-Todo el mundo me está mirando desde que salimos del departamento. –Dije entrando a la panadería y tapándome con los brazos de Rubén.
-¿No qué no iba haber nadie en la calle? –Se empezó a reír de mí.
-No sabía que acá todos se levantaban tan tempranos. –Me excuse. –Me crie en un país de vagos, no es mi culpa. –Hice puchero y me dio un beso para que sonriera, cosa que cumplió.
Esperamos un par de minutos más, hasta que llego nuestro turno, compramos cosas ricas, las que son más ricas para mí, y las feas para Lucía, pero de seguro me va a dejar las feas, siempre me deja lo feo. Lucía te odio.
-Vamos. –Dije con la bolsa en la mano. El asintió.
-¡RUBIUS! –Grito alguien en la puerta. Era una fan. O eso suponía yo. -¡Te amo! –Sonrió Rubén. -¿Me puedo sacar una foto con vos?
-Claro. –Dijo y ella sonrió. Me dio su celular para que les sacara una foto.
-Listo. –Le di el celular sonriendo, y me devolvió el piyama.
-Gracias a los dos. –Iba a seguir hablando pero me miro de arriba abajo. -¿Estás en piyama? –Se rio.
-Eh no. –Mentí.
-Sí, está usando piyama.
La fan se fue al rato, y nosotros corrimos hacía el edificio. No necesitaba que nadie más me viera en piyama. Me miraban como si fuera un bicho raro, ¿qué nadie vio a una niña en piyamas?
Subimos y entramos a mi departamento directamente. En la sala estaba Lucía peleándose con Félix. La escena era Lucía arriba de él, golpeándolo con el control de la televisión. Hice ruido con la boca y los dos me miraron. Félix empujo a Lucía al piso, y vino corriendo a abrazarme.
-¿Trajiste comida? –Pregunto el abrazándome.
-Eh sí. –Me abrazo más. –Pero no para vos. –Me soltó.
-Adiós. –Se fue caminando a su habitación.
-Oh, para mí. –Se levantó y camino hasta donde estaba yo. –Córrete vos. –Lo empujo como pudo a Rubén.
-Sí, toma. –Le di la bolsa. –Me humille en frente de todo el mundo por vos. –Me sonrió.
-Gracias. –Agarro la bolsa y me agarro de la cara para darme un beso en los labios.
-¿QUÉEEEEEEEE? –Grito Rubén confundido. –No la toques. –Me abrazo por detrás.
-Toda tuya. –Dijo Lucía yéndose a comer al sofá.
Mientras Rubén se componía de aquel beso que me dio Lucía yo lo cachetee varias veces. No estaba acostumbrada a eso, pero lo solía hacer solamente cuando le compraba comida, básicamente una vez cada 200.000 años luz.
-Hoy vamos a ir al parque con los demás. –Me dijo. Lo mire con cara de "¿Quiénes son los demás?". –Alex, Mangel y Cheeto. –Dijo.
-Bien. –Le sonreí.
-No, no. –Levante una ceja. –Quiero que vengas, si queres trae a Lucía. –Asentí.
-Bien, le voy a decir, seguro va a querer ir. –Me dio un beso en los labios.
-Me voy, tengo que hacer algunas cosas, pero después vengo. –Me dijo y asentí.
-Espera, ¿a qué hora vamos? –Pregunte mientras él se acercaba a la puerta.
-A las 8. –Abrió la puerta. –Te amo. –Salió y la cerro, dejándome sola con Lucía.
-¿Vemos Transformers? –Le pregunte sonriendo. Puso los ojos en blancos y me senté al lado. –Tomo eso como un sí.
Puse Transformers, y cada vez que terminaba volvía a poner la película. Hice eso tres veces, y en las tres veces, recibí un golpe. En la segunda vez se nos unió Alex y Félix. Y en la última, Fran.
Iba a poner la película por una cuarta vez, pero me pegaron entre todos. Me aman en este departamento.
-Me voy a cambiar. –Dije al ver que todavía tenía el piyama. Me pare y fui directo al cuarto. Pero antes de llegar me llamo Lucía. -¿Qué?
-¿Saliste a la calle con eso? –Me pregunto y asentí. –Tenes la cara de un gatito en la parte del culo. –Dijo riéndose. Me trate de girar para ver y era verdad.
Entre rápido, y me cambie en un tiempo record. Nunca más salgo en piyama, nunca. Menos con uno de gatitos. Agarre mi celular y vi la hora, eran las 7, le mande un WhatsApp a Lucía preguntándole si quería ir. Obviamente no tenía ganas de caminar, y mucho menos de gritar.
Recibí su contestación al segundo. Y básicamente me insultaba por no haberle dicho cara a cara. Y por no haberle avisado antes.
A las 8 estábamos las dos listas, y Rubén vino con Alex, Mangel y Cheeto atrás. Y nos fuimos los seis. En el camino fuimos de a grupos de a dos. Yo iba caminando abrazada a Rubén, Lucía iba hablando con Alex, y Mangel y Cheeto iban peleándose como nenes de jardín.
Al llegar no sabíamos por dónde empezar. Así que elegimos al azar. Íbamos a empezar con un juego rápido. Con Lucía íbamos de la mano. Aunque Lucía era muy inquieta y la tenía que arrastrar un poco más.
-Estoy enojado. –Dijo Rubén cerca mio.
-¿Por qué? –Me reí al ver su cara de bebé enojado.
-Lucía te está robando. –Se cruzó de brazos.
-No. –Me solté de Lucía y lo abrace. –Nunca. –Le di un beso colgándome de su cuello.
-Son como mi mamá y mi papá. –Dijo ella de la nada. –Devolveme a mamá. –Dijo pegándole a Rubén.
-No me duele eso. –Dijo riéndose. –No tenes fuerza.
-Gracias. –Se cruzó de brazos.
-Ya tengo los tickets. –Dijo Alex llegando con Mangel. -¿Y Cheeto? –Pregunto.
-Ahí. –Dije y me gire para ver que no estaba. –Ya no está ahí.
-Estoy acá. –Dijo llegando del baño. – ¡AHORA VAMOS AL JUEGO! –Dijo gritando emocionado. Y fue el primero en ponerse a caminar, dejando a la vista que tenía papel higiénico en el pantalón, a la vista de todos. Todos nos reímos, aunque el todavía no se daba cuenta.
Mangel se encargó de decirlo. Y Cheeto amenazo con quemar nuestras casas si decíamos algo sobre es.
-¿Quiénes se van a subir? –Pregunto Alex al llegar a la fila del juego. Todos levantamos las manos. –Bien.
Y esperamos en la fila, no era tan larga, pero el juego si duraba algunos minutos largos. En la espera estuve con Lucía, hace mucho no teníamos nuestros momentos de mejores amigas. Así que la abrace en toda la espera. Mientras que Rubén estaba con Mangel sacándose selfies para twitter, todo para alimentar las almas shippeadoras de los demás.
Nos subimos al juego. Todos desordenados. Y empezó. Ahora odiaba no estar al lado de alguien, iba a vomitar en cualquier momento. Quien me mando a comer antes de venir. Al bajarme, lo primero que hice fue tratar de ponerme en pie, por qué caminaba tambaleándome. Rubén me agarro de los hombros y me alzo.
-Gracias. –Dije mirándolo.
-De nada. –Me miro sonriendo mientras achinaba los ojos. Y después, sonrió mostrando los dientes.
Me bajo un rato, solamente para darme un beso, mientras los demás se iban alejando.