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La tarde se convirtió en noche y, envuelto en las sábanas de Damon, me recosté a su lado.

Después de un día lleno de revelaciones y emociones, aunque mis lágrimas se habían agotado, seguía sintiendo una necesidad infinita de agradecerle por amarme.

Damon, con su respiración tranquila y su semblante sereno, parecía el epitome de la paz.

Desperté antes que él y, con una sonrisa, observé cómo su pecho subía y bajaba al compás de su respiración. Parecía un gato ronroneando ligeramente.

Me acerqué con cuidado y mordí su nariz puntiaguda de manera juguetona. Damon gruñó suavemente y abrió los ojos, mirándome con una mezcla de sueño y cariño.

--¿Tuviste algún sueño-- le pregunté, no pudiendo contener mi curiosidad.

--Soñé contigo...-- respondió, su voz aún ronca por el sueño. --Estabas aquí, en la cama, yo estaba abrazándote y susurrándote cosas bonitas...-

Me sonrojé ante sus palabras, y cuando él me preguntó sobre mi propio sueño, respondí.

--Soñé lo mismo, también estaba en tu cama... Pero en mi sueño, no podía moverme. Me quedé tieso, recibiendo tu amor, en la mayoría de mis sueños no puedo reaccionar y me quedo inmóvil...--

Damon se rió y me dió un beso en la frente antes de levantarse.

--Voy al baño, ya regreso...-- dijo quitándose la sábana para levantarse, y yo asentí.

Él se puso de pie, pero antes de ir al baño, cerró las cortinas del cuarto, haciendo que el lugar tenga una tenue oscuridad.

Una vez que Damon salió del cuarto y cerró la puerta, me cubrí la cara con las manos, sintiéndome abrumado por la felicidad.


Mientras Damon estaba en el baño, mi mente comenzó a divagar. Quería seguir explorando su mundo, descubrir más de sus secretos.

Decidí que esta vez no investigaría sus cajones, en cambio, quería convencerlo de que me leyera algunos de sus libros favoritos.

Siempre había amado escuchar su voz, especialmente cuando hablaba de temas que le apasionaban.

Me levanté y busqué entre sus libros, escogiendo aquellos que más me intrigaban. Regresé a la cama con cuatro libros en mis manos.

Cuando Damon regresó, me miró con una expresión de sorpresa, pero no parecía enojado.

--¿Me leerías estos libros, por favor?-- le pedí con una sonrisa.

Damon asintió, aunque me advirtió que algunos temas podrían ser fuertes y que los censuraría si fuera necesario.

Se sentó a mi lado y comenzó a leer el primer libro, uno sobre anfibios.

Las fotos de sapos y ranas me llenaron de ternura, y su voz resonaba con una suavidad que me relajaba profundamente.

--Los anfibios son considerados bioindicadores, ya que son muy sensibles a los cambios ambientales debido a su dependencia de dos medios, acuático y terrestre, la realización de la metamorfosis, su permeable piel, su falta de rápidos movimientos, y sus mecanismos de defensa pasivos...-- relató deslizando su dedo por la hoja.

J͙u͙s͙t͙ F͙o͙r͙ M͙e͙❧ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora