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De día la vecindad era muy bella y pácifica. De noche, aunque era igual de tranquila como cuando sale el sol, me perseguía un sentimiento de peligro.

Y lo más extraño, es que yo nunca me había sentido de esta manera... Tan acechado. Toda esta experimentación de temor, era tenebrosa, pero hacía lo posible para que no me importara.

Mientras seguía en el camino, desde lejos ví el local al que me había mandado Noel.

De acuerdo, haré esto rápido...

Ya había llegado a la entrada super, haré mis compras, y me iré de aquí en un santiamén...

Me asomé a la entrada y las puertas corredizas me hicieron paso.

La cajera del lugar me vió, y yo caminé velozmente para poder alcanzar un carrito del super, y perder sus ojos de mí.

Mi hermano antes de salir, me escribió en un papel de los mandados; tres cervezas de la marca Stella, un paquete de pan, galletas, shampoo, y una caja de pasta.

Caminaba lentamente observando las distintas variedades de alimentos, sostenía mi carrito, mientras tomaba de la estantería lo anotado.

Al conseguir todo lo pedido por Noel, me dirigí a la caja registradora para hacer la fila.

Yo no miraba a la gente, distraía mi vista observando los precios de los dulces...

Chocolates....

Chicles...

Tranquilo, Liam... faltan dos personas más, y será tu turno.

Saludas, pagas, y te vas...

Saludas, pagas, y te vas...

¡Saludas, pagas, y te vas!

Sí, sí... ¡No es tan difícil!

Escuchaba el sonido que hacía la maquina del código de barras y, por una curiosa razón, la persona de capucha que llevaba en frente me generaba desesperación por alguna razón.

Y tuvo, lo que tenía que pasar...

Porque se volteó, y él me vió.

--¿Eh? oh...--

Damon iba delante mío en la fila del supermercado. Él traía en la mano una caja de encendedores y una barrita de avena.

Mis neuronas se retorcieron eufóricamente al ver su cara algo cansada. Y a pesar de eso, Damon me sonrió maravillado, y subió un poco su mano para saludarme.

Oh, no, ¡No estoy con la ropa adecuada!

¡Mi camisa desgastada de Stones Roses de seguro se ve patética!

No me cepillé el cabello, y no me preparé en nada... ¡Soy toda una basura en frente de él!

--No esperé encontrarte por aquí...-- comentó, avanzando un lugar más en la fila pero sin desvíar su mirada en mí.

Ahora que se dirigió con su voz clara y masculina, regresé al estado de gelatina en un terremoto.

Y debido a mi torpeza, se me cayó al suelo la caja de pasta por el desbalance que tuve de los nervios.

Aún cuando me puse de rodillas para recojerlo...

Su nariz puntiaguda rozó con la mía al agacharnos al mismo tiempo.

Ya estoy muerto.

--¡Perdón, perdón! ¡Paga esto por mí!-- Le hablé entrecortado, entregándole mi carrito de compras con el dinero.

--Ah... Pero yo, este...--

Yo no escuché más de sus palabras, ya que huí del local lleno de vergüenza.

¿Por qué tengo la necesidad de actuar así de imbécil? Soy un estúpido pedazo de basura, repugnante, e inmundo, ¡Siento que doy pena!

Ahora no sé que hacer en este momento. Sentado y arrepentido en el mismo árbol del parque que siempre visitaba.

Tenía pensamientos confusos golpeándome la cabeza y...

--Ey, chico...--

Espera... ¿Él estaba aquí?

--Eh, Tú... ¿Tú estás bien? saliste corriendo de la nada por la tienda y dejaste a la gente de allí confundida...--

Escuché su voz baja, a la vez, que me entregaba mis cosas ya pagadas en una bolsa.

Sus ojos no eran visibles gracias a los mechones dorados de su pelo en la frente. Esbozó otras de sus fantásticas sonrisas, mientras me ayudaba a ponerme de pie.

¡Al fin me to de las manos y pude sentir tu tacto!

¿Esto en verdad no era un sueño?

Mi boca no tenía la capacidad de decirle ni una sola palabra, quedé absolutamente estático delante de él.

--Mmm, lo que has hecho fue raro... pero no te juzgaré. Me fuiste de gran ayuda el otro día en este mismo lugar...--

Mis manos sudaban como trapo mojado, empezaba a sentir un inmenso calor en todo mi cuerpo, a pesar, del helado que hacía.

Sentí como sus cautivadores ojos me analizaban de pies a cabeza.

Me quedé sin cuerdas vocales.

--Dime... ¿Por qué no hablas?--

--...--

--Ya entiendo... ¿Te sientes avergonzado por lo que hiciste?--

--...--

--¡No te preocupes, no se lo diré a nadie! Te dejaré solo para no seguir molestándote ¿Está bien?... Adiós, William...--

De un parpadeo a otro, ya Damon se había ido del parque. Miré mis compras y regresé a mi casa corriendo, de seguro era muy tarde.

¿Ahora qué excusa le diré a mi hermano?

¿Que me puse en un estado de shock con mi amor secreto?

Sólo anhelo desahogarme en mi diario y gritar contra la almohada a nada de entrar a mi cuarto por haberme quedado ahí como un maldito palo.

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J͙u͙s͙t͙ F͙o͙r͙ M͙e͙❧ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora