58. Decisiones y bandos

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Harry volvió de vuelta a Grimmauld Place tras el veredicto, acompañado por el señor Weasley.

La celebración que los gemelos y Ginny hicieron por su absolución fue, estruendosa, por decir algo. Su alegría fue contagiosa y esa noche la señora Weasley le preparo sus platillos favoritos, que lastimosamente, aunque estaban deliciosos, no tenían el particular y reconfortante gusto de su padre.

Lo bueno de ganar la audiencia fue que su padre fue a la casa a reconfortarlo por la victoria, a la vez que reconfortaba a Sirius porque, debido a que Harry había salido inocente de las acusaciones, Sirius realmente se quedaría solo en la casa.

Bueno, más o menos solo, hace algunos días Harry finalmente conoció a Kreacher. Era un elfo domestico que pertenecía a Sirius pero sentía un absoluto odio por todos los que Vivian en la casa.

Sirius le conto que el viejo y gruñón elfo había sido particularmente cercano con su hermano menor, a su muerte, y la posterior muerte de sus padres, el elfo había quedado abandonado en esta casa llena de maleficios.

Lucía un aspecto sucio y vestía un simple taparrabo. Se había discutido el despedirlo, pero después de todo lo que ya había visto y oído, y considerando su fanatismo a los magos sangre pura, no parecía sabio alejarlo de la casa.

Sirius solía tener una actitud repulsiva hacia el elfo, y prácticamente nadie se acercaba a su escondite. Harry en particular había evitado ese lugar a toda costa. Cada que se acercaba sentía una sensación repugnante y por alguna razón sentía que la oclumancia, en la que mantenía su mente casi permanentemente, trataba de quebrarse.

Como si en aquel lugar se escondiera un maleficio mucho mayor que cualquier otro. Y Harry no lograba entender porque esa sensación se relacionaba con Voldemort.

Procuro recomendarle a Sirius muchas veces que tratara mejor al elfo, igual que él, la criatura había pasado por muchas cosas.

Sus palabras no le llegaron hasta que le recordó que su actitud era la misma que tendría un mago sangre pura, menospreciando a quienes consideraba inferiores, y esa era la actitud que tenía con el viejo elfo.

Parece que eso finalmente golpeo el ego de Sirius, por ser comparado con todos esos estirados nobles. A pesar de todo el rechazo realmente trataba medianamente mejor al elfo.

Algo que había hecho, más o menos maravillas con el comportamiento de la desagradable criatura, que en vez de gritar a todo el que se le acercaba solo gruñía groserías silenciosas y más o menos volvió a ocuparse de algunas labores de limpieza. Pequeñas acciones que Sirius le había pedido que realizara, como barrer el pasillo o pulir uno o dos muebles.

Los pocos días que lo había hecho, lo había hecho realmente bien, demostrando su capacidad como elfo doméstico, Harry procuraba agradecerle. Al principio recibía insultos y gritos por el agradecimiento, pero poco a poco los insultos disminuían en cantidad, algo era algo.

Con el ligero cambio en la actitud de su acompañante, Harry esperaba que el encierro de Sirius no fuera tan lamentable.

Lo siguiente que paso en la casa fue la llegada de las cartas de Hogwarts, increíblemente en la carta de Ron venia una insignia de prefecto, algo que provoco la burla de los gemelos, pero los halagos de la señora Weasley, quien prometió comprarle a Ron una nueva escoba.

Cosa que hizo maravillas con el ánimo de su amigo, que tenía fuertes deseos de ingresar en el equipo de quidditch este año escolar.

En la carta no decía quién era el otro prefecto de Gryffindor, pero todos imaginaban que Granger, tenía las mejores calificaciones de su casa y era una adoradora de las reglas.

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