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Estaba sentado en el suelo de mi habitación, concentrado en el pequeño pollito que sostenía entre mis manos.

El ave piaba suavemente, acurrucándose contra mis dedos, mientras sonreía con ternura.

Mi habitación estaba desordenada, con juguetes esparcidos por todas partes, pero yo no prestaba atención a nada más que a mi amiguito.

De repente, el sonido de la puerta al abrirse interrumpió mi momento de paz.

Mi madre, con rostro cansado y mirada severa, se quedó en el umbral, observando la escena con incredulidad.

--¿De dónde sacaste ese pollito, Liam?-- preguntó, cruzando los brazos.

Levanté la vista, mi sonrisa desapareció al instante.

Trago saliva y la miré, sintiendo una mezcla de miedo y culpa.

Sabía que no debía decir nada sobre Damon, pero las palabras salieron de mi boca antes de poder detenerlas.

--Me lo dió Damon-- dije y rápidamente me cubrí la boca con la mano, como si eso pudiera borrar lo que acababa de decir.

La expresión de ella se tornó en una mezcla de enfado y preocupación.

Se acercó a mí con pasos decididos, extendiendo la mano hacia el pollito.

--Liam, ¿Cuántas veces te he dicho que no quiero que hables de Damon? ¡Ese chico no es bueno para tí!-- exclamó, tratando de arrebatarme el pollito.

--¡No, mamá!-- grité asustado, sujetando al ave con más fuerza. --¡Es mío! ¡Damon me lo dio!--

Me sentía en el mismo escenario en donde Noel me quería quitar a mi sapito Luka, del que había tenido una conexión especial, y nunca supe nada más de él.

Ahora no quiero que me pase lo mismo con mi pollito Harrison.

--¡Tú no estás capacitado para cuidar de un animal!-- replicó mi madre, con su voz cargada de frustración. --¡Y no quiero que me vuelvas a mentir sobre estar con ese chico. ¡Dámelo!--

Recorrió una ola de ira y desesperación a inundarme.


Me puse de pie, aferrándome al pollito con todas mis fuerzas, pero mi mamá terminó quitándomelo por completo.

--¡No es justo! ¡Es mi amigo!-- exclamé, pero mi mamá ya se había girado, llevándose al pollito fuera de la habitación.

Me quedé allí, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos.

Corrí tras ella, mi mente estaba llena de imágenes aterradoras sobre lo que ella podría hacerle a mi pequeño amigo.

--¡Mamá, por favor!-- supliqué, pero ella no se detuvo.

Bajé las escaleras a toda prisa, y tropecé, casi cayendo en mi prisa por alcanzarla.

J͙u͙s͙t͙ F͙o͙r͙ M͙e͙❧ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora