Aunque mis días al lado de John eran tranquilos, no dejaba de pensar en nuestras respectivas familias.
Había perdido a su madre a causa de las prácticas sádicas de su padre, rompió cualquier cercanía con su padre por haberme lastimado, y no podía acercarse a su hermano, para no exponerme.
Había estado tan absorta en mis propios asuntos que no me había detenido a pensar en su situación, no quedaba mucho de su familia y era debido a mí.
Me sentía culpable por cuanto nos había pasado, las decisiones que había tomado impulsada por sentimientos incorrectos afectaban a todos, a Frigia y cualquier lugar donde me encontrara, incluyendo a las personas que estuviesen a mi alrededor.
No dejaba de pensar desde las primeras horas de la mañana en que John había salido rumbo a la ciudad a ver lo de nuestras nuevas identidades, nos urgía salir del país y abastecernos de comida.
Mis nervios aumentaban paralelos al peligro que lo acechaba cada minuto que pasaba, mi temor a que lo descubrieran y le hicieran daño. Mientras yo permanecía sin salir del perímetro asegurado.
Al parecer toda mi vida viviría en esa constante, siempre teniendo un límite que no debería cruzar... Pero ahora con un guardian diferente.
¿Habría sido igual mi destino con Tyler? Si no hubiera perdido mi memoria, si no hubiera conocido a John.Al escuchar el carro aproximarse, me apresuré a sacarme los guantes y a quitar con mi antebrazo el sudor de mi frente, esperaba que pronto germinaran las semillas que había tomado de algunas flores silvestres y puesto en masetas improvisadas a la entrada de la casa. Me levanté sacudiendo la arena de mi pantalón, dirigiéndome a recibir a John con una sonrisa, no sin antes notar algo raro en su expresión y al instante esa sonrisa se borró.
Lo abracé fuerte y me levanté sobre las puntas de mis pies para plantarle un beso corto, él agarró mi mentón y me besa de nuevo, dejando su frente pegada a la mía.
— ¿Pasa algo malo? —pregunté preocupada. Sus gestos cada vez me convencían de que no le fue nada bien el viaje.
— No, amor.
Entrelacé mi mano a la suya y lo guié hasta el interior de la casa. Le quité la chaqueta, e hice una seña para que se sentara. Yo lo hice en la silla frente a él para tener una mejor vista de sus expresiones.
— Lys, no te preocupes, no es nada que no pueda solucionar —. trató de sonreír, pero la sonrisa se veía tan falsa que insistí.
— Yo se que puedes. Solo no quiero que me excluyas —Levanté una ceja—. Puedes decirme lo que pasa.
Sostuvo la mirada por unos minutos y luego suspiró, él sabía perfectamente que no dejaría el tema en el aire.
— Vaciaron mis cuentas, no tenemos mucho dinero. No pude pagar por una nueva identidad para tí.
— No podremos salir del país —concluí.
— No por ahora.
No era nada bueno. Pero no podíamos dejarnos vencer fácilmente.
— Ya veremos que hacer, algo se nos ocurrirá —traté de restarle importancia para que se relajara un poco.
— Nena, tengo que ver por tí y el bebé ¿Cómo no quieres que esté así? No es que simplemente pueda ir y conseguir un trabajo, puedo malbaratar el carro pero el dinero no nos durará mucho.
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TOUCH
RomanceTouch es el primer libro de una serie de mi autoría llamada Los hijos del Rey Midas, escrito desde el punto de vista de distintos personajes. Cuenta la historia de una chica favorecida con un fantástico don, guardianes y cazadores a su paso, intriga...