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Después de una noche tranquila y oscura en la que Damon me acompañó, me desperté sintiéndome inusualmente liviano, como si la presencia de Damon hubiera disuelto mis preocupaciones.

Damon, con su sonrisa enigmática, me miró con esos ojos profundos que siempre parecían saber más de lo que decían.

--Liam, ¿Te gustaría juntar flores conmigo hoy?-- me preguntó con su voz suave y melodiosa. --Podríamos hacer un pequeño ramo y dárnoslo el uno al otro cuando nos reencontremos...--

Mi corazón dió un brinco de alegría ante la idea.

Asentí con entusiasmo, sintiendo que la simplicidad de su propuesta era exactamente lo que necesitábamos.

Damon siempre tenía una manera de transformar los momentos más ordinarios en algo especial y significativo.

Nos preparamos para salir, y justo antes de partir en calles divididas, Damon me entregó un papel cuidadosamente doblado.

Lo desdoblé con cautela, reconociendo su distintiva caligrafía.

El poema que había escrito sobre mí decía:

“En la oscura noche, tu luz guía.
En la muerte, tu amor no se retira.
Sumiso en el amor, encuentro mi calma.
Fascinado por la muerte, te amaré hasta mi alma.”

Me invadió una mezcla de calidez y desasosiego al leer sus palabras.

Damon tenía una forma única de expresar sus sentimientos, y aunque sus pensamientos sobre la sumisión del amor y la fascinación por la muerte eran inquietantes, no podía evitar sentirme profundamente conmovido.

--Gracias, Damon...-- susurré, acercándome para darle un beso en los labios.

Él respondió acariciando mi cabello, sus dedos deslizándose suavemente entre los mechones.

Me sentí amado y protegido.

--Voy a buscar flores por la parte oeste del vecindario-- dijo Damon, su voz firme pero dulce. --Tú busca por el lado este. Nos encontraremos en la esquina de siempre--

Asentí nuevamente, observando cómo se alejaba hacia el otro extremo de la calle.

Me quedé parado un momento, guardando el poema para leerlo con más detenimiento más tarde.

Las palabras sobre la sumisión del amor y la fascinación por la muerte resonaron en mi mente, dejándome un ligero escalofrío.

Sin embargo, decidí no darle importancia. Damon siempre había sido un poco oscuro, pero eso formaba parte de su encanto.

Finalmente, guardé el papel en mi bolsillo y me dirigí hacia el este, donde sabía que había jardines llenos de flores.

Caminé por el vecindario, recogiendo flores aquí y allá, cada pétalo me recordaba a Damon y su amor incondicional.

Me sentía feliz mientras creaba un pequeño ramo de flores para él...

Mientras me agachaba para recoger una margarita, sentí una mano firme en mi hombro.

Sobresaltado, me giré rápidamente, temiendo que fuera un extraño.

--Liam, ¿Qué haces aquí?-- se alarmó Noel con una cara seria. --Tienes que regresar a casa. Esto ha ido demasiado lejos. ¡Estás en serios problemas con mamá!--

Negué con la cabeza, alejándome de su agarre.

--No volveré a ese infierno. ¡Mamá no me deja ser feliz con Damon!--