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• °31° •

Tomé un respiro en la sala de estar, y miré a través de la ventana de mi casa.

Luego bajé mi mirada al diario que tenía en mis manos...

Prefiero imaginar que mi diario es una persona...

Mi mejor acompañante, alguien amable, refinado, que sepa escuchar...
Seguro que tendría el radiante rostro de Marylin Monroe, pero no sería tan consentido...

--¡William! ¿Ya estás listo para irnos?-- me preguntó Damon enfrente mío, detrás de la ventana. Me dió una sorpresa él que apareciera tan mágicamente.

Esto le dió una sacudida de mis pensamientos, y guardé el diario en mi mochila con rapidez.

--¡Adiós, mamá! ¡Me voy con Damon al parque!-- le digo en voz alta, mientras me dirijo hacia la puerta.

Antes de cerrarla, mi mamá me dijo que tuviera cuidado.

Una vez que salí de mi turbulento hogar, ví a Damon a lo lejos, esperándome para cruzar la calle.

Ambos fuimos al campo escondido de la vecindad, y merodeamos alrededor de los árboles.

Nuestro vínculo se forjó a partir de aventuras y travesuras compartidas, y a medida que pasaron las semanas, nuestra amistad se profundizó bastante rápido.

El sol brillaba alto en el cielo, proyectando largas sombras sobre el lugar secreto del campo en donde solíamos pasar las tardes.

Damon, con su cabello despeinado y su sonrisa, se apoyó contra una vieja fuente de piedra, sus dedos estaban trazando distraídamente los patrones en el mármol desgastado.

Y yo me senté a su lado, con las piernas estiradas perezosamente.

Antes de que pudiera quedarme quieto, le pregunté a Damon:

--¿Tienes un cigarrillo?--

Damon asintió y metió la mano en su bolsillo. Sacó un paquete de cigarrillos, que luego me asomó. 

--Quédatelo, William...--

La agarré, y fruncí el ceño.

--¿Toda la caja?--

--Sí, de todos modos, sólo quedan unos pocos ahí...--

Sonreí, guardando la caja en mi mochila.

Mejor...

Los fumaré más tarde. ¡Estos no son cualquier cigarro! Eran especiales por ser de Damon...

--¿Alguna vez pensaste en... dejar este lugar?-- pregunté de repente, rompiendo el cómodo silencio entre nosotros.

Damon se encogió de hombros, y se rascó la parte trasera del cuello.

--A veces... ¿Pero a dónde iríamos?--

Yo me quedo pensando, y contesto mirando el cielo...

--En cualquier lugar-- respondo con un toque de anhelo en mi voz. --Un lugar nuevo... Un lugar en donde podamos ser nosotros mismos...--

Damon se giró para mirarme confundido.

--¿Qué quieres decir con ''nosotros mismos''?--

Yo vacilé nervioso, y luego, respiro hondo. Mis manos comenzaron a temblar.

--Q-quiero decir... de no ser queridos... en este mundo cruel...--

La comprensión brilló en los ojos de Damon y, por un momento, ninguno de nosotros habló.