Hace una hora habíamos llegado a Noruega, estábamos en la casa de su madre, y si, pase por la fase de conocerla, pero era agradable, y creo que le caí bien. Íbamos a compartir los dos su habitación. Y me estaba poniendo ropa más cómoda para salir a recorrer esta ciudad, o casi ciudad, con Rubén. Me iba a enseñar lugares de acá. Así que me puse mis otras zapatillas, y me cambie la remera, dejando solo mi jean como estaba.
-¿Puedo pasar? –Dijo Rubén del otro lado de la puerta.
-Sí. –Grite un poco, y el abrió la puerta pasando rápidamente. –No entiendo por qué no te quedaste, no es nada del otro mundo verme cambiarme.
-No, pero quería darte un poco de privacidad. –Me abrazo por la cintura.
-Bueno, pero ya estoy. –Sonreí alejándome.
-No te sueltes de mis abrazos. –Me volvió a abrazar.
Estuvimos un rato así, el abrazándome y yo alejándome, para abrazarlo yo al final. Salimos de la casa, y empezamos a recorrer el lugar junto a su madre, que hablaba un poco español, pero nos podíamos comunicar a la perfección. Con nosotros también iba una prima de él, ellas dos iban atrás, y nosotros dos adelante, mientras él me enseñaba algunas palabras básicas en noruego.
-Voy a fracasar en esto. –Dije riéndome de mi escasa pronunciación noruega.
-No, es fácil. Vamos por acá, hay un lugar al que me gusta ir siempre que vengo. –Me agarro de la mano, y me llevo con él.
Un poco más lejos de donde estábamos, me encontraba encima de una pequeña montaña, con una valla que daba la vista a las montañas más altas, y río reflejando el cielo.
-Siempre vengo acá. –Dijo apoyándose en la valla. –Y cuando era chiquito y me sentía triste, me escapaba de casa para venir acá, y llorar solo. –Lo mire, se giró y me sonrió.
-Oh, me imagino a vos de bebé, una lindura. –Me miro de costado.
-Lo sigo siendo. –Me abrazo.
-Sí. –Admití.
Estuvimos un rato abrazados, hasta que una voz femenina nos interrumpió.
-¡RUBÉN! –Me gire para ver a una chica rubia de ojos celestes, sí, tengo una buena vista.
Se acercó sin decir nada más y se tiro arriba de Rubén para abrazarlo, ignorándome por completo.
-Hola, Lena. –Dijo Rubén bajándola.
-Ha pasado tanto tiempo desde que no nos veíamos. –Sonrió mientras se acomodaba la ropa.
-Fueron dos años. –Sonrió incómodo.
-No importa, demasiado tiempo. –Se la notaba demasiado feliz, así que supuse que era alguna amiga cercana.
Me aleje un poco para hablaran tranquilamente, aunque Rubén estaba más incómodo que yo cuando la vi a su madre por primera vez. Bueno, incomodo no, nervioso.
-Oh, ¿Y quién es ella? –Pregunto mirándome con una sonrisa.
-Agustina. –Él sonrió. –Es mi novia.
La chica, Lena, como Rubén la había nombrado, borró su sonrisa al escuchar la palabra "novia", haciendo que me mirara con asco, rebajándome con la mirada. Algo iba a salir mal de todo esto. Y no quería que Rubén se enojara conmigo si en algún momento golpeaba a su amiga.
-Ah, soy Lena. –Me dio la mano con asco.
-Agustina, un gusto. –Le di la mano, y ella lo soltó al segundo. Y era mentira, no tenía ningún gusto en conocerla ahora.