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Por la noche comimos junto a su madre, su prima y una tía, aunque no era la madre de la chica, que por cierto, se llama Alyssa. Y cuando todos acabamos de comer, ellos como tradición, y yo como invitada, empezaron a hablar de cómo les fue el día. Aunque yo, claramente, no hable ni dije nada sobre mi día, porqué había sido un total desastre.

Nos fuimos a dormir todos. Yo me había vuelto a cambiar para comer, y me tocaba cambiarme de nuevo para dormir. Me cambie rápido mientras Rubén se acostaba. Me volví a poner el short, y me saque las zapatillas. Me puse mi remera, que en realidad es parte de mi piyama, pero hacía bastante calor por la noche como para usarlo, y tenía ositos, cabe destacar los lindos ositos. Me ate el pelo, y me acosté casi en la punta. Dejando un gran espacio entre Rubén y yo.

-Buenas noches. –Dijo él con la voz apagada.

-Buenas noches. –Repetí cerrando los ojos.

Mañana festejarían el cumpleaños de su abuelo. Íbamos a ir hasta su casa, que según todos, no era tan lejos. Quedaba a tan solo diez casas de distancia. Lo cual confirmaba que no era mucho.

Me levante por la mañana, gracias al sonido de mi celular, me reí al acordarme que no lo usaba desde ayer, y que tenía una amiga desesperada en saber cómo estaba. Vi todos los mensajes que tenía, en su mayoría de Lucia, y los respondí. O bueno, al menos los que pude.

Entre a Twitter un rato, y empecé a twittear cosas sin sentidos, o tal vez con mucho sentido. Pero prefería dejarlo ahí, como que sea un tweet sin sentido que se escribe a las 7:30 a.m. Sí, era demasiado temprano, pero no importaba, había dormido muy bien, en realidad.

Hasta había subido una foto a Instagram. Me levante y me cambie. Vi como Rubén seguía durmiendo, me olvide por completo de lo que paso ayer, y me acerque para dejarle un beso en la frente. Por la mañana hacía frio, todo lo contrario a la madrugada, así que lo tape. Como buena persona, y novia que soy.

Salí de la habitación para encontrarme con su madre. Que estaba preparando el desayuno para todos, entonces me ofrecí a ayudarla, aunque la cocina no se me daba, pero ella me ayudaba y era muy paciente, realmente muy paciente, ya que era muy lenta cuando se trataba de cocinar.

-Mis dos personas favoritas en el mundo. –Dijo Rubén mientras nos miraba a las dos.

Su madre empezó a decir algunas cosas en noruego, aunque me las repetía traducidas en voz baja. Simplemente le dijo que se bañara y se cepillará los dientes, y eso fue lo que hizo. Todavía lo trataba como un nene. Aunque a veces a Rubén hay que decirle las cosas que tiene que hacer, y es frustrante tanto como para él como para los demás.

Desayunamos tranquilos, y su madre se fue a cambiar, ya que a las doce nos íbamos a ir yendo para la casa de su abuelo. Apenas eran las 10 a.m. Pero arreglarse siempre lleva tiempo. Rubén me invito a volver a aquel lugar en donde habíamos ido ayer, pero esta vez me prometió que ninguna Lena nos iba a interrumpir.

-También te prometo que antes de las doce vamos a volver a casa. –Me dijo mientras subíamos la pequeña montaña.

-Está bien, no es mucho problema en realidad. –Dije mientras me sentaba al lado de la valla. –Es un lindo lugar. –Dije apreciando las montañas.

-Sí. –Se sentó al lado mío, y me agarro la mano. –Siento que me perdonaste. –Me miro.

-Lo hice. –Sonrió y lo mire. –Lo hice esta mañana cuando te vi dormir y me di cuenta que nunca me harías daño. –Me dio un beso agarrándome la cara.

-No me voy a perdonar nunca haberte gritado así. –Se separó y bajo la mirada. –Voy a tratar de ser mejor, porqué, bueno, te mereces algo mejor. –Sonrió a medias.

-Sos lo mejor para mí, hasta demasiado diría yo. –Lo abrace fuerte. –No te sientas menos de lo que sos. Sos la mejor persona que pude haber conocido. Y te amo demasiado por ser quien sos.

-Yo te amo muchísimo más. –Me devolvió el abrazo.

Estuvimos diciéndonos cosas lindas como una pareja linda y vomitiva, hasta las doce menos cuarto, cuando nos dimos cuenta que era demasiado tarde, y caminamos rápidamente hasta su casa, llegamos a las doce justas. Y volvimos a salir, pero directo a la casa de su abuelo. Nadie iba demasiado elegante, es más, su madre estaba usando ropa que usaría yo normalmente en mi casa.

-Bien llegamos. –Dijo Rubén parándose en frente de una gran casa.

Su madre toco el timbre, y nos abrió un señor mayor, el que supuse que era su abuelo. Pasamos y estaba lleno de familiares, solo unos dos, contando al abuelo, manejaban un poco el español. Así que era difícil a veces presentarme siendo que tenía escasez en el idioma ese.

En un momento perdí a Rubén de mi vista, así que empecé a buscarlo. Aunque choque con alguien, haciendo que tirara su bebida en mi ropa, aunque no se notaba mucho, ya que no contenía mucha bebida aquel vaso.

-Oh, hola Agustina. –Esa voz se me hacía conocida. Levante mi mirada y vi su sonrisa cínica. –Qué lindo verte acá.

-Eh, hola Lena. –Trate de ser amable. –Perdón, estoy buscando a Rubén. –Trate de irme, pero me agarro antes.

-No, no, espera. Creo que tengo que hablar con vos. –Me dijo sonriendo.

-¿Crees?, yo no tengo que hablar con vos. –Realmente me quería ir.

-Escucha. –Me agarro del hombro. –Mejor no lo busques, no estorbes, estoy tratando de recuperarlo desde hace dos años, y no voy a dejar que otra noviecita me lo robe. –Ya sabía que era hija del diablo, pero tampoco tanto.

-No voy a dejar que me trates de amenazar. –La mire mal.

-No es una amenaza, en realidad, voy a hacer que Rubén vuelva a ser mío, como cuando teníamos 15.

-¿Sabes qué eso fue hace diez años? ¿Qué él ya te supero? –Levante una ceja.

-Agustina, acá estás. –Dijo Rubén apareciendo atrás mío. -¿Lena? –Pregunto confundido.

-Hola Rubén. –Me soltó para poner una sonrisa más que fingida. –Después hablamos, me tengo que ir. –Dio una media vuelta y se dirigió hacía una señora.

-No sé qué hace acá, en serio. –Se desesperó al verme a mí. –Supongo que vino con su tía, es amiga de mi abuelo. Pero que yo sepa nunca hablo con mi abuelo o lo conocía. –Se agarró la cabeza.

-Tranquilo. –Lo abrace. –No es tu culpa que este en cada lugar que vayamos. –Me correspondió el abrazo.

-Bien –Se tranquilizó un poco. –Mejor vamos, mi abuelo quiere conocerte más, dice que le estas cayendo bien. –Sonreí.

Llegamos hasta donde estaba su abuelo abrazados, y nos sentamos los dos juntos en frente de él, que estaba al lado de la madre de Rubén. Y empezó a hablarnos a los dos, decía cosas como que éramos una linda pareja, y que nunca había visto a su nieto tan feliz antes. Lo que me hizo sonrojar un poco.

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