Capitulo 11

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- Mhm~

El gemido amortiguado salió de su garganta casi involuntariamente, se llevó una mano al rostro para cubrirse la boca.

Su figura femenina delgada, semi sentada en el escritorio de madera pulida, con la falda levantada hasta el vientre, la blusa y bra hechos un un rollo sobre su pecho dejando sus senos al aire; con el rostro elevado hacia atrás, una mano sirviéndole de apoyo puesta sobre el escritorio, cubriéndose la boca y los ojos cerrados, las piernas abiertas recibiendo las embestidas del hombre que la sostenía con un brazo y el otro sostenía una de sus piernas en el aire mirándola con lujuria y la penetraba una y otra vez.

- No hagas ruido, darling - susurro él ojiazul mientras sentía el sudor resbalar por su espalda provocándole un escalofrío - si nos escuchan nos irá mal.

- Mhm~ l-lo siento - susurro la chica aún cubriendose la boca, con el rostro hacia arriba y los ojos cerrados. El hombre comenzó a embestir con más fuerza y ella enterró sus uñas en la piel de su rostro mientras apretaba más el agarre de su boca, como gritara le iría mal.

- Así me gusta - susurro él para después tomar uno de los senos de ella en su boca y succionar con fuerza, haciendo estremecer a la chica quién sintió como los espasmos del orgasmo comenzaban a nacer en su vientre. El hombre sintió como el interior de ella se contraía y se retiró de su pecho para con ambas manos tomar los muslos de la chica y abrirle las piernas de par en par y embestir con fuerza haciéndola gemir con fuerza en su mano - recuerda la regla - le ordenó cuando vio como el brazo que usaba para apoyarse comenzaba a moverse queriendo tomar algo para sostenerse.

Argentina asintio con fuerza mientras sentía como su orgasmo llegaba y sus ojos se abrían para sentir con fuerza los espasmos propios del momento, el hombre sintió como el interior de ella lo succionaba y acto seguido eyaculo dentro de ella.

- Dios, eso fue genial - susurro él después de unos momentos de recuperar el aliento - eres una buena niña, cumpliste la regla.

Argentina sonrió mientras se apoyaba en sus dos manos sobre el escritorio y bajaba la mirada para ver al hombre frente a si. Su cabello rubio brillaba aún con la poca luz que entraba por las rejillas de las persianas cerradas, sus ojos azules aún tenían ese toque de deseo en ellos haciéndola estremecer, los músculos que se alcanzaban a ver por su camisa abierta de par en par hacian que su interior se contrajera ansiosa por recibirlo de nuevo y la sonrisa de sus labios la hacia sonreír bobamente como la chica enamorada que era.

Y esque para ella, este hombre era simplemente perfecto.

- Te mereces un premio - continuo él mientras se apartaba de ella y salía de su interior, haciéndola respingar como objeción.

Argentina miro como el hombre se comenzaba a arreglar la ropa, señal para que ella hiciese lo mismo, se bajó del escritorio y sin limpiarse, se arreglo la ropa interior, su blusa, falda y se peino el cabello con los dedos. El hombre se acercó a su escritorio, abrió un cajón y saco de él una caja de cuero negro que luego le entrego a la chica. Argentina sintió su corazón bailar en su pecho, la caja tenía el tamaño justo...

- ¿De verdad? - pregunto ilusionada mirando a los ojos azules.

- Ábrelo - le ordenó mientras miraba la caja. La joven obedeció con el corazón bailando en su interior, amenazando con salirse.

El brillo de unos aretes en forma de un discreto ovalo fue lo que hizo la sonrisa de Argentina flaquear en sus labios.

- G-gracias, son hermosos - susurro ella a temor de que si hablaba en alto su voz se rompería.

- Me alegro que te gusten - dijo el hombre mientras se apartaba de ella en iba por su teléfono en su escritorio - tengo que irme, tengo una cena en 2 horas y necesito arreglarme.

Vivir una mentira. RusMex +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora