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Estaba sentado en la mesa, disfrutando de mi comida favorita, una deliciosa sopa de calabaza y tomate que mi madre había preparado con tanto cariño.

Cada cucharada me traía un sabor reconfortante, y no podía evitar sonreír mientras movía la cabeza de lado a lado, absorto en mis pensamientos.

Pensaba en Damon y en los pollitos que ahora me esperaban en mi habitación.

Los pequeños amigos habían traído tanta alegría a mi vida en tan poco tiempo, que no podía dejar de sentirme agradecido.

De repente, la voz de mi hermano mayor, rompió mi ensueño.

--Deja de comportarte como un niño, Liam-- dijo con desdén.

Noel todavía seguía siendo duro conmigo, era incapaz de entender, o aceptar mi trastorno.

Mi madre intervino rápidamente.

--Noel, no se discute en la mesa. Él no te está molestando, déjalo tranquilo...-- dijo con firmeza.

Pero Noel no se detuvo. Con un tono amargo, continuó:

--Es su culpa que papá se haya ido de la casa. ¡Siempre ha sido un problema!--

El rostro de su madre se ensombreció.

--No hables de eso con Liam presente. No es justo--

Él, enfadado, apartó su plato bruscamente.

--No importa. Comeré en la sala de estar-- expresó, llevándose su sopa consigo y dejando un silencio incómodo en la cocina.

Yo aparté mi plato, aunque deseaba seguir comiendo.

Las palabras de Noel me habían herido profundamente. Sentía un nudo en la garganta y lágrimas silenciosas comenzaron a rodar por mis mejillas.

--Liam, no le hagas caso a Noel, ¿Sí?-- comentó ella con ternura, acercándose para consolarme. --Por favor, acaba tu sopa. Sé que te gusta mucho...--

Miré a mi madre, con los ojos llenos de tristeza. Asentí lentamente y, con algunas lágrimas aún cayendo, volví a tomar la cuchara para seguir comiendo.

El sabor de la sopa ya no era el mismo, pero sabía que mi mamá se había esforzado mucho en prepararla y no quería decepcionarla.

Con cada bocado, trataba de concentrarme en los buenos momentos: los pollitos, la amistad de Damon, el amor de mi madre.

Pero las palabras de Noel resonaban en mi mente, llenándome de dudas y dolor.

Me preguntaba si realmente tenía la culpa de que mi padre se hubiera ido.

Era una carga pesada para un chico de mi edad, y aunque ella siempre me decía que no era así, las dudas seguían acechándome.

Finalmente, terminé la sopa y dejé la cuchara en el plato. Mi mamá me acarició el cabello y me dió un beso en la frente.

--Eres un buen chico, Liam. No dejes que las palabras de Noel te afecten. Él no entiende...--

Yo asentí, tratando de creer en sus palabras.

Me levanto de la mesa y caminé sin ánimos a mi habitación, donde los pequeños pollitos me esperaban.

Una vez entré, fuí al rincón del cuarto y me agaché a la caja grande en la que había hecho su casita.

Al verlos, una sonrisa volvió a aparecer en mi rostro. Los observé corretear y piar, y sentí que mi ánimo mejoraba un poco.

Me senté en la alfombra junto a la caja y comencé a hacer silbidos suaves.

Los pollitos respondieron inmediatamente, acercándose a mí con entusiasmo. Yo sentí que, a pesar de todo, había cosas buenas en mi vida.

Tenía diminutos y peluditos amigos, que me querían y me aceptaban tal como era.

El dolor de las palabras de Noel no desapareció por completo, pero la calidez y la ternura de los pollitos ayudaron a aliviar un poco el peso en mi corazón.

Sabía que mi camino no sería fácil, pero con el amor de mi madre y de Damon, podía encontrar la fuerza para seguir adelante. Y en esos momentos de tristeza, siempre tendría a mis pequeños amigos para recordarme que no estaba solo.

Una vez termino de ver a los pollitos, me alejé de la caja, y me senté en mi escritorio, para poder escribir algo en mi diario.

La tinta de mi bolígrafo se estaba agotando, pero de igual forma, continuaba escribiendo sobre su misteriosa y rara personalidad que me tenía alucinado, hasta diría que llega a un cierto punto de ser... Enfermizo.

A mí parecer, me era inusual la manera en la que él miraba, creaba una intensa y fascinante tensión entre nosotros. Se me era imposible no darle un reojo a sus labios cuando se mantenía distraído en algo.

Molestamente, borré mis pensamientos de un lado, debido a que Noel tocó la puerta de mi cuarto.

Con vagancia, me acerqué a abrirle la puerta, y en un movimiento, me cubrí la cara con mis manos por el miedo de que él me pegue.

Pero fue todo lo contrario, bajé mis manos y ví que Noel me estaba dando un sobre azul que tenía mi nombre.

--Liam, tienes una carta por parte de tu amiguito Damon...--

Yo no dije nada una vez que yo lo agarré, él se marchó y cerró la puerta enfrente mío.

Mi cara entró en calor al saber que Damon escribió una carta especialmente para mí.

Saqué el papel que llevaba adentro con toda la desesperación del mundo... Y sonreí

Me había invitado una noche para ir a su casa. Damon no tiene idea de lo cuán feliz y emocionado me hizo sentir.

Al final, me pasé todo el día dibujando sapitos, y escribiéndole a Damon en mi diario.

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J͙u͙s͙t͙ F͙o͙r͙ M͙e͙❧ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora