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-¡HOLA! –Me grito Rubén el oído. –Hoy me voy a tatuar. –Soltó de la nada. Lo mire.

Y lo seguí mirando fijamente, ¿en serio?

-Te vas a tatuar. –Repetí. –Le tenes miedo a una cucaracha y te vas a tatuar. –Mire para otro lado.

-¿Queres venir? –Me pregunto. Lo volví a mirar y sonreí.

-Sí, sí quiero. –Hizo una pausa. -¿A qué hora?

-En media hora viene Alex y nos vamos. –Dijo tranquilo levantándose. ¿Media hora?, me tenía que ir a bañar ya.

Me pare rápido, le di un beso a Rubén y salí corriendo, aunque antes le dije que me iba a bañar y si tardaba mucho que me fuera a buscar.

Entre al departamento y vi a Lucía dándole de comer a Ash en la boca, aunque no le apunto bien porque le clavo la tostada en el ojo. Fran estaba al lado de Ash viendo al horizonte, pensando en todo.

-Hola, Agustina. –Dijo Johnson apareciendo de la nada.

-Hola. –Dije y me acorde de que tenía que bañarme. –No puedo hablar, tengo que bañarme.

-Nadie te pregunto. –Grito Fran. Pendejo de mierda. Agarre un almohadón y le empecé a pegar.

-¡Basta! –Grito Ash con la boca llena.

-Cállate Ash, y come. –Le dije dándole un golpe a el también. –A vos no, porque te quiero. –Le dije a Lucía y me sonrió. –Bueno me voy a bañar.

-¿A dónde vas? –Pregunto Lucía, que chismosa.

-A acompañar a Rubén. –Me miro mal. –A tatuarse.

-¿En serio? –Pregunto de nuevo. –Tatúate vos también.

-No, que dolor. –Me tire el pelo para atrás.

-No duele. –Miro a Ash. -¿Verdad?

-Si duele. –Dijo Ash sin entender nada.

-Pelotudo. –Lucía se paró y me saco el almohadón para pegarle despacio. Se sacó el pelo de la cara y me miro sonriendo. –Hacelo. Yo sé que queres.

-Me voy a bañar.

Y ahí sí. Fui al baño de mi habitación y entre a la ducha. Trate de no tardarme demasiado, había perdido mucho tiempo soportando las idioteces de mis amigos. Salí y me envolví en una tolla, me sentía un canelón.

Me vestí rápido y trate de secarme el pelo. Creo que todavía tenía un poco de tiempo. Deje el secador en la cama, y escuche el timbre. Oh no.

Salí corriendo de la habitación, abrí la puerta y antes de que Rubén dijera algo, le hice una seña para que me diera un minuto, necesitaba respirar. Necesitaba volver a hacer un deporte. Esta vida de sedentaria me iba a matar.

-Ahora sí. –Hable. –Hola.

-Hola. –Me saludo sonriendo. -¿Vamos?

-Sí.

Le agarre la mano y bajamos. Alex estaba ahí esperándonos viendo su celular. Lo salude y fuimos los tres juntos. Íbamos caminando, quedaba cerca, tal vez unas cinco o seis cuadras.

Al llegar entramos, el primero en tatuarse iba a ser Alex. Así que fue a sentarse, estaba nervioso, creo que medio país se dio cuenta.

-¿Te vas a tatuar? –Me pregunto Rubén. ¿Qué tenían todos conmigo?

-No sé. –Respondí.

-Si queres, decime, y te dejo ir antes que yo. –Le sonreí y asentí.

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