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Mi cabello estaba un poco hinchado por dormir de lado, según Noel me veía aún más feo de lo que ya era, pero hice lo posible para que mi pelo se arreglase y se viera normal.

Fue inútil, mi tonto cabello no tiene solución, parezco recién levantado de la cama. Lo cual no era mucha mentira...

¿Pero qué diablos?

¿Cómo fué que puse mi camiseta desgastada de los Beatles, y unos pantalones cortos con el frío que hace, sin darme cuenta?

Ya no tenía tiempo para regresar a vestirme, también no pienso llevar mi mochila...

¡Voy a cubrirme con mi chaqueta gris, y saldré corriendo para llegar temprano a su casa!

Caminé entre charcos de agua por la lluvia imparable de hace unos días atrás, y crucé las calles con cuidado.
Traté de no correr mucho, ya que mis rodillas estaban lastimadas, gracias un tropezón tonto que tuve en las escaleras por distraído.

Mi mamá lo único que pudo hacer fue vendármelas. Aún así, me dolía... y mucho.

...

Toqué por cuarta vez la puerta, y el timbre repetidas veces, esperando una señal suya...

En realidad soy una persona muy inquieta, sin embargo, trataba de tomar mi tiempo en tocar de nuevo el timbre para saber si Damon se encontraba en casa.

Continuamente tragaba saliva, o me aclaraba mi garganta bastante seguido.

Mi madre me compró otro medicamento para darme antes de salir. Tuve que tomarlo a la fuerza, casi con lágrimas en los ojos...

Ese remedio casi se me queda atorado. Que desagradable sensación de atragamiento tuve.

Me mantuve en una posición recta al escuchar pasos acercándose a la puerta.

En mi mente recorrieron todas las palabras de mi canción, hoy estaba dispuesto a cantarla para él.

Subí mejor mi mochila a mis hombros, y construí mi mejor sonrisa para regalarle...

Oh.

Que lástima.

Tuve que borrarla de inmediato.

Quedé destrozado al apreciar sus ojos entristecidos.

Se veía tan triste como yo.

Damon me dijo sin ánimos que sólo entrara, y eso hice...

Sólo había una lámpara encendida en toda la sala de estar, que iluminaba muy intensamente el lugar de Damon, como una estrella muy brillante.

Ahora él estaba sentado en su mesa de trabajo atentamente, jugueteando con algo entre sus dedos. Una aguja bastante larga.

Los mechones de su flequillo dorado rozaba casi sus ojos, balanceándose suavemente con sus movimientos. Debió saber que estaba despierto, pero hizo oídos sordos.

Me acerqué detrás de él, y me atreví a abrazarlo despacio, apoyando mi barbilla en su hombro y presionando mi mejilla contra su cabello frío.

Pero él todavía jugueteaba con la aguja sin siquiera mirarme.

Llegué a olfatear algo de su cuello y sonreí inevitablemente. Me encanta el olor de su piel.

La culpa que sentí por hacerlo... Le habría dado un beso en los labios, un beso, tal como hacían los gatitos.

No tengo idea qué le estaba pasando hoy. Él tenía un aspecto sombrío y serio. Era como si estuviera recordando un incidente anterior.