Padre

66. Fuga y recuerdos

Los alumnos no dejaron de hablar sobre el nuevo profesor de adivinación. La mayoría pensaba que Umbridge lo echaría, pero si no supervisaba las clases por al menos tres meses no tenía la autoridad para echarlo.

Entonces todos los alumnos que pasaban el curso de adivinación estaban impacientes por que llegara el momento de la clase.

- ¿Por qué cambiamos de aula? – pregunto Ron cuando camino junto a Harry por un pasillo hacia el aula once.

Si recordaban bien era un aula en desuso muy cerca del corredor que conducía a los campos que llevaban al bosque prohibido.

- ¿Puedes imaginar al profesor Firenze tratando de subir a estrecha escalera a la torre de adivinación? – se burló Parvati Patil mientras se arreglaba las pestañas con la varita – eso sería descortés.

- Si tú lo dices – Ron se encogió de hombros y continuaron hacia el aula.

Cuando entraron no pudieron evitar una exclamación de asombro. El aula, antes abandonada, ahora estaba llena de exuberante vegetación, había árboles y pasto por todas partes, así como un pequeño lago frente al cual Firenze estaba parado.

Todos se sentaron en el césped y esperaron a que el resto de alumnos llegara, cuando todos estuvieron y la puerta del aula se cerró Firenze se giró y camino con calma hacia ello.

- Recuéstense por favor – su voz profunda solo se atenuaba con la suavidad y amabilidad con la que hablaba.

Todos los alumnos se recostaron, Firenze toco uno de los arboles con la cola y las hojas de los árboles se habrían, pero en lugar de iluminar más el aula esta se oscureció y una noche de cielo estrellado apareció frente a ello.

Otra exclamación de asombro inundo el aula mientras Firenze comenzaba a contarles sobre las constelaciones y cómo estás desentrañaban el futuro. Pero la manera en la que lo explicaba era muy diferente a como enseñaban otros profesores.

- Ver el futuro es un arte que pocos puedes aprender, el futuro no está hecho para que lo vean todos – caminaba con suavidad entre los alumnos y sus cascos hacían un ligero ruido – no traten de ver cosas banas como sus propias muertes o si se cortaran el dedo en los siguientes días, la adivinación solo les mostrara lo hechos importantes del mundo.

- ¿nuestra propia muerte no es importante? – pregunto Lavender Brown con enojo.

- El mundo es tan vasto que la muerte de nadie afectaría en su futuro, pero existen circunstancias especiales – se detuvo un momento y vio a Harry antes de apartar la mirada y seguir explicando – la historia del mundo está afectada diminutamente por la mayoría de nosotros, pero existen seres que tienen la capacidad de hacer cambio significativos en el tiempo, solo su existencia, vida y muerte será vista en las estrellas.

Continuo la clase explicándoles que significaba la aparición o el movimiento de las estrellas en cuanto al futuro, pero sobre todo parecía tratarles de hacer entender que no era posible enseñar a leer el futuro, solo quien tuviera el don podía verlo y que no se frustraran si no veían nada.

Cuando terminaba la clase Firenze detuvo a Harry y le pidió que le diera un mensaje a Hagrid.

- Sus intentos no están dando resultado, más le valdría abandonar.

- ¿Qué intentos? - pregunto confundido

- No soy quien para revelar los secretos de Hagrid, y ahora que fui expulsado del bosque prohibido no puedo ayudarlo.