— ¿Media hora? ¿Estás segura que dijo media hora?
Estábamos aparcados en la carretera, justo en el lugar en que debíamos encontrarnos con la supuesta ayuda que Lena había conseguido y no había llegado nadie, ni un alma.
Ninguno de nosotros estaba dispuesto a permanecer al margen de todo lo que se avecinaba, y mucho menos sabiendo que muchos inocentes podrían morir.
Tal vez "Adam", el amigo de Helena le había sacado el cuerpo, tal vez el canal de televisión le negó el apoyo, tal vez sus amigos defensores estaban en alguna otra ciudad, tal vez..., tal vez... y ¡tal vez!eran tantas las opciones para explicar que aún no estuvieran aquí, y mi cabeza las estaba enumerando una por una sin hacer paréntesis.
— Eso me aseguró Adam, Johnny. Él nunca me ha quedado mal, es un hombre de palabra.
— ¡Pero ya solo faltan dos minutos y no veo ninguna señal de faros de coches en el camino!.
— Él llegará, ten paciencia.
Helena y John no paraban de discutir y mi cabeza estaba por estallar.
— Helena no se trata de paciencia. Ya está anocheciendo y no llegaremos a tiempo —dije lo más calmada posible, tratando de que Ashley estuviera en control, empezaba a pasearse de un lado a otro y de vez en cuando tiraba de su cabello y luego lo peinaba de regreso a su lugar. Sabía cómo se sentía y podría asegurar que yo estaba peor aún.
Miré hacia el cielo despejado por un momento e invoqué el nombre que pocas veces venía a mi mente y a quien debía nuestro don, TAL VEZ él estaba interesado en que su legado no desapareciera.
Sentí el llanto de Ashley a mis espaldas y de manera automática giré mi cuerpo para permitirme mirarla. Ella se había sentado en la orilla de la carretera, tenía sus piernas dobladas y envueltas en sus brazos, su barbilla reposaba en sus rodillas y su cabello le caía por espalda y hombros todo enredado.
Caminé hacia ella y me agaché a su lado, en verdad lucía muy afectada y sentí su dolor, no sabía si era por nuestros padres que estaba así o si era por Jamie o por las personas con las que habíamos crecido y convivido desde niñas y estaban en peligro.
Sentí unas ganas inmensas de abrazarla y así lo hice.
— Alysha, tengo que contarte algo que hice, algo muy horrible —su voz se entrecortaba entre hipos y sollozos-. Todo esto es mi culpa, tu accidente fue mi culpa.
— ¿De qué hablas Ash? Cálmate, tú no tienes culpa de nada, todo va a salir bien tranquilízate.
Froté sus hombros con suavidad, la verdad a estas alturas dudaba que tuviéramos un final feliz pero tenía que consolar a mi hermana.
— Alysha ese día en el claro yo...
— ¡Allí vienen! ¡Se los dije! —El grito de júbilo de Helena me hizo levantar de un estirón.
Las luces eran cegadoras, toda una línea de carros se venían acercando. Se escuchaba de fondo una canción que Helena Muchas veces me obligó a escuchar en su apartamento, era interpretada por The Rolling Stones y titulada Gimme Shelter. ¡En verdad que estos chicos estaban locos!
Cuando empezaron a parquearse en línea a un lado del camino noté la furgoneta que les encabezaba con una antena satelital en el techo, por lo menos media docena más de camionetas pintadas con grafitis en aerosol, banderas y logotipos desconocidos para mí, y un bus de servicio público.

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TOUCH
RomanceTouch es el primer libro de una serie de mi autoría llamada Los hijos del Rey Midas, escrito desde el punto de vista de distintos personajes. Cuenta la historia de una chica favorecida con un fantástico don, guardianes y cazadores a su paso, intriga...