Capítulo 31

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No podía volver a Frigia si quería seguir siendo libre y dueña absoluta de mi vida. Y al parecer casarse conmigo era un objetivo colectivo para cualquier hombre de los de sangre guardián.

— Entonces ¿Te casarías conmigo?

Fruncí el ceño y resoplé con malestar. Así se tratara de John, no me interesaba el asunto.

— ¿Todo por un tonto ritual? Olvida lo que dije antes. —Me levanté, me puse mis converse y caminé de regreso al sendero.

— Lys, espera —desaceleré el paso para que John me alcanzara, él me agarró del antebrazo y me giró para enfrentarlo—. Te protegeré con mi vida si fuese necesario y no necesito de ningún juramento para ello porque te amo.

El llanto amenazó en mis ojos pero me contuve, tenía que empezar a hacerme fuerte y no llorar por todo. Rodeé con mis brazos a John por la cintura y enterré mi rostro en su pecho, no quería que tuviera que arriesgar su integridad por mí y no había lugar en el mundo que superara el sentimiento de seguridad que me brindaba estar así tan cerca de él.

Caminamos de regreso a la cabaña y al llegar comimos de lo que encontramos en el refrigerador. La lasaña al microondas no sabía tan mal pero tendría que cocinar la cena porque no pensaba alimentarme solo de comida congelada.

El sacó su computadora y me dijo que checaría que no hubiese cambio en las rutas de vuelo y yo aproveché para subir a mi dormitorio y hacer la primera llamada desde mi celular nuevo.

— ¡Al fin te dignas a llamarme mala amiga! ¿Qué rayos te mantuvo tan ocupada para olvidar que existo?

El tono de voz de Lena era de broma. Salí al balcón.

— Holaaaaa Lena, yo también te he extrañado, solo es que... —miré a los alrededores y me enamoré nuevamente de la vista— ¡este sitio es increíble!

— Si, si, lo sé, ni me digas, ¿Cómo estuvo el viaje? ¿todo bien?.

— Si Lena, todo ha estado tranquilo.

—  Tengo bien entretenido a Kyle así que pueden estar tranquilos. Estamos de paseo en Miami Beach y hemos estado tan ocupados que no pensará en nada que no se trate de mí. Hace un momento estábamos...

— ¡ahórrate los detalles! —interrumpí imaginando lo que Lena podría hacer para distraer a Kyle.

— ¡Ok, ok! solo iba a decir que estábamos bajando del yate. Lys, Kyle está haciéndome señas y no quiero que le dé curiosidad por saber con quien hablo. Seguimos en contacto, salúdame a Johnny y pórtate mal—escuché su sonrisa antes de colgar.

Regresé al interior de mi dormitorio, me recosté en el acolchado de mi cama y me puse a pensar en lo que podía pasar cuando viera a mi padre. No podía sacarme de la cabeza el tema de la boda obligada ¿Qué haría mi padre al verme?¿Llevarme a la fuerza a cumplir con mi "deber"?

No estaba dispuesta a perder a John ni a dejar que le hicieran daño por ser un Ór-hunter, para mí era un hijo de Midas al igual que yo.

¿Qué cosas estaba dispuesta a hacer por volver a ser la de antes y recuperar todos mis recuerdos? Taché de inmediato la palabra MATRIMONIO, dejaría esa palabra al final de la lista de cosas por hacer y la escribiría con lápiz, así podría pasarle borrador cuando llegara el momento.

«Piensa Alysha, piensa» —me decía a mí misma— Si obligatoriamente mi guardián es mi prometido... y ambos estamos de acuerdo en retrasar la boda, pues... no sería un problema. El problema era mi guardián en Frigia y era de John de quien estoy enamorada.

Debía solucionar esto. Bajé las escaleras.

John estaba jugando Pacman en su computadora portátil, me puse en frente de él y crucé mis brazos en mi pecho. El subió su vista y me sonrió.

— ¿Qué te traes ahora entre manos?

— Quiero que hagas el ritual del guardián, pero eso no quiere decir que quiera casarme, no aún, no por ahora. Quizá nunca lo haga. Seguiremos como estamos y sin afanes ¿estás de acuerdo?

Se echó hacia atrás riendo y puso las manos detrás de su cabeza, un movimiento tan espontáneo que amenazó con hacerme babear cuando sus bíceps se tensaron y su tórax se levantó. Apreté los labios y tragué pesado el nudo en mi garganta para intentar que el caliente que subía por mi cara se detuviera.

— Deberías ver tu rostro cuando pronuncias la palabra matrimonio —las comisuras de su boca se levantaron—. Lys, yo hago lo que tú me pidas que haga ¿Quieres que hagamos el ritual? Lo haremos, en el lago, esta noche.

— Entonces prepararé la cena temprano y tú has lo que tengas que hacer, acamparemos, esta noche.

Mantuve mi expresión seria y él levantó sus manos en rendición; di media vuelta y me interné en la cocina. Saqué del refrigerador y la alacena todo lo que necesitaba para preparar la cena, esta noche cambiaría el rumbo de mi vida aunque mi familia o cualquier otra persona apareciera en ella.

....

La cena estuvo lista pero yo aún no lo estaba, me había duchado temprano pero vestirme se me estaba volviendo una misión imposible. Esta noche era una ocasión especial por lo que no quería vestir cualquier cosa. Miré hacía la esquina del cajón y vi el vestido rojo ¿en serio estaba pensando en esa posibilidad?

John estaría vistiéndose en el dormitorio de al lado, había salido a trotar mientras yo hacía la cena y lo escuché llegar minutos después de yo haber entrado a ducharme.

Agarré el vestido rojo y lo puse frente a mí y me miré al espejo, recordé aquel vestido azul que se ganó una cena romántica y mi primer beso, sonreí ante la idea y me lancé a una nueva aventura, me puse el vestido y me miré nuevamente al espejo.

No hice ninguna objeción ante mi aspecto, confiaría en Lena y esperaría la reacción de John.

Estaba un poco nerviosa, no podía usar ningun brasier porque toda la espalda me quedaba desnuda y el escote bajaba hasta mi estómago, mis piernas no se veían mal aunque tal vez debería ir a broncearme un poco a la playa, di vuelta y al menos si resbalaba con los tacones de punta en el lago tendría amortiguadores para el golpe.

— Lys... ¿estás lista? —llamó John al otro lado de mi puerta tocando suavemente.

— Sólo dame un segundo —me puse los zapatos y solté mi cabello acomodándolo de lado y que cayera suelto por mi espalda.

Abrí la puerta y salí al pasillo, John estaba recargado contra la pared y al salir, su vista se posó en mí, abrió la boca para decir algo pero no pronunció una sílaba.

Tenía puesto un pantalón y camisa negros con una chaqueta de cuero negra y también unos Nike negros. Sonreí y me acerqué tomándolo de la mano.

— Vamos, la cena va a enfriarse —lo guié escaleras abajo.

Corté el lonchas el lomo de cordero al horno y lo emplaté junto con las papas asadas y la ensalada de tomates y pimientos. John destapó una botella de Malbec y sirvió dos copas para acompañar la cena. Disfruté de sus miradas mientras cenábamos, era una interesante conversación sin palabras , parecía salirle letreros que decían que le gustaba mi vestido —o el escote en mi vestido— era todo un reto no salir corriendo hacia el dormitorio por unos pantalones y una camiseta.

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