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Sentado en mi cuarto, envuelto en un silencio que casi podía palpar, mis pensamientos se deslizaban hacia los recuerdos de sapitos saltando en charcos y el cálido y hermoso cariño de Damon.

Sus abrazos eran refugios seguros, su sonrisa una promesa de consuelo en medio de mis tormentas internas.

Mis pensamientos fueron interrumpidos abruptamente cuando la puerta se abrió y Noel, con su habitual seriedad, entró con mis pastillas y un vaso de agua.

Me las entregó sin decir nada y se fue. Miré las pastillas en mi mano, sintiendo un creciente rechazo.

Ya no quería seguir las reglas de mi tratamiento, esas mismas reglas que me mantenían alejado de Damon.

Con un gesto de decisión, arrojé las pastillas debajo de la cama, simbolizando mi rebelión silenciosa.

Me senté en el suelo y bebí un poco del agua, apoyando el vaso frente a mí y mirándolo aburridamente.

Pero en un parpadeo, ví algo que me heló la sangre.

Mi pollito imaginario, Harrison, se ahogaba dentro del vaso.

Sus pequeños chillidos de auxilio resonaban en mi mente, pero yo estaba petrificado, incapaz de moverme, de ayudarlo.

Observé, impotente, cómo Harrison luchaba por su frágil vida.

Parpadeé de nuevo y el vaso estaba vacío, como antes.

Todo era producto de mi imaginación, pero el nudo en mi garganta de lo que había presenciado era real.

La visión de mi querido Harrison, aunque imaginario, muriendo de esa forma, me dejó devastado.

Me levanté y caminé hacia la ventana, asegurada por un candado. A través del cristal, ví la calle vacía.

Y en otro parpadeo, apareció una figura conocida...

Era mi padre, saludándome fríamente desde afuera.

Parpadeé de nuevo y él desapareció.

Mis respiraciones se volvieron superficiales y rápidas.

Cada vez que cerraba los ojos, los recuerdos me asaltaban, confundiéndose con alucinaciones.

Nunca había visto a mi pollito ahogarse, pero sí recordaba a mi padre despidiéndose fríamente antes de irse de casa.

Mis ojos comenzaban a picar por la falta de parpadeo.

Decidí mantenerlos cerrados y, respirando hondo, extendí mis manos para encontrar mi cama a ciegas, buscando algo de paz.

...

Al abrir los ojos, me encontré en una habitación desconocida, ya que era muy opaca.

No podía explorar con la mirada... estaba tieso, incapaz de moverme.

Una figura negra apareció, una sombra tétrica con brazos humanos normales, los mismos que había visto en la bañadera.

Esa figura se acercó y me agarró del cuello, queriendo exprimir mi garganta, tal como la traición que había hecho mi primer amigo.

...

Parpadeé de nuevo y desperté.

Eran las cuatro de la mañana. Mi cuarto estaba a oscuras y el vaso de agua estaba caído. Me levanté decidido, ya no quería vivir con estos pensamientos.

J͙u͙s͙t͙ F͙o͙r͙ M͙e͙❧ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora