-Es un lindo día. –Dije abriendo las cortinas de la habitación.
-¿QUÉ HACES ENFERMA? –Grito Lucía tirándome con una almohada. –Me quede ciega.
No le di importancia a lo que me había dicho Lucía y la empuje de la cama. La venganza estaba hecha. Hoy empezaba el Ultra, y teníamos que estar ahí desde la primera era, bueno, ese era un capricho mío por qué no me quería perder nada.
-Me voy a bañar. –Dijo agarrando una toalla rosita que había traído y ropa.
Yo me había tomado el tiempo de bañarme apenas me levante, ahora que había cambio de horario todo estaba al revés, ahora yo me levantaba temprano, y no Lucía. Agarre el peine y empecé a peinar mi rebelde pelo. Que estaba hecho un desastre.
Camine hasta la valija y saque mis zapatillas, eran negras y no tenía nada de especial, y me las puse, y me senté en mi cama a esperar a que Lucía terminará.
Quince minutos después salió vestida con una remera grande, unos jeans negros y unas zapatillas que la hacían verse más bajita que nunca. Me sentía bien al menos saber que media más de 1,65. Mientras que ella con suerte pasaba el metro 60.
Lucía agarro una campera y se la puso. A la mañana hacía un poco más de frió. Y yo también agarre la mía, la iba a necesitar ahora y por la noche. Y salimos del hotel para ir a un bar a desayunar.
Encontramos uno a tres cuadras del hotel, ambas pedimos un batido, y unas tostadas. Mientras tomaba mi hermoso y delicioso batido, sentí un flash. Lucía me había sacado una foto. Minutos después sentí mi teléfono vibrar, la había subido a twitter. Le di RT y la insulte en francés, bueno, en realidad no, solo fue un estúpida intercalado con varias letras y números. Escribir con el teléfono táctil me dificultaba todo.
Después de desayunar caminamos hacia donde sería el Ultra. No quedaba tan lejos y preferíamos caminar para conocer más el lugar.
-Lucía. –La llame. Me miro. -¿Qué fue ese beso en el aeropuerto? –Vi cómo se sonrojo.
-De que hablas. –Dijo tratándose de hacer la confundida.
-Del beso que le diste a Ash. –Rodee los ojos.
-Ah eso… -Sonrió. –Era algo que quería hacer hace mucho, no me juzgues. –Me señaló con el dedo.
-Bien, pero los shippeo. –Dije mientras me los imaginaba juntos. Nunca lo había pensado. Pero ahora me daba cuenta por qué lo miraba tanto, y por qué estaba tan enamorada de su acento, ahora me doy cuenta de que no era solo del acento.
Minutos más tarde habíamos llegado. El lugar estaba lleno, y para ser al aire libre ya me estaba quedando sin aire.
Estuvimos toda la tarde yendo a diferentes escenarios, hasta que nos quedamos en uno hasta que oscureció, me dolía demasiado el cuerpo, pero estaba demasiado feliz como para preocuparme por eso. Apenas empezó a oscurecer la gente se fue agrupando para ir al escenario mayor. Y las dos nos dirigimos ahí.
-Necesito agua. –Me grito Lucía. Aunque con suerte su voz de pito se escuchaba. –Vamos al fondo.
-Pero… -Me iba a quejar.
-Así compro agua para las dos y después no volvemos a meter. –Insistió.
-Está bien. –Suspire y caminamos hasta al fondo.
Antes de llegar al final Lucía camino hacía el puesto en donde vendían todo tipo de bebidas. Y yo me quede sola en el fondo. Había demasiada gente pasando. Hasta que un grupo paso corriendo tirándome para atrás haciéndome chocar con alguien.
-Perdón. –Me disculpe exaltada al darme cuenta que le había tirado toda la bebida. –Es que el grupo aquel me empujo. –No lo vi a la cara. –Perdón.
-Heey. –Alargo la “e”. –Yo te conozco. –Distinguí aquel peculiar acento.
-¿Rubén? –Levante mi mirada.
-Sí, hola Agustina. –Me saludo con una sonrisa. –No esperaba verte por acá, bueno si lo hacía. –Hablaba por rápido. –Pero no justo ahora.
-Yo tampoco, pensé que tal vez nos veríamos en la salida. –Sonreí.
Los próximos minutos fueron en completo silencio, él no decía nada y yo menos. Sentí que ya lo había aburrido, era un silencio incomodo, y no me gustaban aquellos. Lo mire y él me estaba mirando fijamente con una sonrisa.
-¿Pasa algo? –Pregunte preocupada. -¿Tengo algo en la cara?
-Oh no. –Dijo sin borrar su sonrisa. –Es que me di cuenta que en persona sos mucho más baja. –Dijo riendo.
-Eso es hiriente. –Dije poniendo cara de enojada, pero después me reí, me llevaba una cabeza, era demasiado baja al lado de el.
-Toma Agustina. –Dijo Lucía apareciendo en frente nuestro, pero no se percató de nuestra presencia.
-Gracias. –Agarre el agua.
-Ah –Dijo Rubén mirándola. –Pero vos sos un pitufo. –Lucía lo mire de arriba abajo y lo miro mal.
-Me ofendí, adiós. –Se dio la media vuelta y se fue.
Me reí un poco, Lucía se ofendía mucho si decían algo sobre su estatura. Y tal vez no la iba a ver ahora hasta que se dignara en aparecer, así que no me iba a poder mover de acá hasta que volviera. Ahora me iba a perder el show, maldita vida.
-¿Y qué hacías en el fondo solo? –Pregunte curiosa.
-Es que me gire un momento, y cuando me di cuenta me había perdido. –Dijo rascándose la nuca. –Esto es vergonzoso.
-No importa, te voy a hacer compañía. –Dije. –Y… Todavía tenes la remera mojada. –Le señale la gran mancha de cerveza que tenía.
-Esto amerita una cosa. –Dijo pronunciando de más su acento.
Agarro su remera y la estiro hasta su boca, para después enrollar y tirar todo el líquido que había en la remera en su boca. La gente lo miraba raro, y yo saque mi celular para grabarlo. Estaba demasiado tentada. Y lo único que se escuchaba en el vídeo era mi risa.
-No hagas eso. –Dije entre risas.
-Es una forma de no desperdiciar cerveza.