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Acomodé mi camisa, y tomé mi mochila que la estaba alistando sobre la mesa de la cocina con lo necesario. Estaba sentado decidiendo si era mejor llevar cereales o galletas.

Estaba a nada de guardar mis cereales en mi mochila, si no hubiese sido por mi madre, que me había tocado el hombro.

Me dí la vuelta lentamente, y esperé lo peor...

Ella se veía malhumorada, estaba de brazos cruzados, y tenía esa mueca de decepción en la cara.

Oh, no...

Eso significa que me he metido en problemas...

--Liam, por favor, dime qué es esto...-- preguntó vacilante, agarrándome del antebrazo.

Mi mamá me obligó a levantarme de la silla bruscamente, y yo me quedé con los ojos muy abiertos cuando me enteré de la situación.

Yo dí un paso atrás, mirándola boquiabierto del miedo.

Me mostró mi pequeña botella de pastillas que escondí dentro de unos cajones ocultos de mi cuarto.

Ya no tenía excusa.

--Mamá... En serio, por favor... ¡Perdóname!... Ya no volverá a pasar...--

Mi débil intento de hacer un comentario estimulante cayó en sus oídos sordos. Ella negó con la cabeza, y destapó la botellita para dejar caer una píldora en su palma.

--¿Qué te dije sobre no tomar tu medicación del pediatra?--

Fruncí el ceño, con mis brazos colgando inertes a los costados. Sabía que esta receta la tuve que estar tomando hace rato.

--Ya... Perdón, mamá...-- balbuceo, mientras la veo sirviendo un vaso de agua hasta la mitad.

Me regañó por no haber tomado mi medicamento durante estos dos meses. Ahora ella se me acercó enfrente mío con la píldora y el agua.

--Voy a asegurarme que nunca vuelvas a saltearte tu medicación, Liam... Es por tu bien...--

Yo actúe impotente ante ella. Moví las cejas, y asentí en silencio. Abrí la boca lentamente para tener el valor de ingerirla...

La verdad es que me sentí culpable de no consumir mis píldoras, no me gustaba desobedecer a mi madre.

¡Pero es que eran horribles!

No le servían y no beneficiaban de nada a mi cuerpo esas pequeñas cápsulas. Sentía que me revolvían los mis pensamientos, mi estómago, mi encapsulada vida...

Ahora tengo por obligado, antes de salir de casa, tomar mi remedio enfrente de ella para controlarme.

¿Me sentí totalmente enojado?

No, porque supe que hoy Damon le agregaría colores a este día que empezó con el pie izquierdo.

Al final, no tuve la voluntad suficiente para querer tragar mi pastilla, así que, mi mamá y mis hermanos me agarraron a la fuerza para hacerme tragar el medicamento.

Finalmente, huí de ahí una vez que soltaron, y hablaron de mi falta de autocontrol, hostilidad, o mi desastre de habitación, llena de recortes de papel.

Ya fuera de casa, caminando en dirección al hogar de Damon, me enfrenté contra mis mayores dos enemigos en esta temporada de invierno... Que son el viento y la humedad. Hacían que mi pelo se viera greñudo y despeinado gran parte del tiempo.

Ya han pasado dos semanas desde que conocí a Damon, y nos hemos convertido en muy buenos amigos.

Era bastante tranquilo, definitivamente no tímido, se veía que no era un miedoso cualquiera como yo. Pero era dulce y respetuoso.

Si fuéramos a ver el atardecer los dos juntos, creo que estaría admirando más a Damon, que al propio cielo...

En todo ese tiempo, me he vuelto todavía más obsesionado con él, ese chico provocaba que mi corazón exploté de amor y ternura. Siempre pienso antes de irme a dormir en Albarn.

Las nubes lucían feas este día, tuve que haberme traído un paraguas porque de seguro, se largará a llover más tarde.

Al caminar y ver su vivienda de lejos, me escondí entre los arbustos en donde siempre lo acechaba para afirmar qué estaba haciendo.

Quise averiguar qué hacía él desde la ventana de su habitación, pero lamentablemente, estaba cerrada por sus cortinas...

Miré de ambos lados antes de cruzar la calle, corrí hacia la entrada, y me quedé temblando frente a la puerta. Dudaba en tocar el timbre...

¿Y si lo molesto?

¿Y en este estado me recibiría de mal humor?

Sin haberme percatado, Damon abrió la puerta, encontrándome con la misma cara deprimida que él tuvo aquél día en el parque llorando.

Su silencio era acompañado por unos inaudibles jadeos que salían de tu boca.

--Hola, William...--

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J͙u͙s͙t͙ F͙o͙r͙ M͙e͙❧ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora