Era como melodía hipnotizante escuchar el corazón de John en el absoluto silencio que nos rodeaba. Sentía el tacto cálido de una de sus manos descansando en mi cadera, y la otra, trazaba líneas invisibles subiendo y bajando por mi brazo.
Inspiré el olor de su fragancia juvenil mezclada con un poco de sudor limpio en su piel, mientras conservaba mi mejilla reposando sobre su pecho y mi mano izquierda sobre la piel de su abdomen.
Los recuerdos de la noche anterior revoloteaban vívidamente en mí mente, mi piel siendo bañada por las caricias y los labios de John. Ahora consciente de mi desnudez evitaba separarme de él para no ser vista de nuevo, era algo tonto sentir pudor a estas alturas pero lo sentía.
Su risa me tomó por sorpresa cortando en mis pensamientos causándome un sobresalto.
— Sé que estás despierta. Tu corazón está bastante acelerado, nena.
¡No lo hubiera imaginado! Pensar en John y en la noche anterior me delataban, aún así, me quedé recostada en mi sitio.
— A mí también me encantaría quedarme así contigo pero tenemos una cita importante hoy —nos hizo rodar para ponerse sobre mí.
John tenía razón.
— ¿A eso le llamas romanticismo? —reproché al abrir mis ojos cruzando nuestras miradas— Buenos días, amor — saludé con sarcasmo y él sonrió.
— Muy buenos, mi Lys.
Levanté una ceja y sonreí.
— ¿Tu Lys?.
— Así es, mi hermosa mujer —Traté de levantarme y John me lo impidió con el peso de su cuerpo— Aún no recibo mi beso de buenos días.
Acercó sus labios y yo volteé el rostro sonriendo. No lo besaría sin antes lavarme los dientes.
— ¿No se supone que tenemos prisa? —pese a ello se negaba a dejarme levantar. ¡Que contradicción!.
— Siempre hay tiempo para un beso —dijo soltando su agarre de mi cadera y aproveché para levantarme arrastrando conmigo una de las cobijas.
Salí de la carpa protectora de la tienda de camping. Ya el sol había arribado las montañas y el lago se veía increíble. Escuché los pasos de John acercándose a mí.
— ¿Puedo bañarme en el lago? Es decir ¿hay algún animal esperando por alguien allí?
Las carcajadas de John no se hicieron esperar.
— No amor, no hay ningún animal esperando por ti. Bueno no lo había —corrió desnudo y se lanzó de cabeza al lago y luego de unos segundos asomó su cabeza por sobre el agua sacudiéndose— ¡Debes apresurarte no podemos quedarnos toda la mañana aquí!
Me acerqué hasta la orilla sin soltar mi cobija.
— ¿Es muy profundo?
— Lo suficiente, pero no temas soy un magnifico nadador.
¿A dónde se había marchado su humildad? John no era del tipo que se vanagloriaba. Lo dejé pasar por alto, tal vez solo estaba felíz.
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TOUCH
RomanceTouch es el primer libro de una serie de mi autoría llamada Los hijos del Rey Midas, escrito desde el punto de vista de distintos personajes. Cuenta la historia de una chica favorecida con un fantástico don, guardianes y cazadores a su paso, intriga...