Padre

29. La casa de los gritos

Una semana después Gryffindor jugo contra Ravenclaw; Gryffindor gano.

Neville y Ron no cabían de la alegría, su primer partido llevaba a una gran victoria, por el momento Gryffindor tenía la mayor calificación al haber ganado su partido por una buena diferencia de puntos.

El marcador dejo a todos los Griffindores con un ánimo particularmente bueno, claro que no a todos. Actualmente Ron no hacía más que enfadarse, pero no estaba enfadado en general, sentía una gran aversión hacia Granger.

Neville le platico a Harry al respecto, las razones no eran otras que la interminable casa de Scabbers por parte de Crookshanks. La opinión general de los amigos hacia Granger no era para nada bueno. Siendo que todos se habían enterado de la confiscación de la Saeta de Fuego de Harry por culpa de Granger y sumándole que no controlaba a su mascota y esta no hacía más que cazar a la de Ron... ninguno parecía querer verla ni en pintura.

Claro que la mayor enemistad era la de Ron con Granger. Con el ánimo insoportable y echándole más leña al fuego se anunció oficialmente la fecha de la audiencia de Buckbeack.

Parkinson estaba que no cabía de la alegría y no dejaba de acercarse a Draco diciéndole que ella testificaría en su nombre y lograría que se deshicieran de aquella peligrosa criatura.

Las cosas no estaba resultando nada bien para ninguno de ellos.

Sus clases particulares con su tío (para aprender el patornus) y las otras con su padre (para aprender la poción mata lobos) le quitaban aún más tiempo.

Añadiéndole más tareas a su apretado horario, el capitán Flint estaba decidido a no dejarse vencer, sus entrenamientos de quidditch fueron aún más intensos y prolongados. Sin más opciones se vio en la forzosa necesidad de crear una cuarta copia de sí mismo. No le cabía duda de que estaba sobrepasando los limites, lo que hacía era inaudito, y claro que no se lo contaría a nadie – ni si quiera Draco sabía que había creado una copia extra – pero era la cuarta o no cumplir con sus horarios.

Harry había planificado cada uno de los siguientes días con exactitud milimétrica, cada segundo estaba cronometrado, de no ser así podría ocurrir un terrible incidente.

Era una situación sumamente estresando y decidió de una vez que el siguiente año no tomaría todas las materias, para este momento ya tenía una idea de cuales prefería y cuales no le gustaban.

Claro que no todo tenía que ser completamente malo, aquella tarde, tras salir de una de sus clases y asegurarse de que su otra parte continuaba en la sala de estudio se encamino hacia el campo de quidditch, en el camino fue interceptado por su padre.

- Potter – le hablo con ese tono de desagrado – finalmente terminaron con las pruebas pertinentes.

Solo entonces noto la escoba en las manos de su padre, los dedos comenzaron a picarle y tuvo unas ganas locas de saltar a los brazos de su padre para agradecerle por devolverle la escoba. Se contuvo a tiempo aceptándola en el momento justo en que Ron llegaba junto a él.

- ¿te la devolvieron? – Ron miro al profesor Snape, este lo miro con desagrado para retirarse apresurado.

- Ahora es mía – dijo Harry encantado casi abrazándose a su escoba.

- Debemos mostrarle a Neville – apresuro Ron – vamos a la sala de Gryffindor a buscarlo.

Comenzaron a avanzar por el castillo casi corriendo, claro que tenían que enseñarla, no solo a Neville, también a Draco, Crabbe y Goyle.