• °13° •

138 20 24
                                    

Desperté por culpa de mi alarma, me había quedado despierto anoche creando un plan maestro.

Sí, un plan maestro...

¡Para conquistar a Damon!

Dormí en una mala postura que terminó ocasionando, que tuviese dolor en toda mi espalda, y cuello. Lo malo es que no podía descansar más, porque tenía que salir al parque ahora mismo.

Estaba ansioso por buscar algunas ranitas en las rocas y saltar en los charcos de agua. A esta hora salían antes de ocultarse durante todo el día hasta el anochecer.

Además, no me perdería la oportunidad de ver otra vez a Albarn.

Me alisté lo más rápido, preparé mi mochila con lo necesario y mis cereales favoritos Weetabix, y me fuí de casa.

El clima era nublado, calmado. Relajado, así me gusta. Luego de una semana con una potente lluvia, hoy tenía la la suerte de que toda la calle se encontrace mojada.

Lo observaba como todas las semanas... desde una de sus ventanas. Era un viernes en las primeras horas del día.

Desafortunadamente, yo siempre llevé una pésima visión para ver de lejos, siempre me repiten mis hermanos que me quedo por las horas sentado sin hacer nada con la mirada desviada.

Por ende, el fin de semana entre mis cajas de cosas perdidas, descubrí unos binoculares en buen estado que me sirvieron de maravilla para lograr verlo con más a detalle.

Damon era tan admirable, no podía evitar tenerle tanta adoración...

¿Mencioné que él tiene unas lindas manos?

Tenía dedos largos, y un anillo que seguramente era de oro en su mano derecha.

Sus manos son mucho más lindas que las mías... Y veo que ahora Damon las está usando para leer unas aburridas revistas en su sofá...

¡Como desearía que les diera una buena utilidad!

¿Para qué tiene manos si no las va a usar para manosearme la cintura?

Sonreí y tomé mi cámara para tomarle unas ocho fotos en su ventana desabrochando su abrigo verde que siempre traía.

Espera... ¡Se quitará los pantalones!

Oh, de nuevo él cubrió mi visión con sus molestas cortinas blancas...

Bufé enojado, pero satisfecho con las nuevas fotografías que le había tomado.

Recogí mis cosas y caminé alegremente a mi hogar. Estas fotos las pegaré en mi diario.

Al llegar, ví a mi mamá en la cocina preparando la comida, mientras Paul estaba con la escoba barriendo el suelo del comedor.

Subí las escaleras corriendo y me encerré en mi habitación. Me fuí a mi cama y me agaché enfrente para alcanzar una caja que escondía debajo de ésta.

La tomé y abrí la tapa.

Buscando en mi caja de recortes de papel y etiquetas, terminé hallando una foto mía en particular...

Era una foto de cuando yo antes iba a la escuela... Como todos los chicos normales.

Aún recuerdo cuando estaba en mi último día hace cinco años...

Recuerdo perfectamente el día en que mis compañeros de clase fueron malos conmigo, quería jugar con ellos, pero sólo me empujaban contra un rincón y se alejaban de mí.

Sólo recuerdo el momento en el que quedé alterado en esa esquina a los gritos porque nadie me quería a su lado...

"¿Por qué me dejan por loco de la cabeza?"

"¡Miren que bonito que soy! No me dejen por mis problemas mentales, por favor"

"Yo no quise hacerles daño, es sin querer, ¡No lo hago apropósito!"

"¿Por qué nadie quiere estar conmigo?"

"¿¡Qué hago mal para que nadie deseé ser mi amigo!?"

Después de esa clase, llamaron a mi mamá para que me retiraran por el alboroto que había hecho, sin saber que esa iba ser la última vez que asistiría a una escuela.

No soy un animal... Nunca fuí uno...

¿Por qué los chicos me trataron así?

No soy tan malo...

Acaso... ¿Siempre hubo algo malo en mí para que mi madre tuviese que aislarme del mundo y de las personas?

Honestamente no extraño mucho la escuela gracias a esos malos recuerdos, pero si hubiera tenido la oportunidad de ser un chico normal, desearía estar en compañía de otros como yo...

Mi madre me educó bien en casa, y ahora, no creo que pueda encajar con la gente de mi edad.

De pronto, oí el chirrido de mi puerta y oculté mi caja debajo de mi cama rápidamente.

--Que desorden, Liam... ¿Quieres que le diga a mamá para que te regañe?--

Noel ingresó a mi habitación con un amigo suyo que conocía muy bien, Clint.

Desde la distancia percibía el aroma a tabaco que desprendían.

Yo retrocedí y me senté en mi cama, abrazando a mi peluche Puki con miedo de que me hicieran algo malo como la semana pasada.

--¿Podemos jugar con tu muñequito?-- consultó Noel, cerrado mi puerta con seguro.

Clint se asomó a mí, y me arrancó de los brazos a mi peluche de sapito que me habían regalado para navidad.

--¡Puki! ¡Dámelo, es mío!-- le grité, estirándome para poder agarrarlo.

Pero fue inútil... Porque él se lo lanzó a Noel en la otra esquina del cuarto, y comenzó a bloquear mi oportunidad de salir de la cama.

--Déjalo, Noel...-- comentó Clint. --Llorando...--

Solté un hipido de miedo, al ver a mi hermano sacando de su bolsillo trasero, una navaja, acercándose peligrosamente al estómago de mi peluche, a la par de estar riéndose en mi cara.

Presencié como la punta estaba apuntalando la felpa, y me quedé estático del pánico.

--¡Basta, no le hagan daño!--

Y fue en ese entonces, que cerré los ojos al escuchar la tela desprendiéndose de un tirón.

➳❥

J͙u͙s͙t͙ F͙o͙r͙ M͙e͙❧ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora