47. Resolviendo acertijo

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La respiración de Harry comenzó a acelerarse, tenía miedo. No había sentido esa clase de miedo antes, era... era... era como si le estuvieran quitando algo importante. Arrancándoselo del corazón.

- Tienes que dejar de refunfuñar por ello Draco – se quejaba Parkinson – estamos comprometidos, en cuanto salgamos del colegio seremos marido y mujer.

Harry se tapó la boca con ambas manos, sentía que le daban arcadas.

- Ya te he dicho una y mil veces, yo no planee ese compromiso, yo no te lo pedí...

Parkinson lo interrumpió.

- Pero de todas formas lo harás... sabes bien que si te niegas lo perderás todo, tu apellido, tu fortuna... a mí – no podía verlos bien, pero el aire que los rodeaba comenzó a enfriarse – si quisieras romper, ya lo habrías hecho, entonces solo acéptalo...

- Tu...

Harry no pudo escuchar más, se alejó del lugar con cautela, camino un largo trecho antes de detenerse junto a una columna, afortunadamente no había nadie cerca. Se sostuvo el pecho con una mano, le dolía, no sabía en qué momento su mano había estrujado su ropa y comenzó a sentir sudor frio.

Había hablado con Draco de esto en el pasado, ser una pareja; tal vez, en el futuro.

En ese momento, algo en su interior le dijo que no debía preocuparse, Draco lo esperaría, esperaría que su desordenada vida se arreglara.

No había sido el caso, estaba comprometido.

Harry apoyo el peso de su cuerpo en la columna y se deslizo hasta quedar sentado en el suelo.

Por su puesto que Draco continuaría, era un chico genial, era atractivo, inteligente, atlético, amable... era perfecto. ¿Por qué alguien tan ideal lo esperaría?. Incluso si no era con Parkinson, Draco podía encontrar a alguien mejor.

Y él... Harry solo era un chico con demasiados problemas en la vida, más secretos de los que podía contar y un futuro incierto, siendo que un maniático asesino junto a un enorme sequito lo seguían tratando de tomar su vida, no era seguro que llegara entero o incluso vivo a la mayoría de edad.

La concepción de esas ideas fueron un dolor físico, su pecho se estrujo y pincho mientras su mente terminaba de hacerse a la idea que Draco era "solo" su amigo, los besos compartidos fueron un impulso infantil, nada más.

No debería esperar nada. Reflexiono una vez más; realmente nunca tendría una vida romántica.

Harry no se dio cuenta, nadie lo hizo, nadie lo veía, pero el brillo en sus ojos comenzó a opacarse.

- ¿Harry? – la voz de Draco lo devolvió a la realidad - ¿Qué haces aquí?

Se mordió la mejilla interior y tomo una profunda respiración antes de ponerse en pie y ver a su amigo a la cara, una sonrisa amable en su rostro, camuflando todo el dolor que sentía.

- Te estaba buscando, quería preguntarte... - dudo, ¿tendría la fuerza mental para bailar con Draco sin derrumbarse?

No, debía tener la fuerza, perder la amistad de Draco era algo que no soportaría, tenía que aprender a quererlo en silencio, jamás permitirá que notara cuanto le dolía su cercanía.

- ¿quieres bailar?

- Claro – la sonrisa de Draco era tan encantadora, fue un puñal en el corazón de Harry.

Regresaron hacia el gran comedor pero tuvieron que caminar con sigilo, era tarde y podían escuchar a varias parejas escondidas entre las columnas. Una de ellas era Delacour, Daivis estaba junto a ella y parecía completamente hipnotizado viéndola jugar con un mechón de su cabello.

PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora