser reconocido. Un radio intercomunicador hizo ruido y ambos nos quedamos inmóviles prestando atención.

<<Jager, ya estamos cargados>>

<<¿Qué pasó con la gente que subió a la montaña?>>

<<Siguen revoloteando en el pueblo>>

<<¡Maldita sea!. Todos suban a los camiones partimos en diez. Sí esa gente trata de detenerlos abran fuego, eso los hará correr como ratas>>

<<Ok señor. ¿Qué hacemos con los de túnica?>>

<<Déjenlos amarrados y quemen el lugar. Quiero que se arrepientan de haber roto el secreto, que les sirva de lección>>

<<Ok señor. Cambio y fuera>>

Estábamos en problemas, aunque ya sabíamos que si el padre de John no estaba acá eso significaba que los de Ashley tampoco estaban, pero los rehenes necesitaban ayuda y no podíamos dejarlos así.

— Necesito que me cubras, tenemos que impedirles quemar el lugar, tenemos que sacar a los Mayores como sea.

John acomodó el rifle sobre la base de concreto con su ojo en la mirilla, listo para disparar y yo me apresuré a bajar a toda prisa, estrellándome al bajar con Helena.

— ¡Demonios chico! casi me haces asesinarte —ella me apuntaba con su arma y yo le apuntaba a ella— ¿Por qué tan a prisa?

Ambos bajamos los brazos.

— Quemarán el lugar con inocentes dentro.

— ¡Santa mierda! ¿Donde está Johnny?

Ella caminó sigilosamente a mi lado hasta llegar a la esquina de la pared que nos cubría. De inmediato los hombres que estaban fuera del salón comenzaron a desplomarse a causa de los disparos silenciados de John.

— ¡Nos atacan! ¡cúbranse!

Los disparos en respuesta a nuestro ataque no se hicieron esperar. Apunté mi arma al conductor del primer camión, no permitiría que movieran el vehículo a ningún lado.

— Ya veo, Johnny está haciendo lo que mejor se le da y lo que más odia. Por eso su padre está tan furioso, perdió a su mejor tirador.

Helena levantó su vista hacia la torre mientras yo le di un disparo certero al conductor atrayendo la lluvia de disparos hacía a nosotros a la vez que escuchamos más cuerpos caer inertes y las maldiciones de los que aún no caían.

— ¡Francotirador! ¡Francotirador! ¡Maldición, John está aquí!

Los disparos cesaron un instante reinando el silencio.

— ¡Demonios John, eres de los nuestros! —gritaba uno de los tipos— ¡¿así es como nos pagas haber salvado a tú novia de que Lionel se la foll*ra? tienes a tu chica, déjanos sacar los camiones!

Silencio nuevamente.

Intercambié gestos con Helena y ella tomó mi lugar acostándose en el suelo, apuntó su arma y ¡Bang! una llanta estalló y nuevamente comenzaron a dispararnos.

— ¡Bien pensado! —le grité agradecido recostado a la pared, cubriéndome de las balas.

Volvieron a quejarse nuevamente algunos mientras se desplomaban al suelo, John había disparado otra ronda.

—¡Maldito John, sal de tú escondite, rata traidora!

La voz se escuchaba desde la parte de atrás de un camión.

— ¡Dejen salir a los rehenes y nos retiraremos para que puedan irse! —Gritó Helena y una ráfaga de disparos retumbó, algunos pegando cerca al borde de la pared que nos protegía.

— ¡Perr* traidora! Te los entregaré ¡Pero muertos!

— ¡Entonces prepárate para morir, porque después seguirás tú, pedazo de Mierda! —replicó la chica.

¡Bang! otra llanta estalló y una nueva lluvia de disparos le siguió.

— ¡Todos adentro!

Al quedar todo en silencio nuevamente, unas suaves pisadas se acercaron a nuestras espaldas, mire de reojo y vi que se trataba de John.

— ¿Qué estas haciendo aquí Helena? —Preguntó en voz baja.

— Lo que ves, vine a apoyarlos, la policía viene en camino.

— ¿Qué tan cerca está?

— A la entrada del pueblo ¿Dónde están las chicas?

— En la casa de Tyler —contestó John.

— En realidad esa es la casa de mis padres, Ashley y yo teníamos nuestra propia casa.

No se por qué hice la aclaración, no venía al caso, pero me quedé callado pensando por unos segundos. Si lo que el padre de John buscaba era a Ashley y Alysha, y no había nadie en la casa Donovan, el debió llevarse a los Donovan a donde pensó que ella estaría.

— Se donde puede estar tú padre —miré a John y sus cejas se elevaron en señal de entendimiento.

— ¡Claro! ahí deben de estar. Nadie los buscaría allí sí creen que ustedes abandonaron Frigia —respondió.

— ¿Qué esperan para irse? Dame tú rifle Johnny. Yo espero a la policía y ellos se harán cargo aquí. Estos cobardes no quieren morirse, no asomarán la nariz mientras crean que tú estas aquí y yo puedo encargarme de eso.

Helena extendió una mano hacia John y él dudó un instante.

— Johnny tienes que confiar en mi, no hay tiempo —Él le entregó el rifle de mala gana.

— Ten cuidado.

Ella asistió y nos alejamos rápidamente de ella.


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