Después de aquel abrazo, Rubén se fue a la habitación para recibir a su amigo, mientras que yo entre para cambiarme. Apenas entre Lucía ya estaba cambiada y bañada, lo cual era raro por qué solo estuvo antes que yo diez minutos, con la computadora en sus piernas. Entre a bañarme, y me puse algo cómodo para después ir al Ultra. Me peine.
Y espere a que Lucía apagara la computadora para ir a la habitación dónde estaban los chicos. Nos habían invitado ir antes de ir al Ultra, ya que faltaban cinco horas. Apenas guardo la computadora bajo la almohada, nos fuimos hacía allá.
Tocamos la puerta demasiadas veces entre las dos. Hasta que abrió Mangel, llevándose sin querer un golpe mío.
-Ups. –Solté. –Perdón.
-No importa. –Dijo con los ojos cerrados. –Pasen.
Ambas pasamos, y ahí estaba Rubén hablando con Alex. Mientras que Abraham solo estaba con su celular jugando.
-Hola. –Dije llamando la atención de todos.
-Hola. –Saludaron los tres.
-¡ALEX! –Grito Lucía tirándose arriba de él. –Siempre fuiste mi favorito.
-¡¿QUÉ HACES?! –Grite tirándome arriba de ella. –Es mío.
-Nop. –Dijo ella. –No lo es.
-Ugh, sí. –La mire mal.
-Claro que no, además los dos somos bajitos, somos perfectos juntos. –Me saco la lengua.
Empezamos a discutir sobre quien era mejor para Alex, hasta que me levante, abrí la puerta de la habitación dejando a todos confundidos. Volví hacía donde estaba Lucía y la agarre de los pies.
-¿Qué vas a hacer? –Preguntó confundida.
Empecé a arrastrarla por toda la habitación hasta llegar a la puerta, y empecé llevándola por todo el pasillo. Lo único que se escuchaba por todo el hotel, era mis gritos diciendo: “Admití que es mío” y los “No” de Lucía. Los cuatro chicos nos perseguían por todo el hotel.
Hasta que llegamos a las escaleras.
-¿Terminaste? –Pregunto Lucía tratando de levantarse.
-No. –La empecé a arrastrar por las escaleras.
Escalón, por escalón.
-Admitidlo. –Grite.
-No. –Recibí otro grito como respuesta.
Hasta que un grito mayor nos paró a las dos. Era Rubén que nos perseguía a las dos con los demás.
-Ya paren. –Dijo el tratando de no reírse por esta escena. -¿Por qué se pelean por el sí me tienen a mí, chiquitas?
Las dos los miramos, y volví a arrastrar.
-¡BASTA! –Grito Lucía de la nada. –Soltame.
-¿ES EN SERIO LUCÍA? –Le grite.
-Ugh. –Se levantó rápidamente. -¡¿POR QUÉ NO VAS DETRÁS DE RUBÉN?! –Pregunto gritando. –Si se nota de acá a la China que le tenes ganas. –Y se fue rápidamente, dejándome toda roja.
Mi viste se posó en los cuatro chicos, y después solamente en Rubén que solo levantaba y bajaba las cejas. Alex interfirió en ese momento, salvándome de un momento incómodo.
-¿Está enojada? –Pregunto el, que inocente.
-No, solamente que la arrastrará por las escaleras le removió las ideas. –Dije.
Los cinco caminamos de nuevo hacía la habitación de los chicos. Y nos sentamos todos en el piso, a esperar a que Lucía volviera, sabía que no iba a volver ya, pero en un rato sí.
Saque la cámara que guardaba en el bolsillo de mi campera, y me empecé a grabar a mí, y a los chicos. Fue como un pequeño video vlog, resumiendo todo lo que paso en estos dos días, y anteriores a estos, como el beso de Lucía a Ash, el primer día del Ultra, el día que pasamos con Rubén, Mangel y Abraham, y la llegada de Alex.
Y como no, a cada momento alguno de los cuatro me interrumpía haciéndome reír. Haciendo que volviera a decir lo mismo unas veinte veces, hasta que me saliera sin reírme de cualquier idiotez que saliera de sus bocas. Al despedirme, Rubén apoyo su cabeza en mi hombro sonriendo, y yo simplemente lo mire y sonreí igual. Y apague la cámara, aunque Rubén no saco su cabeza de ahí.
-Creo que es hora de buscar a Lucía. –Dijo Mangel. Mire la hora en mi celular y faltaba media hora para que el Ultra empezara.
Los cinco salimos y caminamos hacía mi habitación, al entrar vimos a mi pequeña bebé (de altura) durmiendo abrazada a su almohada. Me tire arriba de ella haciendo que ambas cayéramos al piso.
Lucía abrió los ojos rápidamente, y se paró, para después ayudarme a mí. Y los seis salimos en camino hacía el segundo día del Ultra.
En el camino me había quedado atrás, y pude observarlo a los cinco bien, iban en escala, y la más chiquita era Lucía, pero por muy poquito le ganaba Alex. Corrí para subirme a la espalda de Mangel, que fue el primero que vi.
-Hola. –Dije sobre su espalda.
-Hola. –Respondió agarrándome bien para que no me cayera.
-Ahora sos mi chofer personal. –Sonreí.
Y así me llevo hasta la entrada del lugar. Ahí fue cuando me bajo y me dejo caminando, con mis propios pies, se supone que él me tenía que llevar a todos lados, que clase de chofer es.
-Adentro no hay que perdernos. –Dijo Rubén. –Dame la manito. –Dijo poniendo voz de idiota. Se la di y el la agarro.
Y entramos todos juntos.
Pero al final, todos nos perdimos.
