6

14 1 0
                                    

Habían pasado dos horas de lo ocurrido, todavía no podía olvidar a Rubén tomando la cerveza desde su remera, que asco debía ser la combinación de cerveza y remera. Habíamos encontrado a Lucía hablando con Mangel. Que fue bueno, ya que Rubén encontró a su grupo de amigos. Y como lo quería desde un principio, nos colamos hacía adelante todos juntos.

Pero era hora de volver al hotel. El lugar se estaba vaciando cada vez más, tenían razón cuando decían que lo bueno duraba poco, pero no todo iba mal, todavía faltaban días para que el Ultra terminara completamente. Salimos todos juntos hacía la que en un momento fue la entrada.

-Creo que es hora de que cada uno se vaya al hotel. –Dijo Lucía agarrándome del brazo.

-Sí, mañana nos podemos encontrar en la entrada. –Sugerí yo.

-No, no, no. –Salto Mangel.

-Oye, eso es descortés. –Dijo Lucía.

-No, lo que él quiere decir que es muy tarde para que vayan las dos solas hacía el hotel.  –Dijo Rubén tratando de aclarar el pequeño malentendido que se había formado en la cabeza de mi amiga.

-Bueno, está bien. –Acepte yo. –No conocemos mucho la ciudad, y no nos haría mal un poco de compañía en la ida.

Los cinco empezamos a caminar, el recorrido hacía el hotel estuvo lleno de chiste malos que contaba Mangel, y momentos homosexuales con Rubén y el. Y después estaba Abraham que simplemente molestaba a Mangel, haciéndolo enojar, logrando así que el soltará varios insultos haciéndome reír con su acento particular.

Después de un largo tiempo caminando llegamos a la puerta del hotel, y todos nos detuvimos.

-Bien, llegamos. –Dije yo.

-Genial. –Soltó Rubén. Lo mire. –Estamos en el mismo hotel.

-¿En serio? –Pregunté sorprendida.

-¿Ustedes eran las bestias gritando anoche? –Pregunto Lucía señalándolos a los tres.

-Claro que no… -Empezó a decir Mangel.

-Jamás, ¿por qué piensan eso? –Terminó Rubén.

-Vamos a hacer como que les creemos. –Dije riendo. –Mejor entremos.

Apenas termine la oración entramos los cuatro, estábamos en el mismo piso, pero la única diferencia era que nos separaban tres habitaciones. Antes de entrar a nuestra habitación les hicimos prometer que no iban a gritar, al menos por esta noche.

-No vamos a gritar. –Dijo Abraham.

-Pero… -Dijo Rubén.

-¿Pero? –Los mire.

-Mañana antes de ir al Ultra vamos a ir a una playa cercana, y nos gustaría invitarlas. –Dijo Rubén.

-Eso está bien. –Dije yo.

-Las vamos a pasar a buscar a las diez, y no se tarden, eh. –Dijo Mangel señalándonos.

Las dos asentimos, y esperamos a que ellos se fueran para entrar. Los tres se había ido corriendo, pero Rubén cayó al piso, y todo fue tan dramático. Le gritaba a Mangel que siguiera sin él, que él estaría mejor en otra vida. Mientras que Mangel solo gritaba que no lo iba a dejar morir. Y toda aquella escena me hizo reír demasiado. Hasta que ambos se pararon, ya que una empleada del hotel los reto. Haciéndome reír más fuerte todavía.

Y cerré rápido la puerta antes de que me retaran a mí. Me adentre a la habitación y Lucía estaba con su celular, divise que estaba en twitter. Agarre mi piyama y me cambie ahí, no había nada que ocultar. Y me tire a la cama.

-Apaga eso. –Le dije a Lucía.

-Nop. –Me saco la lengua, pero le tire una almohada. –Te odio.

-Yo te amo.  –Y ahora ella me tiro una almohada. –Ahora te odio.

-Dormite. –Me grito.

Y le hice caso, apenas cerré los ojos me había quedado dormida.

-¡LEVANTATE BESTIA VAGA! –Escuche un grito y al segundo me sentí golpeada por algo.

Abrí los ojos de repente y me encontré a Lucía gritándome y golpeándome con una almohada. Qué manera hermosa de despertarme. Mire la hora desde mi celular ignorando a Lucía completamente, y me di cuenta porque me despertaba, eran las nueve y media.

-Es tarde. –Dijo ella. Y se sentó en la cama con la computadora.

-Sí, lo sé. –Suspire. –Tenía sueño. –Ella asintió. –Me voy a cambiar.

Agarre ropa adecuada para ir a una playa y entre al baño para poder cambiarme tranquilamente. Salí y comencé a cepillar mi cabello, y vi la hora, faltaban quince minutos, y la verdad ni siquiera sabía si los tres eran puntuales, así que me tire a la cama de Lucía para observar lo que hacía.

-¡SELFIE! –Grito mientras ponía la cámara de la computadora. Hice una mueca y ella saco una foto. –Salí linda.

-No, no lo hiciste. –Me miro mal. –Yo sí. –Me saco la lengua. -¿En serio? ¿Siempre me vas a sacar la lengua?

-Tengo 5 años, más respeto. –Reí.

Unos minutos más tarde tocaron la puerta, me levante de mi posición cómoda para abrir la puerta. Y ahí estaba los tres en fila, de menor a mayor. Parecían nenes del jardín.

-Buenos días. –Dijeron los tres a los gritos. ¿De dónde sacaban tanta energía?

-Buenos días. –Los salude.

-Llama a tu amiga, es hora de irnos. –Dijo Rubén.

Entre para cerrarle la computadora apropósito, haciendo  que se enoje, pero se le paso al saber que ya estaban acá, se paró y caminamos las dos hacía donde estaban los tres.

La playa no quedaba tan lejos según ellos, pero para mí, veinte cuadras era como ir caminando hasta China.

-Agustina. –Me llamo Rubén. –Te quería preguntar algo.

-Claro, decime. 

youtube.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora