Capítulo 36

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John me había propuesto matrimonio.

No quería casarme, y no tenía que ver con que mis sentimientos por John no fueran suficientes.

No quería casarme a ésta edad, había mucho que quería hacer y no sabía si cambiar mi estado civil a "casada" era lo correcto.

¿Era el amor razón suficiente para casarse?

Pestañee un par de veces mientras seguía sosteniendo su mirada y, él esperaba por una respuesta.

— Te amo como a nada y nadie en este mundo ¿lo sabes verdad? —dije suspirando

— Si Lys, lo sé.

El entusiasmo en su rostro decayó y quise arrancarme los ojos para no tener que verlo.

— y ¿sabías que la palabra matrimonio me causa dolor de estómago?

Sus cejas bajaron al momento que frunció el ceño.

— Algo así.

¡Dios! ¿¡Cómo le explico lo que pienso sin que se sienta mal!?

— John solo tienes 23 años ¿En verdad quieres estar casado a esta edad?.

Sus hombros bajaron haciéndole ver un poco encorvado y soltó un sonoro suspiro.

— Lys me estás dando largas, es una pregunta a la que puedes responder con un simplemente sí o no.

John no parecía enojado, pero tal vez estaba empezando a hacer conjeturas equivocadas.  Sentí que se me oprimía el pecho y literalmente me dolía el estómago.

Debía intentar de nuevo.

— John —suspiré y pasé saliva, la opresión estaba subiendo a mi garganta—,  si hay una persona en el mundo con quien podría casarme es contigo, pero éste no es el momento indicado para hacerlo. Nos están persiguiendo, tal vez quieran matarme –corrijo, quieren matarme– y a tí podrían considerarte un traidor.

— ¿Por qué te adelantas? yo no te he dicho que pongamos fecha, solo quiero que me digas si quieres casarte CONMIGO, no si quieres hacerlo ahora —ahora él estaba sonriendo ¿¡Qué era tan gracioso!?—.  Lys si te desmayas te cargaré aunque estés en este colchón viejo.

Ahora sabía que le causaba gracia, mi rostro debía estar blanco como la cal.

—¿¡Cómo puedes estar sonriendo!? —puse mi mejor cara de indignada— ¿No se supone que es una proposición seria?.

John apretó los labios y se dejó caer sobre la almohada ocultando su rostro. Eso ya era el colmo,  él se estaba burlando de mí.

— ¿Podría responderte el día que la palabra matrimonio deje de enfermarme, es decir, dentro de mucho tiempo? —estiré la palabra “mucho” lo suficiente para que el captara el mensaje y esperé a que me mirara arrepentido por haberse reído.

No sucedió. Ahora él se partía de la risa.

¿Qué carajos le pasaba? ¡Pensé que se pondría a llorar! le estaba diciendo que no.

» ¡Ok, es suficiente! Mi respuesta es no—Le di la espalda y puse una almohada sobre mi cabeza.

— ¡Hey brabucona! Sal de esas almohadas tal vez tengan piojos.

— ¡Ew! —Agarré la almohada y le di un golpazo en el estómago, él seguía riendo sin parar. Lo amenacé con mi mirada más oscura y él trato de acercarse para darme un beso pero lo alejé de mí antes que consiguiera ablandarme— ¿Me puedes dejar dormir por lo menos? ¿O te envío a dormir al sofá?

Dejó de reír pero su cara aún enrojecida lograba hacerme saltar el pulso en la sien.

— No tenemos sofá.

—¡Exacto! Ese es el punto.

...

Abrí los ojos ante el ruido estrepitoso de la puerta al abrirse, me había quedado dormida después de unos minutos en que John se había disculpado por hacerme enojar y terminé dejando que me abrazara y bañara mi rostro de besos.

Miré el lado donde John se había acostado, donde debería estar, pero éste estaba vacío. Él ahora estaba en pie y de espaldas a mí apuntando con un arma hacia la puerta.

¿De dónde sacó John un arma?

Kyle estaba parado en el umbral de la puerta con las manos en los bolsillos de su chaqueta. Mis ojos se abrieron como platos y mi corazón se aceleró. Me puse de rodillas en el colchón manteniéndome detrás de John.

— Vine solo, hermano, no le voy a hacer daño ¿Puedes dejar de apuntarme?

La presencia de Kyle era como estar viendo a la muerte con todo y túnica negra. Me helaba la sangre

— ¿Qué haces aquí? —John no dejaba de apuntarle.

— Traigo un recado de nuestro padre. A ella le conviene que me escuches —Hizo un leve movimiento hacia mi para reafirmar su enunciación.

Me levanté con mucho cuidado manteniéndome detrás de John.

— Kyle, si me estas engañando lo vas a lamentar. No trates de pasarte de listo.

— ¡Baia baia! —movió su cabeza de lado tratando de ver donde estaba escondida detrás de John—. Te enamoraste de la chiquilla ¿Cierto? pues te interesará la propuesta de papá.

— Entra y cierra la puerta Kyle... y se breve.

Kyle dio dos pasos hasta el interior.

— Nos enteramos que viajaste a Montpellier —dijo escaneando la habitación.

— Estaba viendo lo de la universidad —Respondió John con voz plana.

— Eso quisiste que creyéramos, sabes que no somos estúpidos. Cotejé la lista de pasajeros y solo dos viajaron y regresaron en los mismos vuelos, Tu y ella. Claro que le cambiaste el nombre, tal vez deba llamarla Lys—me estremecí—. Nuestro padre no quiere que les hagan daño, pero sabes que el resto quiere el oro de Frigia y no tendrán contemplaciones con ella. Él dice que si ustedes se casan y consuman el matrimonio, a los Jagger no podrán mantenernos exiliados. Nuestro padre está dispuesto a arriesgar su vida en Frigia por reivindicar nuestro apellido.

Sentí el aumento en mi ritmo cardíaco ¿Cuál resto? ¿Quiénes eran el resto?

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