Faltando solo dos días para el inicio de clases Severus llevo a Harry al callejón Diagon, no habían salido de la casa en todo ese tiempo esperando mantener la seguridad de Harry, solo este día alcanzaron a comprar su material escolar.
Lo primero fueron sus libros, Harry se sorprendió al notar que en un lado de la librería había una jaula llena de ejemplares de El libro Monstruoso de los Monstruos, el dueño de Booking y Bork soltó un suspiro aliviado cuando Harry le dijo que ya tenía ese libro y no tenía que sacarle uno.
Podía comprender la incomodidad del hombre, si uno solo ya era peligroso, tener un corral lleno de ellos, que no dejaban de gruñirse y morderse, eso era aterrador.
Era la primera vez que estaba en público con su padre, cuando le preguntaban ¿Por qué acompañaba a Harry Potter a comprar sus libros? Este respondía con hastío que habían sido órdenes del director.
Terminaron de comprar plumas, pergaminos, libros – de todas las materias que Harry cursaría – una túnica nueva, pues este año había crecido bastante, con 13 años su altura casi llegaba a los hombros de su padre, llenaba de emoción a Harry crecer, no podía esperar el día en que viera a su padre a los ojos sin necesidad de subir la mirada.
Cuando caminaban hacia la tienda de escobas Harry alcanzo a ver la cosa más impresionante que vio jamás, una nueva escoba había salido al mercado, un modelo súper nuevo reservado exclusivamente para profesionales. Saeta de fuego.
Harry corrió al cristal de la vitrina donde se exponía, cada uno de los detalles de la escoba gritaba perfección. Harry simplemente no podía apartar la mirada de cada detalle, hasta que capto el último detalle.
Esa escoba costaba una fortuna, si la compraba costaría la mitad de los galeones que tenía en su bóveda en el banco. Gimió impotente tratando de encontrar alguna solución, pero no había ninguna, no podía permitírsela.
Claro que Severus noto cada una de las acciones de Harry, era curioso ver como Harry se parecía tanto a James Potter, con un particular talento para el quidditch, claro que sin duda era mucho más listo que Potter.
Miro el precio de la escoba en la vitrina, se le formo un nudo en la garganta, era un objeto demasiado costoso, le habría gustado regalársela, pero eso arruinaría un poco sus finanzas.
Lo medito un momento, en este momento no le hacía falta, su Nimbus 2000 se encontraba en buen estado, no había perdido ni un partido mientras jugaba con ella y no creía que ningún alumno en el colegio pudiera permitírsela.
No había por que precipitarse, podría ahorrar un par de años y comprársela. Le dieron ganas de acariciar los mechones rebeldes de su niño, pero se contuvo, estaban en público.
Se sentía mal por no poder cumplir este pequeño capricho, saco 3 galeones de su bolsillo y se inclinó para susurrarle a Harry.
- Weasley está por allí – coloco los galeones en su mano – ve a pasar el día con él, no salgas del callejón Diagon y vuelve antes de que anochezca, iré a casa y alistare tu equipaje, te veré al atardecer en el caldero chorreante, reservare un par de habitaciones y mañana iras conmigo y tus amigos a tomar el tren.
Harry volteo para ver a Ron mirando un escaparate donde vendían mascotas, Harry levanto la mirada para ver a su padre quien aún no perdía el semblante enfadado pero sus ojos mostraban afecto y compresión.
Harry le agradeció y salió corriendo al encuentro de Ron.
- ¡RON! – grito para llamar su atención

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Padre
FanfictionUna decisión cambiaría el futuro de todos, Severus toma esta decisión, fue realmente duro al principio, pero con el tiempo sabrá que fue la mejor decisión de su vida.